Club de Educación y Crianza de EL PERIÓDICO

Cómo inculcar a los hijos (urbanitas) el amor por los animales de granja

  • Leer cuentos, huir del asfalto y ofrecer información ecologista sin caer en el catastrofismo son claves para fomentar una educación verde

Ilustración del cuento infantil ’El rescate de Samuel’

Ilustración del cuento infantil ’El rescate de Samuel’ / Duomo ediciones

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Olga Pereda
Olga Pereda

Periodista

Especialista en educación y crianza.

Escribe desde Madrid

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“Los niños saben más marcas de móviles que nombres de árboles”. Con esta dura frase, la maestra gallega Miriam Campos Leirós, responsable de Teachers for Future Spain, nos contaba hace poco en estas mismas páginas cómo la escuela y las familias deben impulsar de forma urgente una educación verde.

Resulta insuficiente disponer de un minihuerto en un cole o hacer una excursión al monte una vez al año. La conciencia verde -la nuestra y la de nuestros hijos- debería impregnar nuestra vida entera, desde la ropa que nos ponemos hasta el transporte que usamos o la comida que comemos.

Hoy, en el Club de Crianza y Educación, seguimos hablando de ecologismo. Pero esta vez nos centramos en los animales. No en los domésticos -a los que estamos acostumbrados y de los que sabemos mucho gracias a mi compañera Vega S. Sánchez, responsable del Club de Animales y Plantas de EL PERIÓDICO- sino en los de granja. Vacas, toros, ovejas, gallinas y cerdos.

“Muchos humanos hace tiempo que han dejado de escuchar la naturaleza y se han apartado del reino animal”, asegura Ismael López Dobarganes, que, tras él éxito editorial de 'Animales como tú', publica ahora 'El rescate de Samuel (Duomo)', un precioso cuento infantil ilustrado con el que nuestros hijos descubrirán que “los animales son puro amor”. Es hora de que nuestra prole sepa más nombres de animales y de árboles que de móviles.

“Los animales de granja son los grandes desconocidos. Los niños tienen sensibilidad, empatía y respeto. Aprovechemos esas grandes virtudes para fomentar su conciencia ecologista”

Ismael López Dobarganes, autor de 'El rescate de Samuel'

El rescate de Samuel traslada al cuento el día a día del santuario Gaia (Camprodon, Ripollès), un centro de rescate y recuperación para animales de granja que han sido víctimas de la explotación ganadera o han sufrido maltrato o abandono. En pleno Pirineo, los animales viven libres y forman “una familia” en la que todos tienen nombre de personas: Tina, Pedro, Victoria…

Samuel, el ternero que protagoniza el libro, fue rescatado de una granja lechera que lo enviaba al matadero por ser macho. Una vez en el santuario Gaia, algo así como un hospital para animales, encontró “un hogar y una familia”, incluidos dos pollitos rescatados de un laboratorio.

“Estamos muy acostumbrados a perros y gatos, pero los animales de granja son los grandes desconocidos. Es importante que los niños y las niñas los conozcan. Los niños tienen sensibilidad, empatía y respeto. Aprovechemos esas grandes virtudes -que muchos adultos ya casi no tienen- para fomentar su conciencia ecologista”, pide López Dobarganes. “Los niños, las niñas y los jóvenes son los que cambiarán el mundo”, continúa.

Curioso -mejor dicho, preocupante- que el Congreso de los Diputados no haya aprobado esta semana una enmienda a la ley audiovisual propuesta por Podemos, ERC y otros partidos para que las corridas de toros estén consideras contenido perjudicial para los niños y, por lo tanto, no se emitan por televisión en horario infantil.

Más allá del cuento, padres y madres también podemos hablar con nuestros hijos -en función de su edad- de cómo las macrogranjas de porcino, vacuno y aves se han disparado en los últimos seis años. La situación es especialmente alarmante en Catalunya, donde la ganadería industrial es la que más contribuye a la crisis climática, acaparando el 30% de las emisiones de gases de efecto invernadero que provocan las macrogranjas en toda España, según un reciente informe de Greenpeace.

La dieta vegetariana y vegana es compatible con la salud, también en la infancia

¿La solución pasa por ser vegano? No tiene por qué. Pero si quieres serlo, adelante. La ciencia ha demostrado que una dieta basada en legumbres, frutas, verduras y hortalizas es compatible con la salud. También en la infancia, donde no se ve afectado el rendimiento escolar. De eso nos habló recientemente el dietista-nutricionista Julio Basulto, que recuerda la importancia de que los vegetarianos (aquellos que excluyen de su dieta productos de origen animal, carnes, pescados, mariscos…) y los veganos (también excluyen lácteos, derivados y huevos) tienen que tomar suplemento de vitamina B12.

Pero no tienes que ser vegano para amar la naturaleza, recuerda el autor de 'El rescate de Samuel'. Lo que sí estaría bien para dar un empujón a la lucha contra la emergencia climática y reducir la carne que comemos.

En los últimos años, los españoles han restringido el consumo de carne, que pasó 39 kilos por persona al año (datos de 2010) a 33 kilos (2019). Hablando exclusivamente de carne roja, el Fondo Mundial para la Investigación del Cáncer recomienda no consumir más de tres raciones a la semana (unos 300 gramos). Sin embargo, en opinión de Basulto y el experto en alimentación humana Juanjo Cáceres -autores de 'Dieta y Cáncer'- un consumo máximo de dos raciones semanales de carne roja es “una cifra sensata”, aunque añaden que “no se observan perjuicios” por no consumirla. Vamos, que la carne no es imprescindible para vivir.

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La discusión política y social organizada después de que el ministro de Consumo, Alberto Garzón, protagonizara un vídeo titulado 'Menos carne más vida', en el que denunciaba que el consumo excesivo de carne perjudica nuestra salud y la del medioambiente y animaba a reducirlo fue vivido con “cierta alegría” por el autor de El rescate de Samuel. “Hace años un debate así hubiera sido impensable. Eso significa que estamos dando pasos hacia delante”, concluye tras recordar la web del santuario dedica un capítulo a recetas veganas: falso pollo hecho con soja texturizada y falsa sobrasada elaborada con frutos secos y pimientos y pimentón. 

Cuidado con la ecoansiedad

Cuidado, eso sí, con inculcar a nuestros hijos tanta preocupación por el planeta que sufran ecoansiedad, un trastorno que está relativamente poco estudiado y sobre el que todavía no hay una definición consensuada. En general, se puede decir que es una sensación de malestar, nerviosismo, tensión, miedo, frustración y ansiedad ante los problemas ambientales y las consecuencias negativas que puede haber en el planeta, según la define Silvia Collado, doctora en Psicología Ambiental y coautora del libro 'Conciencia ecológica y bienestar en la infancia’. La solución que propone la psicóloga es ofrecer información ambiental a los niños y las niñas pero huyendo de los mensajes catastrofistas. El autor de 'El rescate de Samuel' propone más ideas para combatir la ecoansiedad infantil: “Debemos recordar a los niños y las niñas que el mundo ya está haciendo cosas, que lo estamos cambiando”.

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