Entender + con la historia

La mirada cautiva

Una vez más la tecnología nos deja boquiabiertos. Ahora es una aplicación móvil capaz de generar movimiento con las fotos antiguas. Es tan fascinante que cuesta dejar de mirarlas.

Retrato de Louis Daguerre.

Retrato de Louis Daguerre.

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Xavier Carmaniu Mainadé
Xavier Carmaniu Mainadé

Historiador

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Las redes sociales son el mercado de nuestro presente. Y no solo por su implicación económica y de consumo, sino porque es el lugar donde descubrimos cosas nuevas de las que todo el mundo habla, igual que antes pasaba cuando se iba a la plaza. Estos días las redes van cargadas de fotos antiguas que se mueven gracias al uso de la inteligencia artificial que utiliza la aplicación Deep Nostalgia. Como decía en su artículo de este martes Josep Maria Fonalleras, el resultado es un retrato de apariencias fantasmagóricas. Una especie de conjuro esotérico.

Es inevitable pensar si nuestra reacción actual es similar a la que tuvo el público al ver las primeras fotografías de la historia. No lo sabremos nunca, pero podemos intentar ponernos en su piel visitando ‘La mirada cautiva’ en la Fundación Mapfre de Barcelona. Se trata de una selección de daguerrotipos que forman parte de la colección del Centro de Investigación y Difusión de la Imagen de Girona (CRDI), una institución de referencia mundial en materia de preservación del patrimonio audiovisual gracias al rigor y el esfuerzo incansable de su equipo humano, del que forman parte los comisarios de la muestra, los archiveros Joan Boadas y David Iglésias.

Uno de los objetivos de ‘La mirada cautiva’ es acercar el momento inicial de la historia de la fotografía al gran público y con esta exposición lo consiguen sobradamente: queda claro que Catalunya ha tenido pasión por la imagen desde que Daguerre logró hacer realidad uno de los sueños más viejos de la humanidad: capturar el instante.

Louis Daguerre, nacido en Francia en 1787, comenzó haciendo de aprendiz de arquitecto, después fue escenógrafo y probó fortuna con la pintura, aunque sin demasiado éxito. En cambio triunfó con la invención del diorama, que aplicó a los decorados teatrales. Durante la década de 1820 entró en contacto con Joseph Nicéphore Nièpce, que fue el primero en conseguir fijar las imágenes a través de un proceso llamado heliografía. Cuando murió, en 1833, Daguerre le tomó el relevo y, poco a poco, fue perfeccionando la tecnología hasta que el 7 de enero de 1839 presentó el invento ante los miembros de la Academia de Ciencias de París. El mundo aprendía una nueva palabra: daguerrotipo.

La proeza saltó de boca en boca por toda Europa. De hecho, el 26 de enero, el ‘Diario de Barcelona’ ya informaba detalladamente de ello gracias a Pere Felip Monlau, corresponsal de la Academia de las Ciencias y las Artes de Barcelona en la capital francesa. Precisamente fue él quien compró el material necesario para hacer los primeros daguerrotipos en Catalunya. El encargado de llevarlo hasta Barcelona fue Ramon Alabern Moles, grabador de oficio, que había asistido a las pruebas del invento en París.

En otoño de ese mismo 1839, Alabern se convirtió en la primera persona de toda la Península ibérica en hacer una fotografía. El 10 de noviembre, encaramado en la azotea de lo que entonces se llamaba plaza de la Constitución y que ahora se llama Pla de Palau, retrató los porches de las casas de Xifré y el edificio de la Llotja. Hicieron falta 22 minutos de tiempo de exposición para que entrara suficiente luz para conseguir fijar la imagen en la placa.

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Aquello fue todo un acontecimiento para la ciudad. Según informaba la prensa, más de cien personas siguieron las maniobras de Alabern. Ahora bien, no es necesario salir corriendo a algún museo para buscar la decana de todas las fotos. Nadie sabe qué fue de ella. Los organizadores de aquel experimento tuvieron la feliz idea de sortear el primer daguerrotipo entre los asistentes que quisieron comprar números de la rifa a seis reales cada uno. La identidad de la persona afortunada y cuál fue el destino de la imagen son un misterio.

La técnica del daguerrotipo se empleó hasta alrededor de 1860 y sirvió para que, por primera vez en la historia, una generación pudiera legar a su descendencia imágenes atrapadas en el tiempo. Comenzaba la era de la fotografía, uno de los tesoros más preciados de cualquier familia, porque cada vez que se miran abren una puerta a los recuerdos más queridos de nuestra vida.

Conexión gerundense en Madrid

El gerundense Joan Maria Pou Camps, catedrático de análisis químico de la Universidad de Madrid, fue un personaje clave para que solo 10 días después de Barcelona, la capital española hiciera la primera foto. Pou era socio de la Academia de Barcelona, había seguido el progresos de Daguerre y de Alabern y publicó varios textos sobre técnica fotográfica.