Las vísperas de un pleno municipal crucial

Los siete mapas imprescindibles para entender el Plan de Usos del Eixample

Los arquitectos Mar Santamaría y Pablo Martínez son autores de las más precisas tomografías de Barcelona y, también, responsables del plan que enfrenta a socialistas y comunes

EIXAMPLE

EIXAMPLE

Carles Cols

Carles Cols

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

1916 fue el año de la batalla del Somme. Ahí se las vieron a lo largo de 40 kilómetros de trincheras los alemanes y los aliados. Fue una de las batallas más largas y carniceras de la Primera Guerra Mundial y, pese a eso, la línea del frente muy poco se movió, apenas unos kilómetros hacia el este o hacia el oeste, según la suerte de cada bando, como el Plan de Usos del Eixample, esa otra batalla, esta municipal, que este viernes enfrentará de nuevo a comunes y socialista en un pleno extraordinario en el Ayuntamiento de Barcelona. El frente también se ha movido muy poco en esta contienda. Los socialistas han ganado ya las calles de Bailén, Bruc y Roger de Llúria para su causa, es decir, para que los límites de apertura de bares, restaurantes y supermercados de 24 horas no sean los de Girona, restrictivos, y los comunes se resisten a ceder posiciones en Sepúlveda. Es la guerra, de acuerdo, pero tal vez toca periodísticamente recapitular. ¿Qué córcholis es una plan de usos? ¿Es Barcelona, como en tantas otras cosas, una rareza en este ámbito? ¿Sirve para algo un plan de usos? La respuesta a esta última pregunta es un sí rotundo y, a la anterior, menor no se pierdan qué regulan otras ciudades, como Londres y Ámsterdam.

Para la cocción de este texto no se ha ido en busca ni de los socialistas ni de los comunes para que expongan sus argumentos. Lo han hecho ya en otros textos consultables. Aquí la fuente principal son una pareja de arquitectos muy interesante, Mar Santamaría y Pablo Martínez, que desde hace 10 años han sometido la ciudad a un análisis casi tomográfico y han generado miles de mapas y fuentes documentales inéditos hasta la fecha. Si Barcelona fuera Matrix, ellos serían el personaje que en una pantalla de ordenador ve pasar el código fuente del programa. Son, además, los autores del documento base del plan de usos, del que han sido entresacados varios gráficos que hablan por sí solos y que son perfectos para aliñar este análisis.

Para abrir boca, nada mejor que una sorpresa. ¿Es Barcelona una ‘rara avis’ empeñada en regular el libre mercado? “No, en absoluto”, responden Pablo y Mar. “En Londres tal vez lo llamen de otro modo, no plan de usos, pero siendo la ciudad que es, un icono del liberalismo, prohíben la apertura de locales de ‘fast food’ cerca de las escuelas”. Pretenden así combatir la obesidad infantil. Pero más curioso es el caso de Ámsterdam. Preocupadas las autoridades por la turistificación del comercio, se tramitó una suspensión de licencias para prohibir la apertura de más tiendas de venta de quesos.

Que haya aparecido ya la palabra prohibir, requiere una pronta aclaración. “El Plan de Usos del Eixample no prohíbe, trata de prevenir, es como un cinturón que, llegados a un cierto límite, constreñirá”, explican, sin que ello comporte una asfixia comercial. Lo ocurrido en Girona y Sant Antoni, ámbitos ya bajo los efectos de un plan de usos, es perfecto para retratar que beneficios aporta el cinturón.

En Girona, desde la aprobación del plan (consecuencia directa del error que supuso que en Sant Joan no lo hubiera y el desembarco de la restauración fuera en tromba) se han abierto solo nueve establecimientos de restauración (en cualquiera de sus formas), lo que ha supuesto un incremento del 2,5% sobre el total preexistente. En cambio, sin esa competencia, los negocios de comercio de proximidad abiertos han sido 90. En Sant Antoni el efecto ha sido más cataplásmico. Había antes 445 locales de restauración y, tras la aplicación de la norma, 454. Por su parte, comercios de proximidad son 186 más. Misión cumplida.

Antes de proseguir, un poco de arqueología, o hemeroteca, si así prefieren llamarlo. Planes de usos los ha habido en Barcelona desde hace décadas, pero en ocasiones, más que prevenir incendios, pretendían apagar fuegos. Ese fue el caso de lo sucedido con el plan de usos que ponía freno a la proliferación de locutorios. Ese tipo de comercio fue un efecto secundario de la llegada de mano de obra extranjera. Los locutorios eran el cordón umbilical que les unía con sus países de origen. En zonas como la Sagrada Família, los vecinos se quejaban de la creciente proliferación de tiendas de suvenirs, pero eso no inquietó al gobierno socialista de la ciudad. Los locutorios, sí, como si fueran los verdaderos responsables del empobrecimiento del tejido comercial. No se supo intuir que serían un fenómeno pasajero. Las tiendas de suvernirs, por el contrario, parecen indestructibles. Ni la pandemia ha podido con ellas.

Ha habido más intervenciones de emergencia, para los locales relacionados con la prostitución, para los destinados al negocio del cannabis y para los locales de apuestas, que permiten decir con rotundidad que Barcelona no es Madrid. El célebre PEUAT es en esencia un mayúsculo plan de usos, que logró a partir de 2015 detener la exponencial curva ascendente de apartamentos turísticos que habían desencadenado CiU y PP en una imprudente votación en el Parlament en 2011.

Prohibir radicalmente solo se ha hecho con las ‘dark kitchens’. En los otros casos simplemente se han puesto condiciones. La diferencia ahora, con el plan de usos que se someterá a votación en el pleno municipal, es, por decirlo de algún, modo, el método científico que hay detrás. La tomografía que Mar y Pablo han realizado a la ciudad permite visualizar, como un cielo estrellado, cuántos restaurantes y locales de ocio hay en el Eixample, cuántas sillas de terraza tiene cada vecino del distrito en un radio de 200 metros de su hogar, lo mismo en camas turísticas, y también cuantos supermercados de 24h hay en cada una de las 420 manzanas del Eixample.

Bien, ¿pero el propósito real cuál es? ¿Comer más sano? ¿No comprar limpiavajillas a medianoche? ¿El queso?

El ruido. El exceso de ruido. No desde una perspectiva subjetiva, sino en función de lo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Unión Europea consideran inaceptable. Vivir de día sumergido en un ambiente de 55 decibelios, 50 de noche, es insano, no de una forma abstracta, sino médicamente insano. Puede desencadenar un proceso depresivo, problemas de corazón…, y en esa tomografía que Pablo y Mar han hecho de la ciudad se descubre que solo un 12% de las parcelas del Eixample están por debajo de esos valores día y noche. O dicho a revés. Un 63% de los habitantes del Eixample están expuestos a más de 55 decibelios de día y un 54% a más de 50 de noche.

El plan de usos es tan exhaustivo de información que hasta censa las quejas vecinales por esta cuestión, pero advierten los autores del trabajo que esa puede ser, en ocasiones, una pista inadecuada. “Cuando redactamos el plan de usos del Raval, las mayores quejas las encontramos en la Barceloneta, porque eran vecinos muy reivindicativos, y bien que hacían, pero a la hora de analizar los datos comprobamos que en el Raval la situación era más grave, aunque con menos quejas”.

O sea, la experiencia acumulada es un grado y por eso el plan de usos en discusión incorpora novedades metodológicas hasta ahora no utilizadas. No se pretende evitar solo la acumulación de una tipología de comercio. Un restaurante cada 25 metros, como máximo, en ejes como Consell de Cent, para evitar episodios como el de Enric Granados, ¡donde en un tramo de 100 metros hay 25!. Se pretende evitar la combinación de establecimientos en apariencia inconexos pero que, juntos, disparan los decibelios. “Si junto a un local de ocio se instalan tres ‘supers’ de conveniencia no es para satisfacer las necesidades de los vecinos, sino por el negocio que supone la venta de alcohol”.

Tras esta inmersión el asunto de la mano de Pablo y Mar tal vez queda más claro el motivo de las disputas entre comunes y socialistas. Estos últimos creen que poner límites a la restauración en Bailén, una calle emparedada entre las Sant Joan y Girona, es excesivo. Estaba en el diseño inicial del proyecto porque, dicho llanamente, el ‘efecto champiñón’ sí es una singularidad de Barcelona. La ingrata Aribau, con su tráfico ascendente, sin ir muy lejos, fue históricamente una calle de ocio nocturno, simplemente porque un local dio con la llave del éxito e hizo de imán. Los champiñones crecen donde menos se espera.

Y, lo dicho al principio, la ofensiva final del Somme se libra este viernes en el salón de plenos del Ayuntamiento de Barcelona. ¿Será políticamente cruenta? Solo por rematar con un apunte histórico, fue junto al río Somme donde cayó abatido el 21 de abril de 1918 Manfred von Richthofen, el Barón Rojo.