Condiciones laborales

La cultura del presentismo aleja a España de los horarios laborales de Alemania o Francia

Quemados en el trabajo, pero sin renunciar

Europa testea cómo trabajar menos mientras EEUU aspira a volver al siglo XX

Trabajar en una 'big four': la historia de cuatro empleados

Trabajar en una 'big four': la historia de cuatro empleados

Gabriel Ubieto

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"Históricamente en España se ha fomentado el presentismo", reconoce el secretario general de la patronal Pimec, Josep Ginesta. En un país que tradicionalmente se ha caracterizado por los bajos salarios, una de las maneras de promocionar o medrar era echando más horas que las estrictamente marcadas. Ya fuere para complementar el sueldo con horas extra, ya fuere haciendo méritos para un futuro ascenso. 

Esa cultura del ‘calentar la silla’, muchas veces sin motivo, ha dejado su huella más recientemente en lo relativo al teletrabajo. Una vez los contagios por covid se han vuelto anecdóticos, muchas empresas han tocado el silbato para que sus empleados volvieran a la oficina. Según datos del INE, durante el confinamiento se alcanzó un pico de trabajo a distancia del 19,1% de los asalariados, hoy pervive un 13,1% y solo la mitad de esos teletrabajadores opera más desde su casa que desde la oficina.  

Mientras en países como Alemania o Suecia está socialmente mal visto quedarse para hacer horas de más y a partir de determinada hora es habitual que se apaguen automáticamente las luces de las oficinas, en España mientras cae el sol gran parte de la población ocupada sigue con su jornada. Según datos de la OCDE, un trabajador español echa, de media, 1.643 horas al año, 300 más que un alemán, 200 más que un sueco o 140 más que un francés. Es decir, un español a final de año acaba trabajando casi dos meses más que un alemán. En este sentido, la jornada de un español es más parecida a la de sus vecinos íberos, los portugueses, o mediterráneos, los italianos o griegos.  

“El número de horas trabajadas en una fábrica alemana no será muy diferente a las que se hacen en una fábrica española o italiana. El problema es que aquí el peso de la industria es mucho menor y los servicios, especialmente aquellos que viven cara el público, son muy relevantes”, apunta el profesor de economía, contabilidad y finanzas de Esade, Pedro Aznar. “Que seamos un país de pymes tampoco ayuda, ya que esa eficacia organizativa que puede alcanzar la gran empresa no está al abasto de muchas micro o pequeñas empresas”, añade Ginesta.  

El asunto de la jornada laboral ha entrado en campaña electoral. Partidos como Sumar abogan por reducir la jornada máxima a 37,5 horas semanales -equiparandola con la de los funcionarios-, mientras el PSOE aboga por habilitar incentivos -que no ha concretado- para que patronales y sindicatos pacten por su cuenta y en cada sector disminuir las horas a trabajar. El PP, por su parte, todavía no ha avanzado propuestas a dicho respecto. 

Jornadas tóxicas

No solo las jornadas laborales de los españoles son largas, sino que también son irregulares. Y los jóvenes son los que peor parte se llevan en este sentido. Según datos del INE, el 35,2% de los menores de 25 años trabaja de manera ocasional o recurrente hasta última hora de la tarde. Y, según esos mismos datos, el 27,9% de los jóvenes trabaja de manera más o menos habitual los domingos.

Las largas jornadas de trabajo y la falta de descanso entre jornadas son dos de los múltiples factores que pueden explicar una relación laboral “tóxica”, en palabras del catedrático de la UPF y codirector del JHU-UPF Public Policy Center, Joan Benach. Factores que si se suman a ritmos elevados de trabajo, falta de autonomía durante el mismo o la inseguridad sobre si uno será despedido por algún error o falta o no renovado al finalizar su contrato pueden acabar quemando a un trabajador. 

“Tener malas condiciones laborales, a veces de manera más súbita, a veces de forma más crónica, se te acaba metiendo dentro del cuerpo. Es algo tóxico que nos desgasta física y mentalmente. Los trabajadores con peores condiciones laborales tienen más infartos de miocardio, contrariamente a la imagen popular que tenemos del ejecutivo agobiado”, explica. 

No es casual, según señala, que España sea el país de todo el mundo con mayores tasas de consumo de benzodiazepinas por habitante. Benach lideró un grupo de expertos a los que el Ministerio de Trabajo encargó un informe sobre los efectos de la precariedad sobre la salud mental de los españoles. Según el mismo, casi un 11% de adultos declara haber consumido tranquilizantes, relajantes o pastillas para dormir en las últimas dos semanas. "La gente está muy machacada", afirma.

Avances en conciliación

En términos de horas trabajadas, España (y las economías occidentales en general) fue disminuyendo intensamente sus jornadas hasta entrada la década de los 80 del siglo pasado, cuando entró en un estancamiento relativo en este aspecto. La reducción de la jornada anual es una de las materias más peliagudas en la negociación colectiva y los empresarios ceden con más facilidad a la hora de subir sueldos que de reducir horas, según coinciden fuentes sindicales consultadas. 

No obstante, sí ha habido avances recientes en lo que a bolsas de horas se refiere. Es decir, la jornada en sí no se toca, pero sí se suman días libres. A lo que cabe añadir los cambios desde la Administración introducidos en materia de conciliación. Por ejemplo, hasta 2007 los hombres únicamente tenían dos días por nacimiento de hijo y actualmente disponen de 16 semanas, como las mujeres. 

La asignatura pendiente, según señala la profesora de derecho y Seguridad Social de la UPF Consuelo Chacartegui, es la flexibilidad en materia de conciliación. Es decir, la capacidad de los trabajadores para poder exigir a la empresa una concreción horaria o una distribución concreta para cuidar de hijos o padres. “Actualmente las compañías tienen un excesivo poder para unilateralmente distribuir la jornada”, afirma.  

¿El huevo o la gallina?

Que España tiene unos índices de productividad (PIB generado por horas trabajadas) alejado de la media europea es un hecho objetivo. El porqué y cómo corregirlo es fruto de mayor debate. ¿Los trabajadores españoles echan muchas horas porque son improductivos o son improductivos porque echan muchas horas?

Volviendo a la composición sectorial de la economía española, el investigador de Esade lo señala como un factor relevante. Es decir, no es igual de productiva la industria aeroespacial, escasa en España, que la hostelería, abundante. “La intensidad tecnológica en España es el 66,2% respecto a la media de la eurozona”, afirma Aznar. Es decir, las empresas invierten menos en tecnología. 

La expectativa de una jornada larga, por otro lado, también provoca que los trabajadores se dosifiquen más a lo largo del día para aguantar tantas horas. “Reducir la jornada laboral por sí misma no aumenta la productividad, es necesario un gran pacto de país para mejorar organizativamente. De la misma manera que hace unos años nos sensibilizamos con los riesgos laborales y ahora los empleados se ponen el casco y los jefes velan porque estos se lo pongan, con la productividad y las horas de trabajo debemos hacer lo mismo”, afirma el secretario general de Pimec.

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