Opinión | Apunte

Sònia Gelmà

Sònia Gelmà

Periodista

Las obras del Barça, por Sònia Gelmà

Xavi, el Barça y los vales

¿Xavi se la juega?

Lo de Gavi no es culpa de nadie 

Xavi llama la atención de sus futbolistas durante el partido con el Girona.

Xavi llama la atención de sus futbolistas durante el partido con el Girona. / Jordi Cotrina

Septiembre de 2026. Es la fecha marcada para el final de las obras del Camp Nou. Veremos si se cumple. Pero, aunque lo pueda parecer, la del nuevo estadio no es la única gran construcción en la que está inmerso el club azulgrana. Este otro gran proyecto también tiene una fecha de inicio, el verano del 2021, aunque por el camino cambió de jefe de obras, y, lo más preocupante, no tiene fecha de finalización. Se trata del primer equipo del Barça y quien afirma que está en construcción es su técnico, Xavi Hernández. Lo que es innegable, las pruebas son evidentes, es que no está resultando un levantamiento sencillo.

No es el proyecto que diseñaría un buen arquitecto. Debemos admitir que tiene deficiencias de origen que no pueden ser subsanadas por falta de liquidez. Xavi podría tener razón si nos señalara que han ido apareciendo grietas inesperadas por el camino, que los materiales no son siempre los mejores del mercado e incluso le podemos conceder que no nos conformamos con un producto final cualquiera. Es el Barça y, por tanto, se le pide que sea el más bueno, el más bonito y el más barato.

Volver a empezar

Pero a partir de ahí, resulta descorazonador observar cómo, cada vez que creemos tener los cimientos asentados, cada vez que pensamos que ya podemos avanzar a la siguiente fase, la base tiembla hasta caerse de nuevo. Han pasado tres años. Pero, aunque sea desolador verlo caer una y otra vez, tener esa sensación continua de volver a empezar, aún es más doloroso observar -por comparación- como la obra del Girona, con peores materiales, con algún que otro remiendo, no solo está construida, sino que además luce casi mejor que la tuya con una idea similar.

Xavi, con el casco puesto –en cualquier momento puede escaparse algún cascote-, defiende que la obra está a medio hacer, pero el ritmo de avance está en su debe. Y lo señala en el peor día posible, justo cuando vemos un jefe de obra que sabe perfectamente como levantar su edificio aprovechando al máximo las capacidades del mismo.

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