Cumbre a puerta cerrada

Barcelona somete a examen qué corregir de los ejes verdes para evitar que mueran de éxito

El ayuntamiento reúne a 18 entidades vecinales y comerciales para chequear la salud del "metabolismo" de Consell de Cent, Rocafort, Borrell y Girona

La indisciplina viaria deteriora los ejes verdes del Eixample

'Lonely Planet de Consell de Cent', una guía para pasear por la calle de moda

Consell de Cent, un día laborable reciente.

Consell de Cent, un día laborable reciente. / MANU MITRU

Carles Cols

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Más presencia de la Guardia Urbana, al menos durante dos meses, para disciplinar a los conductores de todo tipo, de patinetes a camiones, sobre qué está permitido y qué prohibido en los ejes verdes del Eixample. Más señales, verticales y horizontales, que aclaren las dudas al volante, por si las hay, porque los horarios de carga y descarga no se respetan y es cierto que están perfectamente indicados. Blindar, con obstáculos si es necesario, las zonas exclusivamente peatonales. Reparar con prontitud los desperfectos. Corresponsabilizar a las terrazas de la limpieza, pues los parterres cercanos a ellas suelen ser los más sucios, con servilletas y tíquets que han volado de las mesas.

Solo medio año después de que una juez ordenara el desmantelamiento urbanístico de la calle de Consell de Cent, el Ayuntamiento de Barcelona acaba de celebrar, con menos discreción de la que deseaba, una jornada de trabajo con 18 entidades (asociaciones vecinales y comerciales, y centros educativos cercanos, esencialmente) para debatir precisamente lo contrario, cómo consolidar el proyecto de los ejes verdes del Eixample, que nació discutido y que ha terminado por acallar, gracias a su éxito, a prácticamente todas las voces críticas, al menos a las que planteaban una enmienda a la totalidad. Los invitados a esa reunión a puerta cerrada tenían que dejar fuera, esa era la condición, cualquier pretensión de arrastrar el debate a una nueva discusión de ‘ejes verdes sí o no’. Lo que se esperaba era un análisis razonado de qué funciona y qué debe mejorarse en esas calles cuando aún no se ha cumplido un año de su estreno pero, eso sí, su uso es notablemente intenso. Las del primer párrafo son solo cinco de las cuestiones que se han abordado en ese encuentro. Ha habido muchas más.

Consell de Cent, a finales de verano, con la vegetación en su punto más álgido.

Consell de Cent, a finales de verano, con la vegetación en su punto más álgido. / JORDI OTIX

El distrito del Eixample tenía previsto inicialmente llevar a cabo entre abril y mayo una suerte de profunda auditoría del funcionamiento cotidiano de las nuevas ramblas de Consell de Cent, Rocafort, Borrell y Girona, un examen en especial de todo aquello que el concejal responsable de esta parte de la ciudad, Jordi Valls, ha decidido bautizar como “el nuevo metabolismo de esas vías”, ya que la manera de usarse ese espacio público no tiene precedentes en Barcelona desde principios del siglo XX, o sea, antes de que las autoridades asignaran a cada parte un lugar, a los peatones las aceras, al tráfico rodado la mayor parte de la superficie disponible.

“A pesar de que fue un proyecto inicialmente muy polémico, ha terminado por ser una historia de éxito”. Ese ha sido en la reunión, por ejemplo, el punto de partida de una veintena de asociaciones que han optado por agruparse bajo el nombre Consell de Cent Verd i Viu, que, además de poner sobre la mesa aspectos a mejorar, como rubricar los ajardinamientos pendientes en la Diagonal con Girona y en Consell de Cent con Roger de Llúria, han querido dejar constancia de lo que, en su opinión, merece un aplauso. Que el ayuntamiento haya logrado disciplinar a los motoristas para que no aparquen –opinan esas entidades- es un logro de tal tamaño que debería animar a los responsables municipales a lograr algo en principio más asequible, como que la velocidad máxima de 10 kilómetros por hora sea respetada por todos, en especial ciclistas y usuarios del patinete.

La última (o penúltima quizá ya) silla dañada por los coches, en este caso en la calle de Girona.

La última (o penúltima quizá ya) silla dañada por los coches, en este caso en la calle de Girona. / C. C.

Otra observación significativa que han realizado esas entidades es que el grado de limpieza es notable si se tiene en cuenta el uso intensivo que los barceloneses hacen de esas calles, ya sea para pasear o simplemente para estar, porque el abundante mobiliario urbano las ha convertido en una suerte de parques longitudinales. Aprobada esa asignatura, han sugerido, a cambio, que el ayuntamiento sopese la opción de trasladar periódicamente los contendores de basura para que el impacto por su presencia no incomode siempre a los mismos comercios y vecinos.

Ha habido, por supuesto, puntos de vista menos entusiastas. Una parte de los comercios considera que los horarios de carga y descarga, menos generosos que en calles adyacentes, son un hándicap para su día a día, y también que las rutas para llegar al destino comportan un rodeo indeseado. Laxar las restricciones al tráfico, en cualquier caso, sería siempre en detrimento de lo ganado por los peatones, y en ese sentido parece que los ejes verdes han traspasado el punto de no retorno.

Una de las decenas de vallas de los parterres, aplastada por las ruedas de los vehículos.

Una de las decenas de vallas de los parterres, aplastada por las ruedas de los vehículos. / JORDI COTRINA

La cita con las distintas entidades y con las escuelas la ha presidido la gerente del distrito, Anna Terra, acompañada por responsables técnicos de los distintos departamentos municipales implicados de un modo u otro con la gestión de esas calles, es decir, representantes de las áreas de urbanismo, limpieza, Guardia Urbana, movilidad, etcétera, una puesta en escena que ha tenido, para algunos de los presentes, un significado muy claro: los ejes verdes no son aquel proyecto del anterior equipo de gobierno, sino una herencia que el nuevo alcalde hace suya con el propósito de no dejarla decaer.

Con posterioridad a esta primera reunión de trabajo, el distrito tiene previsto repetir este tipo de tormenta de ideas en una sesión abierta a todos los ciudadanos que los deseen, pero esta primera jornada ha servido ya para plantear cuestiones que iban más allá del simple examen de los posibles defectos imprevisto de estas reurbanizaciones. Entre las ideas planteadas ha surgido de nuevo la posibilidad de avanzar y llevar cabo las llamadas ‘ramas verdes’, es decir, extender esos ejes hasta las puertas de las escuelas más cercanas, no necesariamente con el mismo tipo de plataforma única, pero sí de manera que se creen verdaderos caminos escolares. Otra sugerencia vecinal, visto el antecedente de aquella sentencia judicial que dio respuesta a una demanda del lobi Barcelona Oberta, es que se inicien los trámites para blindar la existencia de estas calles con una revisión del Plan General Metropolitano. Queda también pendiente, aseguran fuentes municipales, abrir el debate a los grupos de la oposición, algunos de los cuales habían pedido estar presentes en la primera reunión, pero se les emplazó a un futuro encuentro, no a este, que quería dar voz a quienes a diario más conocen los ejes verdes.