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"Salud pública y eficiencia en el gasto"

Unos doctores atienden este lunes a un paciente con coronavirus en el Hospital Enfermera Isabel Zendal en Madrid.

Unos doctores atienden este lunes a un paciente con coronavirus en el Hospital Enfermera Isabel Zendal en Madrid. / Reuters / Sergio Perez

¿Qué quiere decir el popular Javier Fernández Lasquetty cuando presume de “eficiencia en el gasto” en la Comunidad de Madrid? Sus mantras son: “sin derroches”, “déficit casi de cero”, “hacer frente al covid sin meterse en deudas" y "mantener el equilibrio entre economía y salud”. Pero, ¿dónde está la eficacia en lograr mejores servicios para la población?. Así, la eficiencia en el gasto de la sanidad pública se traduce en recortar este servicio, mantener sin cubrir las vacantes, ofrecer contratos precarios por días y aún de horas, producir y mantener listas de espera de meses para diagnósticos, pruebas y operaciones; así, la “eficiencia” la consigue mediante el deterioro, la ineficacia, del servicio sanitario, para derivarlo al sector privado, debido a la desinversión como ”eficiencia”.

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Igual se puede predicar de la atención a la dependencia en donde la “eficiencia en el gasto” conduce a las listas de espera que se alargan hasta la muerte de quienes tendrían que haber recibido el servicio adjudicado. Mariano Rajoy dio el ejemplo a seguir cuando se jactó de dotar de presupuesto cero la Ley de Memoria Histórica, máxima eficiencia en el gasto, ¿no? La rebaja de los impuestos impide hacer frente a los gastos del covid en rastreadores y atención primaria y hospitalaria, es la eficiencia en el gasto forzada.

El desequilibrio en la salud, con su precio de muertes innecesarias por covid y no asistencia a otros males, tampoco ha mejorado la economía al alargar la duración de la pandemia por falta de medidas más rigurosas en el control de las situaciones de contagio; pero el gasto ha resultado, por supuesto, muy “eficiente”, al no soltar un euro para apoyar la hostelería o que los ciudadanos tengamos que rascarnos el bolsillo para llegar a las colas del Zendal a vacunarnos, en vez de ir al centro de salud vecino.

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