BALONCESTO

¿A qué viene esta locura anotadora en la NBA? Doncic, 73 puntos; Embiid, 70; Booker y Karl-Anthony Towns, 62...

Doncic, en el partido histórico ante Atlanta.

Doncic, en el partido histórico ante Atlanta.

Albert Guasch

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Unas metralletas se han desatado por las canchas de la NBA. Un ratatata fustiga los aros cada noche esta temporada, generando una escandalera anotadora que tiene impactados a los analistas de la liga norteamericana. 

En una misma semana se ha visto una película del oeste casi cada velada. Joel Embiid, de los Philadelphia 76ers, despachó 70 puntos; Karl-Anthony Towns, de Minnesota Timberwolves, 62. 

En la madrugada del viernes, Devin Booker, de Phoenix Suns, se cascó también 62 puntos. Pero quedó eclipsado por completo por los 73 que amontonó Luka Doncic, de Dallas Mavericks, ante Atlanta Hawks.

El esloveno de 24 años logró la cuarta mejor anotación de la historia de la NBA. Solo le superan Wilt Chamberlain, que alcanzó el Everest con los míticos 100 puntos en 1962, y Kobe Bryant, autor de 81 en 2006. La bestia de Chamberlain hizo, además, 78 en 1961. 

“Figurar junto a estos dos nombres es realmente especial. Es increíble”, dijo el exjugador del Real Madrid tras el partido. Obviamente, no hay europeo que haya desembarcado en la liga estadounidense con registros remotamente parecidos.

Doncic se sintió en estado de gracia desde el principio. Bien, antes del pitido inicial, no tanto. “Curiosamente, durante el calentamiento fallé bastantes tiros”, explicó. Pero en cuanto la cosa fue en serio, ya no hubo forma de pararle. 

Llegó un momento desesperado en que el entrenador de Atlanta le puso a dos hombres encima a la altura ya del medio campo. Sin resultado. A lo mejor con los cinco alrededor habría funcionado, pero no es seguro. 

En el descanso ya llevaba 41 puntos. Y sus estadísticas de lanzamiento totales fueron impresionantes. No se trató de la típica demostración de estrella que dispara a canasta meta o no meta. 25 de 33 de tiros de campo, 8 de 13 en triples, 15 de 16 en libres. Se aprovechó, eso sí, de que Kyrie Irving, el otro tirador nato del equipo, tenía la baja médica.

“Probablemente estoy en el mejor momento de mi carrera”, musitó el esloveno, que recibió una festiva ducha de agua de sus compañeros en cuanto pisó el vestuario tras responder sobre la gesta ante diversos micrófonos.

El debate que afloró inmediatamente en las ágoras de la NBA giró alrededor del frenesís anotador, de las exhibiciones salvajes de puntería, de los marcadores abultadísimos que se reflejan en la mayoría de enfrentamientos de la competición. La media por equipo y partido se eleva este curso a los 115,6 puntos, uno más que el año anterior y cinco más que hace dos. Un promedio que no se veía desde la campaña 1969-70. Pero lo llamativo son las demostraciones de solistas poseídos por la inspiración que se encadenan noche tras noche. ¿Qué está ocurriendo? ¿A qué viene esta locura de guarismos?

El nivel de la NBA

Se lo preguntaron a Kevin Durant, veterano alero de los Suns, una máquina encestadora desde que tiene uso de razón, después de que le informaran sobre los 70 puntos de Embiid el pasado lunes ante San Antonio Spurs. Ofreció un discurso pensado: "La calidad y el talento en esta liga es una locura. Y los entrenadores son cada vez más creativos; los esquemas ofensivos son muy variados. Hay grandes tiradores, grandes jugadores que saben penetrar a canasta. El nivel de baloncesto que tenemos ahora es mayor que nunca. Hay un montón de tíos capaces de meter 9 o 10 triples por noche como si nada. Contra esto tenemos que luchar", dijo el alero de 35 años, actualmente quinto máximo anotador del campeonato.

El ránking está ahora mismo liderado por Embiid, con 36 puntos por contienda. Segundo es Doncic, con 34,6. Tercero, Shai Gilgeous-Alexander, de Oklahoma, con 31,1. Cuarto, Giannis Antetokoumpo, de Milwaukee, con 31. Y quinto el mentado Durant, con 28,8. Dos pívots con muñeca de base y tres jugadores de posiciones más externas.

Repasando el argumentario, existe coincidencia en varios factores para explicar semejante fluidez ofensiva. El alto ritmo de los partidos combinado con un elevado grande de eficencia sería uno. Se tira más de tres desde hace años y cada vez con más efectividad. Las defensas se tienen que abrir más para protegerse de pívots como Embiid o Towns entrenados para el lanzamiento lejano. Han mejorado las estadísticas de rebotes ofensivos y se han minimizado las pérdidas. Y como dice Durant, se percibe más sofisticación táctica en la pizarra.

Luego, claro, está la destreza de los jugadores, tipos como Doncic que mezclan altura, corpulencia, habilidad, ritmo de pies y comprensión del juego. "¿Mi plan? Mi plan se llama Doncic", confesó riendo Jason Kidd, el entrenador de Dallas, tras el triunfo ante Atlanta. Porque conviene subrayar que la exhibición se redondeó con victoria.

En los foros de la NBA surcaba la cuestión de si la marca de los 81 puntos de Kobe Bryant se superará pronto. O si los 100 de Chamberlain son realísticamente alcanzables en un futuro cercano. Son palabras mayores, en principio intocables. Pero ya nadie descarta nada. Muchas metralletas andan sueltas por las pistas.