Un Barça rocoso gana pero no sentencia en los cuartos de la Champions

Quien diga que la Champions es fácil no tiene ni idea. Cuando suena ese himno que pone la piel de gallina, de nada importa la historia o el palmarés. El equipo más desconocido puede hacerte un destrozo. El Barça, vigente campeón, visitó al novato Brann noruego y se cercioró, una vez más, de que levantar el título europeo es una tarea de constancia y esfuerzo. Terminó ganando (1-2), pero no cerró la eliminatoria, que se decidirá la semana que viene en el Johan Cruyff, con todas las entradas ya vendidas.

El Barça estuvo espeso sobre el césped del Asane Arena. Fue un día de esos en que la teoría te la sabes, pero llegas al examen y las preguntas no te acaban de dar confianza. Aquello estudiado, que resuena en tu cabeza, no coge la forma que esperabas y no consigues plasmarlo a la hora de la verdad. Entre la frustración y la cabezonería navegó el conjunto azulgrana. Las jugadas se hilaban con fluidez, pero los últimos pases o las ocasiones claras no llegaban a entrar como si lo han hecho en múltiples ocasiones. Pese a la evolución a trompicones, el Barça vio portería rápido.

Delicadeza y brutalidad

Caroline Graham Hansen despierta un brillo hipnótico. La noruega, nombrada MVP del duelo, volvió a casa, a su país natal, muy diferente de cómo se marchó. Aquella niña que daba el salto para cumplir sus sueños se plantó sobre el verde del estadio noruego con la autoridad y la elegancia que la define. Ese toque de balón, ese instinto reluciente que le permite interpretar el juego y estar siempre en el momento justo. Se encontraba dentro del área pequeña, delante de la portería, cuando el balón le cayó en los pies. Tenía el premio delante. Recortó mientras levantaba mínimamente los ojos. Se colocó eficientemente la bola en la derecha y, tras un leve suspiro, reventó el balón casi de forma vertical dentro de la portería. Delicadeza y brutalidad en un remate que ponía por delante a las culés.

Con cierto sosiego con el 0-1 en el marcador, el Barça mantuvo el control ante un Brann que empezaba a elucubrar cómo parar a las culés. Las noruegas sabían que si las azulgranas, pese a no estar en su mejor día, conseguían encadenar un par o tres de ocasiones certeras, lo más probable era que el marcador se fuera agradando. Achicaron agua del barco y, tras un par de contragolpes que pusieron en preaviso al Barça, revolucionaron el encuentro antes del descanso. Tras una acción colectiva, Cecilie Kvamme remató sola ante Cata Coll, que poco pudo hacer para que evitar que el balón entraba dentro de la red. Incredulidad, alegría y sorpresa irradiaban el abrazo colectivo en el que fundieron las locales. La eliminatoria volvía a empezar.

El Barça salió más certero. Temporizó mejor y se permitió fluir sobre el verde. Una menor rigidez provocó combinaciones que eliminaron la ansiedad. Y, con la calma, Salma Paralluelo volvió a ser decisiva. La aragonesa está de dulce. Con su izquierda mágica, mientras cada vez se veía más escorada y taponada por la defensa noruega, acarició el balón con mimo para poner tierra de por medio en el marcador.

Con el 1-2, el marcador no se movió más. El Barça se llevó la victoria en Bergen tras un partido en el que les costó imponerse, situación que no pasa a menudo. El Brann plantó cara, les miró a los ojos, y compitió. Con la eliminatoria abierta, el Johan Cruyff aguarda el asalto final.