Comer por menos de 15 €

Menú del día: Cal Boter, el imprescindible de la Vila de Gràcia

Este histórico establecimiento ofrece seis opciones de primero y cuatro de segundo

El arroz negro del restaurante Cal Boter.

El arroz negro del restaurante Cal Boter. / Alberto García Moyano

Alberto García Moyano

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Con esta ya nos ponemos al borde de la veintena de crónicas de la noble costumbre de ir de menú del día. Repasando zonas para ir completando un mapa geográficamente equilibrado (¡cuánto trabajo me falta aún!) me di cuenta de que había cometido un error de categoría al no haber hablado aún de Gràcia, distrito insigne barcelonés. La gravedad se acrecienta considerando que en él se encuentran grandes (grandísimos) lugares que merecen ser inmortalizados de la manera que sea.

Entrada del restaurante Cal Boter.

Entrada del restaurante Cal Boter. / Alberto García Moyano

Así que, con el ánimo de poner fin a tamaño desequilibrio, aproveché una visita de jueves al mismísimo meollo, a la Vila de Gràcia, porque Toni me había convocado a la hora del aperitivo para hablar de cosas divertidas en su local predilecto, la Bodega Bonavista. Tras la productiva cita, cada uno debía partir por su lado así que aproveché la coyuntura y me dirigí raudo y veloz hacia uno de los lugares que me dejan boquiabierto cada vez que lo piso: Cal Boter.

Cal Boter

Tordera, 62. Barcelona

Tf: 93.458.84.62

Precio: 14,50 €

En realidad no haría ni falta presentar a este histórico, pero aquí no hemos venido a escatimar contenido ni información, así que os diré cómo lo veo, que para eso se supone que ocupo este modesto rincón de la red de redes.

Ambiente del restaurante Cal Boter.

Ambiente del restaurante Cal Boter. / Alberto García Moyano

Veamos, Cal Boter es un -como dice un buen amigo- restaurante-restaurante, lo que significa que hay no hay barra pero (y ete es un 'pero' bueno) el local te obsequia con dos salones donde poder desayunar y/o comer bien acompañado; tanto de amables humanos como de no menos amables paredes, que atesoran muestras del paso del tiempo en ellas con una dignidad y clase pasmosas. Y es que este es un perfecto ejemplo de que se puede ir cuidando un local a lo largo de los años sin absurdos cambios estéticos inducidos por no se qué o no sé quién.

Pero vamos a lo que vamos. Seis opciones de primero y cuatro de segundo. Mi habitual problema de indecisión con el primer plato lo zanjé rápido pues pocos arroces de jueves recuerdo con más cariño que el de Cal Boter. Además, desde la visita a Cal Bonete no os torturaba con mi sempiterna pasión arrocil.

La última vez que pisé Cal Boter para un menú del día, allá en enero de 2020, me fui feliz y contento (sin saber la que se nos vendría encima) a la par que habiendo tomado su arroz negro (probablemente mi predilecto). Y, ¡albricias!, en esta última visita también figuraba en la lista. Adelante. Arroz negro-negro (no 'brut', no confundir), seco 'ma non troppo', bien acompañado de sepia tierna, moluscos y escoltado por una dosis justa de un 'allioli' que te permite hablarle a la gente por la tarde y, para los enamorados de la estética, conjunta fenomenalmente con el vino de la casa, servido en porrón. Reencuentros así siempre, por favor.

Solomillo de cerdo con ciruelas del restaurante Cal Boter.

Solomillo de cerdo con ciruelas del restaurante Cal Boter. / Alberto García Moyano

De segundo, algo tan propio como solomillo de cerdo con ciruelas. Tierno, jugoso, sabroso. Tanto, que no requería de salsa compensatoria porque, además, las ciruelas juegan muy bien su papel. Platos como este no pueden ni deben desaparecer porque son redondos. Puede que no sea del gusto de alguien (a ver, faltaba más) pero no hay necesidad de montar una corriente en contra. Es horrorosa esa necesidad que sienten algunos por encontrar problemas y crear falsas dicotomías donde no las hay.

'Mel i mató' del restaurante Cal Boter.

'Mel i mató' del restaurante Cal Boter. / Alberto García Moyano

Para acabar, un postre del que no hablaba desde que visitase el Bar Ocata y que en el Boter es especialmente un todo un qué: 'mel i mató'. No sé si debo invertir mucho tiempo describiendo lo que es un postre a la altura de los dos anteriores pases, porque incluso no pudiendo ver la imagen (que habla más que mil palabras), uno se lo puede pedir con los ojos cerrados sin temor a saltar a la piscina y que esta no tenga agua.

Total, que otro ejercicio altamente recomendable es visitar Cal Boter. Un tesoro al borde del límite de los 15€/menú que soportan esta sección que los vecinos de la Vila de Gràcia tienen el privilegio de disfrutar. Es su menú.