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El día que fui a Perpinyà a defender mi derecho a la libertad

Vista general de los asistentes al acto convocado por Carles Puigdemont este sábado en Perpinyà.

Vista general de los asistentes al acto convocado por Carles Puigdemont este sábado en Perpinyà. / AP / EMILIO MORENATTI

Tengo edad como para haber ido a Perpinyà en mis años mozos para ver películas eróticas, cosa que nunca hice. Sin embargo, nunca hubiera imaginado que por derecho a mi libertad tendría que visitar dicha localidad.

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Sí, el sábado pasado, como muchos que creemos que la libertad de los pueblos es un derecho universal, agarramos cada uno el medio de transporte que más le convino o que mejor se adaptaba a sus necesidades y nos desplazamos en condición de protesta a esa ciudad donde los exiliados políticos no son reprimidos.

Esa ciudad donde la libertad universal se respeta, allí donde la censura española no tiene jurisdicción, donde la represión española no puede actuar. Allí, los del "a por ellos" no podían aporrear, sí es verdad que, puestos a hacer daño, colapsaron de buena mañana la autopista.

Perplejo y contento tras llegar a tiempo (aunque tuvieron que atrasar el acto una hora) a los cuatro que íbamos en el coche nos impresionó la forma en que tenían organizado el tema de las personas con silla de ruedas.

El aparcamiento para handicapped, como decían los policías franceses, estaba a cien metros del escenario.

Un aprobado alto para la organización. Me pregunto, como lo hace medio mundo, si en el siglo XXI es normal que en un país democrático haya políticos, cantantes y chavales por una pelea de bar en la cárcel. Si es normal que haya políticos exiliados por ideas políticas.

No fui a Perpinyà a ver películas porno, pero a protestar contra la represión organizada iré mientras pueda. En mi vida había visto tantos autocares en fila, tantos coches, un día para no olvidar, un día repleto de sensaciones, un día respirando libertad.

Donde la UE no le hace caso a la justicia tradicional española, donde los inocentes no son culpables, donde al pueblo no se le aporrea por querer votar. La libertad es la palabra, no la represión organizada.

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