Desigualdad

La inflación se ceba económica y mentalmente con las mujeres

La escalada de precios afecta especialmente a las rentas más bajas, que dedican una mayor parte de sus ingresos a los bienes de primera necesidad

El mercado de la Boqueria de Barcelona.

El mercado de la Boqueria de Barcelona.

Gabriel Ubieto

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Las hamburguesas de 1 euro de las populares cadenas de comida rápida ya no cuestan 1 euro y eso perjudica en mayor medida a las mujeres. No porque sean las principales consumidoras de ese producto, de dudoso gusto culinario y seguro perjuicio para la salud en caso de ingesta masiva o recurrente. Sino porque esa subida de precios, o lo que es lo mismo, la inflación, perjudica más a las mujeres que a los hombres y es un riesgo real tanto para el bienestar de sus bolsillos como el de su salud mental. El concepto incluso ha sido bautizado con un anglicismo: 'She-flation'.

La inflación es lo que los economistas llaman un ‘impuesto regresivo’, es decir, afecta más a quien menos tiene y es más llevadero para los más pudientes. “Y las mujeres están sobrerrepresentadas entre los colectivos de mayor vulnerabilidad económica”, explica la profesora de economía de la UB Judit Vall. Según los últimos datos disponibles de la Encuesta de Estructura Salarial del INE, una de cada cuatro mujeres cobraba menos de 901 euros al mes antes del covid. “O, por ejemplo, el 84% de las familias monoparentales las encabezan mujeres”, añade Vall.  

“Las personas con menos recursos dedican una parte más importante de la renta a bienes de primera necesidad como podría ser el consumo de alimentos y por eso se pueden ver más afectados por la inflación”, explica la profesora de economía aplicada de la UdG Sara Ayllón. Según un reciente análisis de la OCU, el coste de la cesta de la compra ha subido en el último año el 9,4%. Alimentos como el aceite de marca blanca se han encarecido el 53% y alimentos como la pasta, los plátanos de Canarias o el salmón en rodajas entre un 30 y 40%. Lo que se traduce en un gasto adicional de cerca de 500 euros anuales para las familias.

Estos productos tienen lo que los economistas denominan una ‘demanda muy rígida’, es decir, que dificulta buscar sustitutos. “Uno puede dejar de ir de vacaciones si le sale muy caro, pero resulta más difícil limitar la calefacción en los meses de invierno”, según explica la investigadora de Caixabank Research Rita Sánchez Soliva, en un reciente artículo. Así lo constatan los últimos datos publicados por Eurostat a este respecto. Según estos, antes de la pandemia los hogares con menor renta dedicaban el 13% de su gasto en alimentos y en torno al 20% en vivienda, gas, electricidad y calefacción; mientras que los hogares de mayor renta destinaban menos del 10% y del 5%, respectivamente. 

Cuestión de clase

Partiendo de dichas cifras, la economista Sánchez Soliva estima que, en el conjunto de la UE, la inflación está siendo más elevada para las rentas más bajas que para las altas. Entre las primeras es del 7,3%, mientras que para las segundas del 6,5%, ocho décimas de diferencia. Y, en este sentido, los primeros análisis arrojan cifras preocupantes para los bolsillos de los españoles. Pues si bien la renta bruta había caído cerca del 4% respecto al periodo pre pandemia, la inflación en contraste con ese mismo periodo supera el 5%, según el mismo análisis del gabinete de estudios de Caixabank.

“Es posible que la desigualdad de salarios por género, ya existente en el mercado de trabajo, se agudice si los sectores más feminizados tardan más a actualizar los salarios de acuerdo con la evolución de precios”, apunta la investigadora de la UdG; aunque esta no podrá medirse estadísticamente hasta de aquí unos meses. Actualmente, de media, las mujeres cobran el 19% menos que los hombres. El gabinete de estudios del BBVA ya apunta en esa dirección. "Las restricciones de capital humano están acelerando los salarios de la construcción y la industria [sectores más masculinizados]. Esto es más difícil que se produzca en el sector servicios [sector más feminizado], donde la productividad es más baja y la sindicación probablemente menor", advierte en su último análisis de situación. Un sector, el de servicios, que llega a esta espiral inflacionista con varias de sus actividades especialmente castigadas por la pandemia -hoteles, agencias de viajes, restauración, ocio, etc.- especialmente castigadas.

Una carga mental

Ir al supermercado y ver como suben progresivamente los precios o revisar las facturas de la casa y ver como engordan es algo que desgasta el bolsillo y angustia. Y no por casualidad son las mujeres las que asumen de manera mayoritaria estas tareas. Según la última encuesta de calidad y condiciones de trabajo de la Generalitat, el 54,7% de las mujeres asumen más de la mitad o todas las tareas del hogar. "Hay varios estudios que demuestran que las mujeres, como tienen salarios más bajos de media y por ello cobrarán pensiones más bajas, tienen una mayor tendencia al ahorro. Y como su situación en el mercado laboral es más vulnerable, también tienden a ahorrar por si pierden su empleo", explica Vall.

Según el informe de este año de European Financial Planning Association (EFPA), en España el 43% de los asesores financieros considera que las mujeres están más concienciadas que los hombres sobre la importancia de ahorrar para la jubilación, frente a un 16% que considera lo contrario. "Ver como la misma compra que hacían antes les cuesta más dinero puede suponerles una preocupación mayor que a los hombres", prosigue la economista de la UB.

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