ERC adopta a Irene Montero

Si usted y yo, aquí, ahora mismo, nos bebiéramos un chupito de ratafía por cada vez que el candidato de ERC Gabriel Rufián ha elogiado durante esta campaña a Irene Montero acabaríamos en estado comatoso. No lo hagamos, pues, que al fin y al cabo es solo un recurso retórico para subrayar la insistencia con la que los republicanos están tratando de capitalizar en esta contienda su apoyo a la ministra de Igualdad, en abierto contraste con el veto decretado por la jefa de filas de Sumar, Yolanda Díaz, que parece haber marcado metafóricamente a Montero con una letra escarlata (la P de problemática, que es la P de Podemos) para mantenerla alejada no solo de las candidaturas sino también de los actos de la carrera electoral.

Que entre Sumar y Podemos esté habiendo estos días más tensión que en la piel de un bongo es algo que se daba por hecho. Lo que es novedoso es ese contumaz acercamiento de Esquerra a Irene Montero, que se ha visto concretado con una invitación del Govern de la Generalitat a la ministra para visitar la unidad de salud sexual y reproductiva y el servicio de atención a la salud de las personas trans del CAP Numància y, de paso, a compartir una charla con la ‘consellera’ de Igualtat i Feminismes, Tània Verge, en una sala del Palau Robert; un acto este último que, técnicamente, queda fuera del marco de la campaña del 23J, pero que…, en fin.

Mayoría absoluta

De la importancia que ERC otorga a la presencia de Montero en Barcelona da fe la gran cantidad de dirigentes y cargos del partido que se han acercado hasta la abarrotada Sala Cotxeres del palacio neoclásico del Passeig de Gràcia. Laura Vilagrà, Ester Capella, Marta Vilalta, Teresa Jordà, Diana Riba, Pilar Vallugera, Elisenda Alamany… El frente republicano se impone por mayoría absolutísima a la mucho más discreta representación del espacio de los Comuns y Sumar, compuesta por el pacificador Gerardo Pisarello, Joan Mena y poco más.

En cada una de sus intervenciones, Montero arranca ovaciones entusiastas de las asistentes (la presencia masculina entre el público es, por decirlo de algún modo, testimonial), y eso que la ministra evita pisar el charco de la actualidad de la campaña electoral más allá de reivindicar su gestión al frente del ministerio, de alertar contra la ofensiva del frente reaccionario que “pretende recortar derechos”, de defender la necesidad de que haya feministas haciendo política y de criticar a quienes sostienen que las políticas de igualdad deben llevarse a cabo “sin hacer ruido”. Eso sí, consciente de la composición del auditorio, deja caer que “todos los avances democráticos” que se han conseguido en esta legislatura “han llevado el sello de la mayoría plurinacional” del Congreso. La gente de Esquerra se deja las manos aplaudiendo.

A la ‘consellera’ Verge le cuesta algo más no pasar del acto institucional al mitin de campaña. “No es el momento de esconder las políticas feministas, ni de hacer políticas blandas que no molesten, ni de vetar personas”, dice. Montero sonríe y bebe agua. Poco después, en Badalona, Gabriel Rufián le dedicará algún elogio. ¡Chupito!

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