La jornada de Liga / El partido del Camp Nou

El Barça se enfría

El equipo azulgrana sigue a 7 puntos de un Madrid que también acabó pidiendo la hora en Getafe

Cuenca intenta superar a dos jugadores de la Real, en el partido de ayer en el Camp Nou.

Cuenca intenta superar a dos jugadores de la Real, en el partido de ayer en el Camp Nou.

DAVID TORRAS
BARCELONA

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Pues no, Guardiola no tiró la Liga cuando se puso delante de la pizarra y entre los once elegidos escribió los nombres de Cuenca, Tello y Dos Santos, como sostenían algunas voces desde Madrid antes de empezar el partido. Juegue quien juegue, el Bar-

ça no tira nada, aunque sufra inmerecidamente más de la cuenta como ayer ante la Real Sociedad (2-1), pero no por la presencia de esos jóvenes. Al contrario. A ellos no hay nada que reprocharles. Y tampoco a Messi, que metió un gol pero perdió un sinfín de ocasiones para evitar los apuros finales. El Barça anda justo, bajo mínimos, pero a diferencia de otros que tienen por delante una larga y aburrida semana, el miércoles volverá a pelear para acabar de meter los dos pies en la final de la Copa del Rey. En la Liga, todo sigue igual, con el Madrid a siete puntos, pero en la Copa, la última imagen de los blancos es la de Mourinho esperando al árbitro en el párking.

LA ANSIEDAD DE MESSI / A Pep no le tembló el pulso por más que la fría noche se iniciara a 10 puntos del Madrid y en un Camp Nou más despoblado que nunca, con poco más de 52.000 valientes (la entrada más floja en la Liga) que quisieron dar calor al equipo. Guardiola sigue dando calor a estos jóvenes descarados que andan esperando una oportunidad. A la aparición de Cuenca, le ha seguido la de Tello, un tipo que a cada metro que corre saca otro de ventaja, y que recibió el premio a su atrevimiento marcando el gol tras una asistencia de Messi. Metió otro, pero Alves le arrebató ese doblete por un tonto fuera de juego.

A Leo le costó encontrar lo que tanto necesita y lo que tanto buscó. Vaya si lo busco. Una y otra vez, agravando ese estado obsesivo que le delata cuando no se sale con la suya, y que le acerca más al Messi de Argentina que al Messi del Barça. Lo intentó de todas las maneras, del derecho y del revés, pero fueron pasando una detrás de otra, y a cada ocasión perdida se le veía más desencantado, con la cabeza gacha. Siempre le faltó o le sobró algo, pero tras cada decepción, llegó la misma respuesta por parte del Camp Nou: «Messi, Messi», coreó una y otra vez, haciéndole saber que puede fallar cuando quiera. Hasta que dijo basta y apareció, aunque para desgracia del Barça, el que era el gol de la tranquilidad se esfumó de inmediato con el 2-1.

A ese golpe y a la intranquilidad que sobrevolaba en el estadio, recordando quizá el partido de Anoeta donde se pasó del 0-2 al 2-2, se le unió una desgracia. Guardiola tuvo que recurrir a Busquets, una de las piezas que había reservado para el partido ante el Valencia, para poner orden y tranquilidad, y al poco rato cayó retorcido de dolor, con una brecha en la tibia y signos de alarma.

LA COMEDIA DE PEPE / El partido acabó como un ejercicio de supervivencia, con el Barça pidiendo la hora. También el Madrid sufrió en Getafe para sumar tres puntos que Mourinho amarró con unas y dientes, de pie en la banda, pidiendo a los suyos que aguantaran de cualquier manera, con el gesto tenso, consciente del valor de un triunfo justo en el escenario donde el gran rival sufrió un revolcón. Salió ganando, pero le tocará cerrar la boca y dejar de enredar con las quejas y los árbitros. Después de toda la semana dando cuerda al tema de siempre, repasando mil veces la mano de Pinto en Valencia, anoche se volvió en su contra. A pocos minutos del final, Pepe también tocó el balón con la mano, pero no fuera del área como Pinto. Lo hizo dentro. No era expulsión, pero sí un penalti indiscutible y, por tanto, el posible empate.

La jugada reforzó la nueva imagen de Pepe, convertido en un ridículo comediante que, en su afán de disimular la mano, se revolcó por el suelo, doliéndose de un balonazo en la barriga. Otro acto de la obra de teatro en que Pepe ha convertido su carrera, el símbolo del Madrid que ha construido Mourinho y que ha echado por tierra su imagen. «No lo he visto», dijo Karanka sobre la mano. El Barça tiene otras cosas en las que fijarse. Le espera el Valencia. Y otra final a la vista.