"El Delta del Llobregat, otra vez. ¿Es que no hemos aprendido nada?"

Durante la década de los 80, formé parte del grupo de jóvenes naturalistas que ya libró una lucha de David contra Goliat en torno al Delta del Llobregat. Ante la amenaza de que una zona de incalculable valor ecológico fuese devorada por el aeropuerto, el puerto y los intereses especulativos de unos y otros, nos tocó documentar a hurtadillas y con datos fidedignos el valor ecológico de unos terrenos en los que se nos denegaba el acceso. El Remolar, la Ricarda, el Golf, la zona militar del aeropuerto, entre otros... Divulgar toda esa información y basar en ella las peticiones a todos los estamentos políticos, desde ayuntamientos a la UE, acabó dando sus frutos. Sería falsa modestia no reconocernos una buena parte del mérito.

Ahora contemplo con tristeza e impotencia la amenaza renovada, la asfixiante presión mediática de esa alianza entre una empresa que cotiza en bolsa como Aena y los grandes empresarios de sectores económicos que viven del turismo para conseguir la ampliación del aeropuerto. Todo ello, por supuesto, en nombre del "progreso y el interés general".

Dentro del absurdo de sus propuestas, la de reproducir algo parecido a La Ricarda en otro lugar. Para entendernos, como si decidieran dinamitar el Montseny y reconstruirlo a base de acero y hormigón, o cartón piedra, en otro emplazamiento donde no estorbase. La Ricarda es un santuario de la naturaleza irreproducible. Pero es que no es solo una cuestión de fauna y flora, es que hablamos también del acuífero del Llobregat, la salinización de las aguas subterráneas, la muerte del Parc agrari... ¡Qué locura y qué despropósito! Y todo ¿para qué? ¿Para que lleguen aún más turistas? Para poder implementar en toda Catalunya el modelo económico de las Ramblas 'prepandémicas', las tiendas de suvenirs, el de los hoteles de Lloret? En tiempos de emergencia climática, y a qué coste... ¿Es que no hemos aprendido nada?