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Puigdemont, nuestro Jano bifronte

Carles Puigdemont.

Carles Puigdemont.

El dios romano Jano, con dos rostros opuestos, de modo que uno contradecía al otro, habría sido en principio un ser humano que fue divinizado al morir. O al esfumarse, como diríamos en términos modernos. Entre eso y el hecho de que Ovidio le atribuyó haber nacido del Caos y que sus dos rostros eran el resultado de esa desorganización primitiva, me ha venido a la mente que el paganismo está más vivo que nunca.

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Me refiero a una persona que, si no nacida del Caos, sí es seguro que el Caos nació de ella. Desde su exilio en el lejano Berlín, cuanto más se esfuma más reclama ser endiosado. Uno de sus rostros, el público, clama contra el atropello que el Estado español inflingió a Catalunya. El otro rostro, el oculto, el que habla por Whatsapp con su compañero de fuga, lamenta que la jugada de haber provocado intencionadamente el 155 les haya salido mal. Añadiré que en la época arcaica Jano era simplemente un dios ligado a los ciclos naturales de la siembra y de las cosechas. Pues eso: el que siembra viento recoge tempestades.

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