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"Colma la paciencia la simbología emocional del independentismo"

PARLAMENT DE CATALUNYA  LAZOS  AMARILLOS

PARLAMENT DE CATALUNYA LAZOS AMARILLOS / ALBERT BERTRAN

Banderas en los balcones, lazos amarillos... Este es nuestro día a día. Ya no hay debate constructivo, ya no hay verdadera política. La obcecación de unos y otros, utilizando además cada vez palabras más gruesas, nos envuelve a todos en una guerra símbológica sin sentido que no deja lugar al diálogo ni a la natural discusión parlamentaria, y reduce el panorama a la tensión y crispación permanentes.

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Ese falso y anacrónico patriotismo del que hace gala Pablo Casado, que en una mano enarbola la bandera española y con la otra trata de dictar a Bruselas cómo ha de pronunciarse respecto del proyecto de presupuestos presentados por el gobierno de Sánchez -es decir, torpedearlos-, denota, no solo su falta de lealtad a España (de la que tanto se le llena la boca), sino una preocupante carencia de madurez y responsabilidad política para tratarse del líder de un partido que aspira a volver a gobernar un país. Los puros intereses partidistas de algunos políticos les ciega de tal manera que no tienen en cuenta -o no les interesa realmente- el bienestar de los ciudadanos por encima de cualquier disputa electoralista.

Le recomiendo al señor Casado que se preocupe más de las cuentas de su propio partido, pues en pocas fechas posiblemente el PP deba sentarse de nuevo en el banquillo de los acusados como benefactor -e inductor- de la contabilidad B. Por otra parte, en cuanto a las banderas, lazos amarillos y demás símbolos independentistas, tan solo diré, resumiendo, que ya colma la paciencia de cualquier ciudadano ajeno a toda esa simbología rimbombante y puramente emocional, y en mi opinión, a la sociedad en general. Tanto el nacionalismo español como el catalán, en su versión más álgida y retrógrada como la actual, contribuyen decisivamente a que los ciudadanos nos sintamos huérfanos y desamparados frente a quienes -teóricamente- nos representan, han de velar por nuestros intereses y preservar la convivencia y la paz social.

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