Enfermedades infantiles

Tres de cada 10 niños sufren dolor de barriga sin relación con la comida, virus o dolencias graves

El dolor abdominal funcional es ya uno de los motivos principales de consulta al pediatra y su incidencia, con componente emocional, va al alza

Los médicos lanzan una campaña para familias y profesionales para sensibilizar sobre esta dolencia y evitar pruebas innecesarias

Enfermedades respiratorias en niños: ¿Cuáles son las más graves y cómo tratarlas?

El dolor de barriga es una afección muy extendida entre niñas y niños.

El dolor de barriga es una afección muy extendida entre niñas y niños. / El Periódico

Patricia Martín

Patricia Martín

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El dolor de tripa en niños es algo muy frecuente. Normalmente está producido por algún tipo de infección, estreñimiento, gases o un atracón de comida insana. Pero existe un trastorno, que los médicos denominan dolor abdominal funcional –que aparece al menos cuatro días al mes, durante al menos dos meses y que no se produce solamente durante la comida o la regla– y que padecen en torno al 30% de los niños en edad escolar.

Se trata, por tanto, de uno de los motivos principales de consulta al pediatra: constituye una cuarta parte de las visitas al gastroenterólogo infantil y su incidencia va al alza. Aun así, es una enfermedad poco conocida y que inquieta a las familias, preocupación a la que muchos médicos responden prescribiendo pruebas innecesarias. 

Los estudios apuntan a que tiene una “base genética que predispone” y que hay “factores desencadenantes”, como una infección, alergias, alteraciones en la microbiota o problemas psicológicos, como estrés o ansiedad, según explica el doctor Juan José Díaz Martín, miembro de la Asociación Española de Pediatría y gastroenterólogo pediátrico.

Cómics y vídeos

Ante ello, la Sociedad europea de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición pediátrica, junto con las asociaciones del ramo españolas, ha lanzado una campaña destinada a padres y a profesionales, con el fin de informar, sensibilizar y tranquilizar en torno al dolor abdominal funcional, dado que es un trastorno benigno, que suele resolverse siguiendo las indicaciones médicas, de forma que el 80% de los pacientes mejoran en los dos años siguientes a la primera visita al médico.

La campaña consiste en la difusión de cómics, vídeos y carteles en varios idiomas donde se explica qué es el dolor abdominal funcional, cuáles son los síntomas, qué se puede hacer para ayudar al niño y cómo hay que diagnosticarlo.

Hemos lanzado la campaña porque es una enfermedad muy frecuente, que conlleva mucha preocupación entre las familias, absentismo escolar y sobreúso del sistema sanitario

Javier Martín de Carpi

— Presidente de SEGHNP

Preocupación

“Hemos lanzado la campaña porque es una enfermedad muy frecuente, que conlleva mucha preocupación entre las familias, absentismo escolar y sobreúso del sistema sanitario, con muchas visitas al pediatra, al especialista o a las urgencias, por un cuadro que no es grave”, explica Javier Martín de Carpi, presidente de la Sociedad Española de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica (SEGHNP).

La campaña también está dirigida hacia los pediatras para “homogeneizar” su abordaje en toda Europa y “que tengan el respaldo de la sociedad médica” a la hora de realizar el diagnóstico, dado que a veces, “debido a las consultas frecuentes de las familias y la preocupación, se deriva innecesariamente al niño al especialista o se hace un sobreúso de pruebas, que no son necesarias para el diagnóstico”, añade.

Es un dolor que no está relacionado únicamente con la comida o la menstruación y que no tiene una causa orgánica como un tumor, una úlcera o una inflamación

Los criterios que determinan que un niño –no suele darse en lactantes, sino en niños en edad escolar, en primaria o secundaria– padece dolor abdominal funcional es que este aparece al menos cuatro días al mes –aunque en ocasiones se sufre más días– y al menos durante dos meses. Y es un dolor que no está relacionado únicamente con la comida o la menstruación, y que no tiene una causa orgánica como un tumor, una úlcera o una inflamación. La dificultad de diagnóstico radica en que no se conocen bien los desencadenantes específicos y a veces va acompañado de mareos, cansancio o dolor de cabeza o en las extremidades.

De hecho, el aumento de los trastornos mentales desde la pandemia es lo que ha provocado que esta dolencia vaya al alza. Todavía no hay estudios que lo cuantifiquen, pero es algo que han observado los especialistas. “No ha crecido tanto como los trastornos de conducta alimenticia, pero sí ha aumentado ligeramente”, indica Díaz Martín.

Ansiedad

Como, en ocasiones, tiene esa base emocional (se calcula que el 50% de los pacientes sufre altos niveles de ansiedad), el tratamiento consiste, en primer lugar, en “tranquilizar y explicar a las familias y los niños la enfermedad, pero sin caer en la simplificación de decirles que son ‘nervios’ porque es perjudicial y parece que el niño se lo inventa”. “Hay que intentar que comprendan bien la dolencia y que no estén todo el día pendientes del dolor, porque eso lo potencia, pone a los niños más nerviosos y se agrava”.

Asimismo, las guías indican que se prescriba un tratamiento individualizado, en función de cuáles pueden ser las causas desencadenantes, indicando cambios en la dieta, el uso de probióticos o terapias que ayuden a disminuir el trastorno mental, así como, de forma ocasional, fármacos para el sistema digestivo. Se pueden usar también analgésicos, pero “de forma puntual, para calmar un dolor grave, pero no son la solución”, según advierte el especialista. Con estos consejos y tratamientos, más del 80% de los afectados mejoran.