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"Somos los autodenominados 'covid persistente': después de un año seguimos sufriendo la sintomatología que nos incapacitó'"

Así es el enfermo de Covid que acaba ingresado en la UCI

Así es el enfermo de Covid que acaba ingresado en la UCI

365 días tienen 8.760 horas. Nunca antes me hubiera planteado la cuestión de nuestra efímera existencia en un tiempo incierto. Toca mirar hacia atrás con anhelo de la vida perdida, balance de todo lo que no hiciste, de las decisiones que tomaste, los cuerpos que no amaste y los viajes que nunca realizaste, al final todo conectado con tu destino.

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Ahora, la realidad se transforma. El paso de la covid-19 ha arrasado con todo dejando un escenario nunca imaginado. Mi nueva vida no me permite realizar las actividades cotidianas, ni disfrutar del trabajo que tanto amo. Mis 46 kilos recogidos en un pequeño cuerpo están exhaustos, la enfermedad se ha llevado mi energía y fuerza, seis semanas aislada en una habitación y 365 días de síntomas que no dan tregua. La pérdida de la esperanza de una recuperación inminente da paso al realismo más crudo donde nos quedamos así, enfermos para siempre. El futuro se ha ido, solo queda el presente esperando esa llamada que nunca llega.

Somos los autodenominados como covid persistente. Después de un año seguimos sufriendo la sintomatología que nos incapacitó, abandonados y desatendidos por parte de las Administraciones Públicas, invisibles para la sociedad en general.

Aprendiendo a ser feliz sin nada, sin proyectos y sin la cotidianidad disfruto del amor, apoyo y cariño de mi gente estimada, ese es el sentido de la vida. Y me acostumbro a sentirme así. Cuento un nuevo día, una semana más, sumo y calculo el total.

Pienso mucho, tal vez necesitaba pasar por algo así para conectarme con las cosas que me gustaban hacer antes de meterme en una vorágine laboral, familiar y personal, donde las 8.760 horas que llevo enferma pasaban como minutos.

Esta experiencia trae de manera intrínseca la felicidad de las pequeñas cosas.

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