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"Un amor en el verano del 97"

Las montañas Dolomitas, cerca de Trento, al norte de Italia, bajo el resplendor lunar.

Las montañas Dolomitas, cerca de Trento, al norte de Italia, bajo el resplendor lunar. / GIUSEPPE CACACE/AP

Yo tendría unos 14 o 15 años, lo conocía desde que era niña. Él nunca me gustó, veraneaba en el pueblo siempre, en la casa de al lado de mis abuelos y familia. Se empeñaba en seguirme, en causarme sensación. Se esforzaba, pero mis ojos no veían más allá de lo que podía ver una niña de esa época.

Aquel verano todo cambió, no sé si fue la luna llena de aquel día o qué, pero surgió en mí una sensación y un sentimiento no vividos antes. Empezamos a hablar y llegó el primer beso. En un parque, solo con la luz de la luna iluminándonos, y me enamoré hasta las trancas de él. Fue uno de los mejores veranos de mi vida. Se supone que habíamos empezado una relación (ya ves tú, con 15 años). Pero el destino, o más bien la distancia, es caprichoso, y aunque a sabiendas de que nos veríamos el verano siguiente en el mismo lugar, decidí no seguir manteniendo ese amor a distancia; algo lógico por edad.

En los años posteriores nos mirábamos, todos los veranos en nuestras miradas siempre había algo detrás, el pensamiento de qué habría sucedido si no hubiéramos tenido esa distancia de por medio, y cada uno con su pareja.

Pero siempre quedará aquel verano en que nos besamos por primera vez y surgió algo que no se puede olvidar.

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