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Malas maneras en la clínica Dolors Aleu

Una persona mayor en una calle de Barcelona.

Una persona mayor en una calle de Barcelona. / ALBERT BERTRAN

Mi marido falleció el pasado miércoles 17 de julio a la una de la madrugada en la clínica Dolors Aleu, en la plaza de Lesseps de Barcelona. Me llamó el enfermero de guardia para darme la triste noticia y rápidamente nos dirigimos para allá. Una vez allí y después de estar unos minutos en la habitación despidiéndonos de él, nos comentó que teníamos que salir de la clínica ya que no podíamos permanecer allí.

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Mis hijos y yo le comentamos que estábamos esperando a la persona del seguro de decesos con la que habíamos hablado por teléfono y que estaba de camino para proceder a los trámites necesarios. No nos dejó esperarle dentro y nos invitó a salir a la calle, a esas horas de la madrugada. Nos vimos solos en plena calle a las dos de la madrugada hasta que llegó el señor del seguro, que intentó que nos dejara entrar en una sala de la clínica pero se negó.

No creo que sea la manera de proceder más oportuna en unos momentos como los que estábamos viviendo mi familia y yo. El empleado de la aseguradora nos advirtió que también procedería a formular una queja por el trato recibido.

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