Cuando la Volta se corría a ciegas

Multimedia / así es el gran coloso de la Volta.

Tourmalet 2024 por Sergi López Egea

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Sergi López-Egea

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Cuando los periodistas esperaban la llegada de los corredores a Pal, en Andorra, lo hacían a ciegas porque en 2011, la fecha de la anécdota, no había televisión (aunque a veces, como este martes, siga fallando) ni nada de nada, y encima la información que se recibía de la Volta en directo era más bien escasa por no decir nula. De repente, sin que nadie lo esperase, apareció un ciclista que en vez de levantar los brazos como triunfador de la etapa lanzó una especie de disparo simbólico como si sus dedos apretasen un gatillo. Era Alberto Contador que pocos meses después acabó descalificado y perdió el título de vencedor de la ronda catalana por todo el follón que le acarreó el tristemente famoso solomillo de Pau en el Tour de 2010.

Aquella fue una época terrible para la Volta. No disponía de televisión, a pesar de tener unos participantes de fábula, estaba dejada de la mano de Dios, los ‘maillots’ que acreditaban que el corredor que lo llevaba era el primero de una clasificación determinada, aparecían en blanco, no había ni dinero para pagar las dietas de los equipos y en la caja fuerte de la organización predominaban más las telarañas que el dinero en efectivo.

El miedo a la desaparición

Amenazaba muy seriamente la posibilidad de que una prueba que se convertía en centenaria acabase desapareciendo del mapa ciclista. No había apenas fe, ni esperanza, ni la caridad de las empresas catalanas para hacerse cargo de la prueba, aunque esa posibilidad, pese a que ha mejorado este año, tampoco es que sea la deseada.

Pero surgió el milagro. Si antes se decía que las cigüeñas llegaban desde París y los niños pequeñitos se lo creían, desde la capital francesa sí apareció la luz para la Volta de la mano nada menos que del Tour de Francia, la madre de todas las carreras, que la acogió en su seno. No lo hizo como prueba enteramente organizada por ellos como sucede con carreras como la París-Niza o la Lieja-Bastoña-Lieja, por citar dos, porque la Volta siguió gozando de plena autonomía, pero sí les facilitó lo más importante. Les produjo la señal televisiva, lo más caro, pero a la vez lo imprescindible para dar visibilidad a una carrera y les facilitó que Unipublic, la marca del Tour en España, la que conducen los destinos de la Vuelta, les suministrara los materiales y los elementos de seguridad que necesitaba la Volta.

Una inyección de moral

Fue una inyección, más que de capital, de moral porque alguien creía en ellos, porque era como ver la luz que indica que se está saliendo del túnel, que alguien les había hecho caso y que comenzaba la escalada para que la Volta reviviese, aunque todavía queda mucho por hacer.

Ya han empezado a llegar patrocinadores; unos de la mano del Tour, como la firma automovilística Skoda que les facilita todo el parque de coches necesario para llevar a cabo la carrera. Y otros, porque firman acuerdos conjuntos con la Volta y la Vuelta, como es el caso de los ferrocarriles Iryo, que cubren la línea de alta velocidad entre Barcelona y Madrid. Pero este año también ha querido participar de la carrera una empresa catalana como es el RACC.

La mayor parte del dinero para que la Volta sea una realidad lo sigue aportando la Generalitat, pero al menos la administración actual, a diferencia de las que le precedieron más recientemente, no acostumbra a retrasarse en el pago de los acuerdos, porque antes era una locura a la hora de sumar y restar por culpa de un dinero que costaba una eternidad que llegase a la caja de la organización.

Por el turismo

Una carrera ciclista de una semana es prácticamente imposible que resulte rentable; de hecho, las administraciones locales -da igual el color de los gobiernos- son siempre las que van al rescate de estas pruebas y las que aprovechan para vender turismo gracias a los parajes que retratan las imágenes de televisión. Y mucho más, ahora, que el turismo a base de bicicleta está cada vez más en auge. En Galicia, por ejemplo, en lo único que se pusieron de acuerdo PP, PSOE y BNG fue en patrocinar O Gran Camiño.

La idea, en un futuro, es que sea el dinero privado y no el público el que sirva para inyectar la carrera. Aún hay mucho por hacer. Pero se ve la luz como se veía sólo a Contador cuando surgió por sorpresa hace 13 años en la cima andorrana de Pal.

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