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Ciudadanos y la fractura social

Albert Rivera, Inés Arrimadas y Carlos Carrizosa reunidos con los representantes de Societat Civil Catalana.

Albert Rivera, Inés Arrimadas y Carlos Carrizosa reunidos con los representantes de Societat Civil Catalana. / NÚIRA JULIÀ (ACN)

Sobre el tablero del conflicto catalán existe una corriente que atribuye la fractura social que se está produciendo en Catalunya íntegramente al independentismo y todo su entorno. Si hacemos un recorrido por nuestra historia reciente, podemos constatar que la convivencia entre la ciudadanía de Catalunya hasta la irrupción del partido Ciudadanos ha sido ejemplar, y el modelo de escuela catalana ha constituido un valioso instrumento de cohesión social incuestionable hasta ese momento. Catalunya crecía en todos los sentidos y sus gentes, de diversa procedencia, se relacionaban de manera excelente y cohesionada.

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Mi caso podría ser el paradigma que ejemplifica dicha tesitura: nací en una barriada periférica de Barcelona, repleta de población inmigrante, por lo que me crié en un ambiente heterogéneo donde toda la gente se sentía cómoda. Más tarde, tanto en el colegio como en el entorno deportivo y laboral, la diversidad, el bilingüismo y la convivencia cada vez era más fluida y natural. A pesar de la naturalidad con la que me manejaba en este contexto, desde que tengo conciencia política me he sentido independentista; a veces nace un sentimiento y no sabes conscientemente por qué. Paralelamente, he hecho muchos amigos de distinto color ideológico a los que siempre he respetado, y no habíamos tenido nunca ningún problema. Y como muchos catalanes, asumía formar parte de un Estado que no era de mi agrado pero, como demócratas, lo aceptábamos con la esperanza, llena de ingenuidad, de que algún día, esa legalidad que en teoría se otorgaba a los partidos independentistas pudiera fructificar de forma democrática.

Y toda esta exposición nos lleva a la conclusión de que el principal artífice de la división social existente es el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, y sus colaboradores más estrechos, con cuyo grupo renació ese sentimiento anticatalanista con el ánimo de cargarse el concepto de nación catalana, su cultura y su lengua. Así que, en las últimas elecciones, totalmente polarizadas, consiguió aglutinar un número de votos que probablemente haya llegado a su techo en Catalunya y que, a pesar de la euforia desmedida por sus resultados, únicamente representa el 25,35% de la población catalana. Distintos cambios de impresiones con gente que los votó me hacen pensar que muchos no eran realmente conscientes del objetivo central que persigue este partido.

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