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El móvil, un descalabro de las relaciones humanas

Unas jóvenes de Barcelona usan su móvil.

Unas jóvenes de Barcelona usan su móvil. / FERRAN NADEU

Es un hecho evidente que el uso de los móviles, o mejor dicho los llamados teléfonos inteligentes (smartphones), han llegado al extremo de adicción compulsiva, monopolizando las relaciones sociales y modificando el comportamiento con la realidad exterior.

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Hoy en día este teléfono inteligente es el centro de atención de todas las reuniones, tertulias o eventos. En un encuentro entre amigos, o incluso en una tertulia televisiva, la mayoría de personas están más pendientes del aparato que de la conversación que se está manteniendo.

Parece ser que lo que ocurra en las redes sociales, grupos de WhatsApp o las noticias del tiempo, son más importantes que una agradable o interesante conversación entre amigos. Y no solo eso, sino que encima, si uno no utiliza este instrumento, le obligan a ser partícipe de la adicción ajena mostrándole fotos, chistes, chismorreos o cualquier otra cosa que probablemente no te interesa lo más mínimo. Francamente, todo ello me parece una desconsideración y un descalabro de las relaciones humanas.

Y esto solo es la punta del iceberg. Como estos aparatos hacen de todo (fotos, vídeo y mil aplicaciones), ya no se disfruta del momento. Cualquier evento al que se asiste ha de ser fotografiado, filmado y perpetuado en nuestros discos duros.

Por ejemplo, me sorprende ver como mucha gente que va a un concierto de música se pierde, por culpa del aparato en cuestión, la realidad del momento, además de la consecuente invasión de molestas lucecitas. O ese deseo de filmar cualquier suceso callejero (muchas veces irrelevante) con el ánimo de colgarlo en las redes sociales y recibir el deseado 'me gusta'.

No estoy en contra de la tecnología, yo mismo la utilizo con grandes ventajas, pero me parece que estos excesos ofuscan y limitan la percepción de la vida. 

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