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"La inteligencia artificial nacerá de una costilla de Siri"

Nuevo robot para la asistencia a personas mayores que viven solas.

Nuevo robot para la asistencia a personas mayores que viven solas. / ELISENDA PONS

Llegan noticias de que en Japón hay individuos que se casan con su personaje favorito de 'anime'. De hecho, ya hace años que un empresario dejó a su esposa por una 'muñeca de amor' de silicona. La anécdota apunta en la dirección de las predicciones de Jorge Carrión en su novela 'Membrana', una historia de ciencia ficción -casi más ciencia que ficción- sobre la era de la inteligencia artificial (IA) en el siglo XXI. En ella, los drones controlan y destruyen a los disidentes de la IA. ¿Exagerado? En las actuales guerras estos aparatitos ya juegan un papel esencial, bombardeando mientras ahorran víctimas humanas (y salvaguardan nuestra buena imagen).

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Seguramente habría drones en el arsenal del Amazon Army, el ejército privado del futuro. Después de una sonrisa inicial, esa idea me horrorizó, pero me llevó a cuestionarme si hay tanta diferencia entre un ejército privado y uno público que obedece a un estado que a su vez obedece a intereses privados.

Obviamente, en la novela ese dominio físico va unido al intelectual. Los algoritmos aprenden a manipular la opinión pública, no tanto por ser poseedores de una inteligencia superior como aprovechando errores humanos, nuestra dejadez y nuestra vanidad. Para Carrión la historia se repite: la ironía de que la humanidad sea capaz de crear ingenios potentísimos, maravillosos, y siempre se le vayan de las manos. Como ya ha ocurrido con los teléfonos móviles. En 'Membrana', los implantes oculares están a la orden del día. Bien pensado, entre llevar el móvil pegado al cuerpo -incluso descansando a nuestro lado en la mesita de noche (el custodio de nuestro hijo adolescente que ha salido de botellón)- o implantárselo, solo nos queda un pasito.

Eso sí, los implantes oculares perderán esa función de vigilancia de los hijos cuando nos emparejemos con robots y dejemos de tener descendencia. Pero no padezcan. Carrión también contempla el divorcio entre personas y robots. No todo está perdido.

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