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A mi padre, Rodolfo Iturralde

Entre Todos. Rodolfo Iturralde

Entre Todos. Rodolfo Iturralde

Papá:

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Envíanos el obituario de un ser querido que hayas perdido durante la pandemia

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Sé que desde donde estés (si existe ese lugar) nos estarás tratando de consolar, con tu sonrisa picarona, para que no suframos. Que si tuviste una vida plena, que si viajaste donde quisiste, que si tuviste las mejores nietas del mundo. Pero nada alivia el dolor de tu pérdida y sus circunstancias. Te fuiste solo, con 71 años, en el duro confinamiento de tu casa, el miércoles 6 de mayo por la tarde, en Sant Andreu.

Yo solo pude, después de llamarte una y mil veces a tu teléfono sin obtener respuesta, entrar en tu domicilio y verte allí, tendido, frío, desnudo en el suelo. Muerto. Recuerdo el horroroso silencio del momento y el dolor, como si me hubiesen arrancado un brazo.

Desde hacía cinco días te encontrabas mal y pese a que dos médicos de tu mutua fueron a verte a tu casa, en ningún momento plantearon hospitalizarte, a pesar de que el día antes de morir no podías ni orinar. Llamé y llamé a la mutua ese fatídico miércoles día 6 por la mañana para que el médico que fue a verte hablara conmigo y me informara de tu estado, ya que solo balbuceabas por teléfono. Solamente me llamaron de la mutua cinco días después, para pedirme disculpas. Era tarde, demasiado tarde.

Nos llena de orgullo comprobar la cantidad enorme de gente que te quería. Gracias a tu oficio de guía de turismo tuviste la oportunidad de regalar a mucha gente tu amistad, tu generosidad y tu amor.

Me marcaste como muy pocos: recuerdo ir caminando contigo de la mano de niño, con 11 o 12 años, por Montevideo o Barcelona, hablando de Historia, de la que fuiste un gran profesor y que me enseñaste a amar. Como decías, no se puede ser historiador y no amar la vida. Fuiste mi padre, pero también mi maestro y mi mejor amigo. Sé que estabas muy orgulloso de mis hermanos y de mí, porque nada nos fue fácil. Quiero que sepas que en las clases de Historia que doy en la Escola de la Dona y en la UB, también es tu voz la que explica, tu llama sigue y seguirá viva en mí.

Te quiero muchísimo, papá, y te extraño horrores.

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