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"El llanto del niño de la cara sucia"

La policía desaloja a una de las hijas de Manuela y Jesús en el desahucio de este miércoles en Madrid.

La policía desaloja a una de las hijas de Manuela y Jesús en el desahucio de este miércoles en Madrid. / Alejandro Martínez Vélez/Europa Press

Juan José Conejo Corredera

Un hombre (o mujer) se siente un fracasado sin un hogar donde cobijar y cuidar a su familia. Aunque el hogar no son los ladrillos con los que está construido un edificio, el cemento es necesario para dar forma a ese concepto. La frase “el dinero no da la felicidad” se ha dicho hasta la saciedad, pero también es cierto que si no se pueden cubrir las necesidades básicas el dinero resulta esencial para llevar una vida digna. ¡Qué grandes son los ojos del niño de la cara sucia!

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En la última década, se han producido en España más de 400.000 ejecuciones hipotecarias y una gran parte ha acabado en desahucio. ¿Los hombres no lloran? Lo hacen a escondidas, para que sus hijos no los vean, alguien en la familia tiene que estar fuerte, aunque solo sea en apariencia. El desahuciado intenta sonreír, aunque los derechos fundamentales hayan sido pisoteados. La Constitución de 1978 es papel mojado. Y oigo el llanto, ¡cómo llora el niño de la cara sucia!

¿A quién le importa?, los políticos solo manejan datos estadísticos, no se preocupan por conocer quién hay detrás de cada historia de desahucio. Cuando quieren cosechar votos, se meten en el papel de una persona preocupada por las necesidades de la gente. No ven al pueblo como personas que tienen unas necesidades que cubrir, sino como votos potenciales para conseguir sus propios propósitos. Y el niño de la cara sucia tiene lágrimas de hambre, ¿qué ideología le dará de comer?

Has llenado tus bolsillos de votantes hambrientos, ¿qué harás con ellos?, ¿serán tan sólo un juego de mesa? Y dejo de teclear, y extiendo mi mano hacia las servilletas de papel, y en la servilleta una frase: “Sonríe, hoy será un gran día”. Payasos de un circo llamado democracia. ¡Oh, gran ciudad de luces y desencantos, de colores y de lamentos! Puedes cerrar los ojos, pero el niño de la cara sucia sigue ahí; tápate los oídos e imagina las canciones de Queen, y Freddie Mercury te señalará con el dedo.

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