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La apuesta de ERC por dialogar con España, arriesgada pero necesaria

A la izquierda, los negociadores de ERC: Marta Vilalta, Gabriel Rufián y Josep Maria Jové. Frente a ellos, los del PSOE: José Luis Ábalos, Adriana Lastra y Salvador Illa.

A la izquierda, los negociadores de ERC: Marta Vilalta, Gabriel Rufián y Josep Maria Jové. Frente a ellos, los del PSOE: José Luis Ábalos, Adriana Lastra y Salvador Illa.

Parecía que no podía suceder y sucedió: ERC, por su legendario sueño independentista, se alió con la derecha catalana para convertirse, por sus rumbos innombrables, en un camino más radical que el de la confusa CUP. Pero los contenidos del lenguaje sobre derechas e izquierdas siguen vigentes y nos dan un nuevo bautizo: ya no hay Mesías ni ovejas, sino conciencias que se despliegan para cuestionar la política que la democracia, el Estado de Derecho y la libertad entregan a la buena salud del sistema capitalista.

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Muchos, muchos catalanes, como si su idiosincrasia les prohibiera entrar en interrogantes que se les hacían muy extraños, padecieron la pesadilla de oír esas dudas y las pospusieron para poder creer que sus reivindicaciones eran suficientes. Los líderes siempre piensan alto y, ante una situación de alteración colectiva pueden creer, con una astucia ficcionada y con el tronar soñador de los dirigidos, que los objetivos estaban "a tocar". Así, sustituyen a la imaginación por un grito unánime: "Ara és l'hora". E incluso, despertando con la caída, abanderan la actualidad con el eufemismo de "aquí no se hizo nada en realidad" mientras el Mesías busca en las brumas europeas las respuestas que avalen su gloria.

Viendo lo vivido, algunos siguen creyendo que Catalunya es "un solo  pueblo" y que sus buenos hechos durante 'el procés', que los tuvo -como también de malos- solo fueron un símbolo como si la vida, en estos últimos años, hubiera transcurrido en el éter de Ítaca. No, así no se degradan la coherencia ni las consecuencias asumidas. Sí, hay que aclarar y rectificar muchas cosas.

Esto es lo que los "indescifrables nombres" con quienes ERC gobierna Catalunya no consideran vinculante. Pero ERC, madurando políticamente por sus largas luchas, empieza a realizarlo: apuesta por dialogar con una España de izquierda casi igual a ella. La jugada más arriesgada de su historia, pero también el avance más real para el sueño independentista y la  imprescindible solidaridad entre los pueblos.

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