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Carta de despedida a un padre

Entre Todos. Francisco Bernal Garrido

Entre Todos. Francisco Bernal Garrido

Como muchas personas, no tuve tiempo de despedirme de ti. Te fallé en muchos momentos de tu vida, pero tú siempre me perdonaste. Con el tiempo y con la fatalidad de que tu mujer tenía alzhéimer, no tuvimos más remedio que vender vuestra casa de toda la vida para hacer frente al pago de dos plazas en una residencia geriátrica privada. Papá, este no era mi plan. La situación se deterioró mucho; creo que tuviste una depresión al ver que todo por lo que habías luchado en la vida se desvanecía. Tus hijos íbamos a visitaros cuando podíamos, las responsabilidades laborales no dejan mucha opción.

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Soy enfermera en gran parte gracias a ti. Pero llegaron malos momentos, un virus nos asestó una gran puñalada en lo más hondo del corazón. No pude despedirme como es debido, no pude estar contigo cuando más me necesitaste, no pude abrazarte, ni tocarte la mano en tu último adiós. Eras un anciano frágil, que te desorientabas, que apenas oías y apenas veías. Solo te pude ver cuando ya no estabas, cuando tu último aliento se fue con la esperanza de que alguno de tus hijos te abrazara, pero esa caricia no llegó nunca.

No podré perdonármelo nunca. No se puede dejar morir así a nadie. Quizá sería compasivo determinar un protocolo para esta clase de pacientes cuyo único pecado es haber tenido como compañero a un virus que aísla, mata y deja huella al que se va y al que se queda. Las despedidas se deben hacer cuando tocan, y cuando no se hacen te tocan en el alma para siempre y no te deja avanzar. Tienes clavada esa mirada de tu ser querido en la retina, y no se va.

Padre, te quiero y espero que, allí donde estés, me perdones por no haber estado ahí. Lo intenté de mil maneras, pero tuviste la mala suerte de enfermar cuando no tocaba.

Quizá las muertes de tantos mayores hagan ver a nuestros políticos que en las residencias falta personal, falta material, falta sensibilidad, falta humildad, falta empatía. Los mayores no son números, no son negocio... son personas maravillosas, enternecedoras, frágiles, amables…Cuando venga otra ola de contagios, aprendamos de los errores, dotemos de más recursos de una vez por todas a una Sanidad Pública que abarque a todos aquellos colectivos más vulnerables.

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