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Ya llegó el "otoño caliente"

El ’president’ Quim Torra, en la reunión de Govern.

El ’president’ Quim Torra, en la reunión de Govern. / ALBERT BERTRAN

Ya llegó el "otoño caliente" vaticinado por el señor Torra, bardo y druida del independentismo.  El adivino de la Generalitat tenía razón: había que llevar el descontento, el agravio y la injusticia a la calle y así ha sido. El lanzamiento de runas y el vuelo de los pájaros y sus gritos le han dado la razón.

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Así que durante estas semanas médicos, docentes, estudiantes universitarios, servidores públicos, bomberos y Mossos le han llenado las calles, calentando este "tórrido otoño". Con justas reivindicaciones, ciertamente, aunque algunas de ellas no esenciales según el portavoz de JxC en el Parlament.

Claro que si debieron ser esenciales cuando los neoindependentistas de JxC (no confundir con PxC), hijos y nietos de aquellos de CiU y PdeCAT, se adelantaron con dilatada voracidad a recortar los servicios públicos (Educación y Universidades, Sanidad y Dependencia). ¿Entonces no les importó recoger las migajas, quedando claro que con el 3% no les llegaba para cuadrar sus cuentas?

Tanto invocar a esa República salvífica invisible, esa Arcadia del Noroeste de la península en que todo sería felicidad y bienestar una vez efectiva, han olvidado que hay una autonomía que gestionar y gobernar.

Y además hay que gobernar y dejar de vivir instalado en el conflicto y en el relato, los catalanes nos merecemos algo más que la promoción de la ratafía y la leche cruda, boicotear a ciertas empresas, subir montañas para pedir la libertad de los presos o viajar constantemente a Bruselas en busca de bendiciones. Nos merecemos gobierno y si es republicano, mejor.

Incompatibilizar las legítimas reivindicaciones independentistas con la creciente precariedad de los servicios públicos catalanes pone de manifiesto la visión que tienen de la política quienes nos gobiernan. De golpe algunos se han dado cuenta que no hay política sin políticas. Ni políticas eficaces si éstas no son de amplias miras. Y que hay otra vida más allá del independentismo. 

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