"La democracia española está en grave peligro a causa de la inmadurez política de nuestros representantes"

En la polarización política se da la mejor ocasión de comprender que en el medio está la virtud.

Deberíamos estar estupefactos todos los votantes de España ante la gran escasez de profesionalidad en nuestro parlamento. La democracia española está en grave peligro a causa de la inmadurez política de nuestros representantes en la cámara. Aun así, siguen normalizando en nuestras mentes su irresponsabilidad institucional, tomándonos por tales ignorantes hasta convertirnos en innecesarios.

Se ríen, sí. Se ríen de usted y de mí al no convenir ningún escenario posible donde se atisbe un pacto de gobierno, ni que sea bajo mínimos en cuanto a coaliciones, ni siquiera en lo referente a responsabilidad de Estado utilizando la abstención como remedio a la parálisis, sino todo lo contrario: ya están de campaña electoral en mitad de un debate de investidura. Aunque ya aparece algo de tufillo mafioso en todo este entuerto de incompetencia aparente.

No se crea que no hay gato encerrado. En cada alocución se vuelve a dar la catalanofobia. Cómo alimentar una mentira repitiendo su esencia hasta la saciedad es cosa de doctos, de los buenos.

Hasta que no se dé una sentencia condenatoria al caso del procés, no se formará gobierno de ninguna de las formas que usted y yo podamos imaginar. He aquí el sentido de la moratoria: nadie con alma progresista se quiere retratar en tal asunto sin apoyo judicial. Sobre todo, en un país con tan poca mira en derechos fundamentales desde los cimientos hasta el capitel del Congreso.

Así pues, la inmadurez política no les viene de colegio, ni de cuna escasa de remedios; es de base el pensamiento hacia sus fieles, quienes nos creen por debajo de criterios de progreso institucional. Como si afrontar un proceso evolutivo constitucional en medio de una crisis diplomática interna sin precedentes en la historia moderna de España supusiera un suicidio político a quien lo emprendiera, cuando quizás, de darse la oportunidad del coraje a quien se atreva, bien pudiera recordársele por siempre como alguien que antepuso al ciudadano al sentido de Estado embarrancado.