Un histórico de Barcelona

El restaurante cuyas gambas al ajillo vuelven loco a Lenny Kravitz

Desde que abrió sus puertas en 1835, Los Caracoles ha servido a un sinfín famosos que se han rendido a sus platos

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Gambas al ajillo del restaurante Los Caracoles.

Gambas al ajillo del restaurante Los Caracoles. / Los Caracoles

Laia Zieger

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“Érase una vez…” podría ser el inicio de este artículo. Porque el restaurante Los Caracoles (Escudellers, 14) atesora casi tantas historias como velas sopladas desde su apertura en 1835 (es el restaurante más antiguo de Barcelona, después de Can Culleretes) o como rostros famosos que han pisado el local y cuyas fotos llenan, a modo de trofeo, las paredes. “Mira, este es Lenny Kravitz, le pirran las gambas al ajillo. Siempre las pide, incluso se las hemos llevado a su hotel”, comenta Aurora Bofarull. Junto a su hermano Ramon y su prima, Cristina, son la quinta generación de la misma familia al frente de Los Caracoles.

Más que una casa de comidas, Los Caracoles es un museo de la historia de Barcelona. De cómo antes el 'place to be' de la ciudad era el Gòtic, y cómo la farándula local, nacional e internacional se las gastaba entre sus paredes. Por aquí, literalmente, parece haber pasado todo Dios.

Lenny Kravitz (derecha), en Los Caracoles.

Lenny Kravitz (derecha), en Los Caracoles. / Instagram

Desde la realeza hasta la 'jet set', deportistas, políticos de todo el mundo (¡Jimmy Carter solo quiso pollo a l’ast!), actores, músicos, cantantes de ópera que venían aquí de 'afterwork' tras su actuación en el cercano Liceu y toreros, por poner solo algunos ejemplos.

De ultramarinos a lugar de encuentro de la 'jet set' internacional

Nadie habría podido presagiar el éxito que ha tenido este local. Primero fue un pequeño ultramarinos del barrio, donde los bisabuelos de los actuales dueños vendían productos del día, latas y otros alimentos, y pasó a convertirse en una taberna donde tomar vino y una tapa de caracoles (la fama de su receta es lo que, por aclamación popular, dio el nombre al local).

Con el tiempo, llegó a convertirse en uno de los establecimientos más famosos de Barcelona en todo el mundo gracias al ingenio de dos hermanos, Ramon y Antoni Bofarull, que protagonizaron un 'match' perfecto a la hora de gestionar el negocio.

Uno más bien de carácter práctico, el otro más creativo y con excelente don de gentes, fueron los impulsores de su fulgurante triunfo. El famoseo de siglos pasados ha hecho el resto, como 'influencers' de otra época. Y, cómo no, un prescriptor en mayúsculas fue quien también convirtió en 'hit' de la casa uno de sus platos estrella. El fotógrafo Irving Penn, ‘himself’, en un viaje a Barcelona se paró a comer la bullabesa de Los Caracoles y volvió a Estados Unidos para contarlo.

Tras rendir tributo en la prestigiosa revista 'Vogue' a la receta de la casa que es la misma desde 1925 (una versión que difiere un poco de la tradicional formulación francesa), el plato se convirtió en todo un bombazo. Más glamur, imposible. O bueno, sí, porque imaginarse a la fabulosa Catherine Deneuve, ataviada con sus icónicas gafas de sol negras en una mesa de Los Caracoles, metiendo la cuchara en la sopa de pescado no tiene precio.  

Pero entre tanto fantasma, el que más nos chifla es, sin duda, una foto de Antoni Bofarull que, trajeado, se ve montado en un coche de caballos paseando por Sant Gervasi, quizá de camino a su curro en Los Caracoles. Va una anécdota más: la carroza y el animal fueron obsequio de la Bodega Osborne, a modo de algo así como 'merchandising' de antaño. Al caballo le pusieron el nombre de 'Regalado'.

Y así, podríamos echar la tarde repasando historietas, cotilleos y otras movidas que sucedieron entre las paredes de Los Caracoles. Un local al que todos han ido, todos recuerdan o todos conocen, si no es por lo que hay entre sus muros o en la mesa, es por su popular grill de pollos a l’ast que se erige en la fachada. Fue el primero de Barcelona y todo un espectáculo que los vecinos acudían a contemplar. Pero esa ya es otra historia...

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