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La muestra de que no hay diálogo posible con los separatistas

Los presidentes Quim Torra y Pedro Sánchez.

Los presidentes Quim Torra y Pedro Sánchez. / RUBÉN MORENO

-Conrado Gallego

He nacido en la Catalunya Central (Berguedà) y allí viví más de cincuenta años. El domingo 10 estuve con mi hijo en la manifestación de la Plaza Colón para decirle al señor Sánchez que, con los separatistas, no se dialoga de sus pretensiones de secesión.

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Esto es el primer paso para que los españoles, en su totalidad, creamos en nuestro proyecto tanto como los separatistas creen en el suyo. No hay diálogo posible cuando tu ves una cosa blanca o negra y tu interlocutor lo contrario. Sánchez y su gobierno lo saben; saben que hablar de autodeterminación es un diálogo de sordos por las dos partes, y aún así, está empecinado en un ansia de protagonismo y de poder personal.

Sánchez ya no tiene legitimidad para seguir en el gobierno cuando, en su propio partido, muchos dirigentes de la cúpula socialista le han recriminado y persuadido de sus pretensiones de llegar a acuerdos con los separatistas. Los separatistas no van a desistir en sus pretensiones. Y menos ahora, cuando tienen su maquinaria propagandística engrasada al cien por cien. Se les dejó, desde décadas pasadas, toda la permisibilidad del mundo y hoy nos encontramos con una brecha abierta. Hasta que no haya un gobierno decidido a coger el toro por los cuernos, no se podrá revertir el conflicto con los separatistas. Y, en el mejor de los casos, tardará años en normalizarse.

Pero hay que empezar ya justamente con las herramientas claves que los separatistas utilizan en su avance a la secesión. El control mutuo de Generalitat Estado de la Conselleria de Ensenyament y que los servicios públicos de TV y radio pasen al servicio de la totalidad de los catalanes.

Puntualizar también que todas las lenguas, que son riqueza y cultura, no se conviertan en motor de proyectos segregadores.

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