Comer por menos de 15 €

Menú del día: Bar Bodega Can Ros, oficio y tradición

Imponente lugar siempre con ajetreo, caras felices entre sus visitantes y muchos bocadillos de albóndigas -entre otras delicias- servidos con diligencia

11 restaurantes donde comer estupendamente al mediodía por menos de 20 €

Menús de mediodía: 11 restaurantes de Barcelona para comer por menos de 15 €

El solomillo de cerdo de Bar Bodega Can Ros.

El solomillo de cerdo de Bar Bodega Can Ros. / Alberto García Moyano

Alberto García Moyano

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No me acercaba por estos lares (a comer de menú, se entiende) desde ese memorable ágape en el admiradísimo Cal Boter, así que me puse manos a la obra a ver qué se cocía en el barrio vecino: el Camp d’en Grassot i Gràcia Nova. Curioseando en Google Maps para tener claros sus linderos, me detuve unos momentos en la descripción del barrio que alberga, ni más ni menos, que al estadi Nou Sardenya: “Tiene una oferta gastronómica efervescente y ecléctica, desde locales de pizza vegana y bares de comida brasileña hasta restaurantes de 'sushi' y asadores típicos”. En las antípodas de entrar a juzgar al público objetivo de los lugares mencionados, me preocupa especialmente esa conceptualización del “desde” y el “hasta” como referencias de identidad de un barrio; máxime cuando el “hasta” señala a unos asadores típicos (¿típicos de dónde?).

Bar Bodega Can Ros

Roger de Flor, 303. Barcelona

Tf: 93.457.19.80

Precio: 16 €

Ahora bien, lo importante de toda esta pataleta previa es que la realidad dista -aún- de la descripción anteriormente extractada, precisamente porque en este potente barrio barcelonés se hallan aún sitios como el de esta crónica. Y allí convoqué a una de las voces más sensatas en el mundo de los libros y las bibliotecas: Marta Cava.

La entrada de Bar Bodega Can Ros.

La entrada de Bar Bodega Can Ros. / Alberto García Moyano

Y allí la convoqué porque, como todavía no la conocía en persona y no era plan de andar experimentando, nada mejor que Can Ros para preocuparse solo de escuchar en persona a alguien que se desvive por defender el crucial papel que las bibliotecas públicas cumplen socialmente. Me hubiese encantado llevarle antes a tomar el aperitivo a la Vermuteria del Tano pero la agenda lo impedía. Eso sí, me parece un combo bastante interesante y en pocos metros de distancia. Salid y disfrutad.

El ambiente de Bar Bodega Can Ros.

El ambiente de Bar Bodega Can Ros. / Alberto García Moyano

A lo que íbamos. Porque plantarse en Can Ros no es cosa menor. Imponente lugar siempre con ajetreo, caras felices entre sus visitantes y muchos bocadillos de albóndigas —entre otras delicias— servidos con una diligencia que no abunda tanto como quisiera uno. Y ahí estaba Marta, con las ideas claras porque había podido mirarse el menú más que yo, que llegué con puntualidad académica.

Cremoso de patata con huevo frito, sobrasada y miel de Bar Bodega Can Ros.

Cremoso de patata con huevo frito, sobrasada y miel de Bar Bodega Can Ros. / Alberto García Moyano

Ambos coincidimos en el primer plato, porque el cremoso de patata con huevo frito, sobrasada y miel fue todo un punto. Porque el plato era abundante (vosotros mismos lo veréis en la foto) pero el puré no era desproporcionado. Porque la sobrasada y la miel no invadían sino que complementaban. Y porque el huevo frito estaba al querer: con yema para mojar pan sin cortarse y con puntilla. A por la siguiente pantalla.

Al pedir el segundo plato, me acordé de que Joana, cocinera y copropietaria del Bar Olaf, en plaza de Maragall, cuando me trajo aquí a comer de menú allá en 2015, me dijo: “Alberto, aquí es que el cerdo lo tratan muy bien”. Y, mira por dónde, solomillo de cerdo para elegir de segundo plato. Así que va por ti, Joana, porque tres dignos cortes de una materia prima excelente, de las que diría que hasta en la foto se aprecia que es tierna y que no la han secado en la plancha. Con una custodia patatil a la altura de las circunstancias. Qué acierto, la verdad.

Bizcocho de plátano de Bar Bodega Can Ros.

Bizcocho de plátano de Bar Bodega Can Ros. / Alberto García Moyano

Finalmente, el postre. En el menú te anuncian que hay pastel del día, pero no es cierto, es en plural. Honestamente, no creo que ninguna de las elecciones entre esa pluralidad fuese mala, porque tanto Marta como servidor salimos relamiéndonos. En mi caso, con el bizcocho de plátano (con nata, por supuesto). Que soy poco de pasteles, pero dile que no a los que te ofrecen.

Y tras este alarde de alegría, una disculpa: el precio de este menú supera el importe habitual de esta sección. Pero, como ocurrió con el caso de Can Roca, lo hace por un solo euro y, sinceramente, estamos ante una casa con solera que trabaja bien. Tanto es así que es de los lugares que evita que la descripción del barrio, de la que hablaba al principio, no resulte una -otra- triste realidad.