El bajón de Koundé: el defensa se desfigura

Poco a poco ha ido descendiendo tanto su rendimiento que ha terminado en el banquillo. En el último partido del año, aquel sufrido triunfo contra el Almería (3-2), que desató la indignación de Xavi Hernández, quien gritó como nunca, Jules Koundé desapareció del once inicial. Era suplente el defensa francés, cuyo bajón ha sido tan evidente que hasta el técnico, que lo ha protegido al máximo, le dio el chándal de los descartados, aunque luego, visto el drama (1-1 en el descanso y pitos de Montjuïc al Barça) le hizo aparecer en la segunda mitad formando pareja con Araujo, quedándose Christensen en el vestuario.

Hay muchos Koundés en un solo Koundé. Ya en los partidos anteriores (Girona y Amberes) se había visto la versión más desfigurada del defensa francés, por quien el Barça pagó 50 millones al Sevilla para fortalecer su zaga.

Está el Koundé lateral derecho, una posición que no le gusta, como ya le advirtió en una charla a Xavi, debilitado por las dos derrotas consecutivas, antes de empezar esta temporada, que decepcionó contra el equipo de Míchel y está también el Koundé central que se apagó en Bélgica. Ni uno ni otro son quien deberían ser. 

El Barça se desangra defensivamente como nunca antes había ocurrido con Xavi en el banquillo. Girona, con cuatro goles en el casa de alquiler del equipo azulgrana, y Amberes, con tres –algo que nunca había hecho en Europa-, hurgaron en esa herida.

Y Koundé apareció en esas escenas de caos y desorden que tanto sacan de quicio al técnico, cansado de denunciar "errores individuales". Hasta 10 goles encajados en los cuatro últimos encuentros avalan esa debilidad que atormenta al Barça.

Errores a los que Xavi no pone nombre propio porque de tan evidentes que son todos saben quien es el responsable. Tanto en el interior del vestuario como fuera. Y eso que Koundé inició bien el curso, ya establecido en su rol de central, mientras Araujo era desterrado a la banda como lateral, por donde luego desfiló Sergi Roberto hasta que Cancelo, un especialista, se instaló definitivamente allí. O eso parecía.

Los errores y la lesión de Granada

En Granada, en aquel empate (2-2), se vio sufrir a Koundé ante Bryan Zaragoza. Estaba siendo central, pero a campo abierto el demonio andaluz, que acaba de fichar el Bayern Múnich ejecutando su cláusula de 15 millones de euros, lo sometió. Además, esa misma fatídica noche se lesionó. Sufrió un esguince del ligamento lateral interno de la rodilla izquierda que le hizo estar tres partidos de baja.

A la vuelta, no ha vuelto el mejor Koundé. Tal como si se subiera desfigurado. Regresó ante la Real Sociedad en San Sebastián donde se le vio impreciso en la construcción del juego, cometiendo errores que casi le cuestan goles al Barça. Al siguiente duelo, Xavi lo envió al banquillo desde donde asistió a la derrota europea contra el Shakhtar. Ni un minuto jugó el francés. Ni de lateral (era Cancelo) ni de central (la pareja estaba formada por Araujo e Iñigo Martínez).

El debate con Araujo

A partir de ahí, volvió el francés, de 25 años, a instalarse en la titularidad, alternando ambas funciones, obligando al técnico a intervenir en un conflicto soterrado que supuraba desde el vestuario. Con Cancelo, el especialista de la banda derecha, ubicado en el flanco izquierdo de la zaga, Koundé y Araujo se reinvidicaban como expertos del eje central para abandonar el exilio de la banda.

"Ellos juegan donde se les diga, no hay debate. El problema será para sus seleccionadores porque los dos juegan de laterales con ellos", recordó Xavi aludiendo a Marcelo Bielsa que colocó al uruguayo como lateral y Didier Deschamps que solo emplea al francés en esa demarcación.

Ante el Girona, Koundé tuvo problemas con Sávio, anclado en la banda izquierda, además de perder un decisivo duelo con Valery en el 1-3. Un duelo en una zona pantanosa –fue burlado en la frontal del área- que le hizo aparecer en la fotografía final de ese gol, al igual que le sucedió en el 3-2 del tiempo añadido con el Amberes cuando Ilenikhena certificó el triunfo y deformó aún más la imagen de un débil y poco contundente Koundé.