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"¡Cuánto amor, madre! ¡Y cuánta impotencia!"

Anciano en geriátrico

Anciano en geriátrico

Jesús Sánchez Ajofrín Reverte

Desde lo más profundo de mi alma; y con la empatía reciproca del alma de mi madre (que, ahora mismo, yace en su lecho de muerte sin la compañía de sus seres queridos), me gustaría expresar el torrente de emociones que salen desde el fondo de mi corazón y de mi alma, como la lava que escupe el volcán en erupción.

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Confinados en nuestras casas, por la pandemia que nos azota, no dejamos de pensar en nuestra querida madre, de la que tan cerca (gracias al destino) hemos estado siempre. En estos días luctuosos para muchas familias, la mía, se prepara para lo peor (según nos informan desde la residencia de mayores donde ella está). Ocurre, que, al estar bajo este estado de alarma, aquellos detalles que tanto agradece el alma, como son el cariño, el amor, la cercanía... se ven guillotinados, por esta legión organizada, sanguinaria y espuria de virus con corona. Que está matando sin piedad a personas de edad avanzada, y con distintas patologías crónicas.

Por suerte, todavía nos quedan indemnes los sentimientos humanos, esos, que nos sitúan por encima de estos bichos despiadados que, por más que se cambien de careta para engañar al sistema inmunológico del cuerpo, no lo pueden hacer así con la mente.

¡Cuánto amor, madre! ¡Cuántos sentimientos puros me vienen a la memoria!

¡Y cuánta impotencia!

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