La ronda catalana

Landa planta cara, pero Pogacar remata en la Volta

Segunda victoria consecutiva del fenómeno esloveno que fue el único que respondió a un feroz ataque del corredor alavés, segundo de la general, a siete kilómetros de la cima de Port Ainé.

Multimedia / así es el coloso de la Volta.

Cuando la Volta se corría a ciegas.

Tadej Pogacar vence en solitario en la cumbre de Port Ainé.

Tadej Pogacar vence en solitario en la cumbre de Port Ainé. / LA VOLTA

Sergi López-Egea

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Con el depósito sin combustible no se puede subir un puerto porque el coche se puede detener en cualquier momento. Cuando se ataca a 7,4 kilómetros de meta, todo en cuesta, la meta en la cumbre de Port Ainé, Volta 2024, hay que evitar el punto rojo, el que aparece cuando se mira el ciclocomputador, ir al límite y pensar en décimas de segundo que seguir a Tadej Pogacar es una locura que sólo se convertirá en un desastre total.

Mikel Landa, segundo de la etapa, como el martes en Vallter 2.000, segundo de la general, atacó desde lejos. Pero no lo hizo como se acostumbraba a hacer en todas las carreras hasta que aparecieron monstruos como Pogacar ; es decir, para ganar la etapa y para ponerse líder de la general. Ahora, cuando estos corredores que triunfan en todos lados acuden a una carrera como la Volta a ciclistas como Landa sólo les vale ser segundo. Y ya es mucho, muchísimo, lo máximo y un éxito total de cara al resto de corredores que pedalean en otra dimensión.

Landa, en la meta de Port Ainé, se muestra feliz. Refresca, pero le caen las gotas de sudor por debajo del casco, se saca los mocos, se le ve concentrado en la prueba y convencido de que si el domingo llega a Barcelona en segundo lugar de la clasificación será una proeza personal. “No quise sobrepasar la línea roja”, afirma y recuerda que cuando atacó, cuando movió el árbol de la Volta, sólo Pogacar le respondió. ¡Bravo por intentarlo! Pogacar se le pegó a la rueda y plis plas en menos de 50 metros el esloveno ya estaba el primero y Landa el segundo con asfalto de por medio. Para no verlo más. Ni siquiera en el podio, porque Pogacar lo domina todo; la general, la montaña y la regularidad y sólo él dispone de los honores, de los trofeos y de los ‘maillots’ que llevan los líderes en los actos protocolarios.

“Voy día a día, pero lo que pretendía era distanciar al tercero, fuese el que fuese”. Landa no conoce ni la etapa del sábado, la subida a Pradell, “¿Es dura, verdad?”. Y se le cuenta como es. Ahora tendrá dos días de cierto reposo con esprints a la vista en Lleida y Viladecans donde podrá recuperar el aliento.

Pero Landa podrá presumir de que atrevió a atacar en la Volta antes de que lo hiciera Pogacar, que ya es mucho, para luego eliminar a los corredores que trataron de ir a su rueda como el estadounidense Sepp Kuss, ganador de la Vuelta 2023, o el australiano Chris Harper. Y hasta alardear de haber sido el único ciclista que cruzó la línea de meta de Port Ainé persiguiendo a Pogacar a menos de un minuto del fenómeno. Le sacó 48 segundos. Por eso, y porque sabe que el super líder de la carrera es intocable como una línea de alta tensión, Landa estaba feliz y satisfecho por lo que, de hecho, había sido toda una hazaña en la ronda catalana.

Y porque por detrás de él, con el ruso sin patria, Aleksandr Vlasov, como primer perseguidor y tercero de la general, todavía se padecía más, porque Landa no había sufrido, había subido muy rápido, pero sin poder llegar a los picos de 25 por hora con los que Pogacar impulsaba la bici, una velocidad que cuesta horrores conseguir a muchos cicloturistas incluso circulando por una carretera llana.

Pogacar, siempre con los mechones sobresaliendo por encima del casco, iba a su rollo, a seguir dominando la carrera y hasta para hacer dudar de sus palabras cuando confesó que en los dos kilómetros finales no lo había pasado nada bien por la dureza de la subida. “Al atacar Landa quise seguirlo y cuando vi que habíamos hecho hueco decidí irme por delante. Tal vez era demasiado pronto, pero me encontré muy bien hasta los dos kilómetros finales”. Será verdad, aunque no lo pareciera, quizá tan solo para demostrar que pese a la evidencia Pogacar es un ser humano y no ha llegado a la tierra desde otra galaxia.

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