Adiós a un personaje único
Los chefs recuerdan a Juanito Bayén, el 'Pinotxo' de la Boqueria: "Ha sido un icono de Barcelona"
Los cocineros valoran la importancia de la figura de 'Pinotxo', fallecido este martes a los 88 años
Ferran Imedio
Periodista. Redactor del canal Cata Mayor
Periodista barcelonés apasionado por su trabajo que lleva casi tres décadas escribiendo en EL PERIÓDICO DE CATALUNYA, donde ha pasado por las secciones de El Día por Delante, Sociedad, Gran Barcelona, Deportes, Exit e Icult. Ha sido coordinador de las páginas de Motor, responsable de Gente y de las páginas de gastronomía Gourmet's.
La muerte de Juanito Bayén, al que todos llamaban el 'Pinotxo' de la Boqueria, ha provocado muchísima pena en el mundo gastronómico. Imposible no encontrar a un cocinero que no lo hubiera tratado alguna vez, y más imposible aún que, tras su desaparición, alguien no le recuerde con un cariño genuino. Este "camarero" -ese era su trabajo, según él- fue la simpatía en persona, un hombre querido por tanta amabilidad y buen rollo que repartió hasta el último día que pudo trabajar, cuando ya tenía 88 años.
La unanimidad es absoluta entre los chefs contactados por este diario: la importancia de su figura va más allá del mercado. "Ha sido un icono de Barcelona, no solo del mundo de la restauración", resume Ferran Adrià.
El que fue el chef El Bulli, el mejor restaurante del mundo durante años, lo tiene tan claro como sus colegas: Juan Bayén "es una de las personas más importantes que ha existido en la restauración de la ciudad porque la cantidad de artículos que se han escrito sobre él en el extranjero es brutal". "Era parte del paisaje de la Boqueria, la esencia", apunta Fermí Puig sobre el "personaje" que "forma parte del paisaje gastronómico de Catalunya por méritos propios".
Carles Gaig, que lo conoció a principios de los años 70, cuando comenzó a ir a la Boqueria, recuerda sus tertulias en el Pinotxo y las visitas de Bayén a comer a su restaurante con su mujer. "Ha sido la cara amable y muy reconocida para la ciudad de Barcelona, no solo para el mercado. Solo había que ver la atención que generaba entre los extranjeros, que sabían que en una visita a la ciudad tenían que ir al museo del Barça, a la Sagrada Família y la Boqueria, donde siempre estaba él".
Coincide con ellos Òscar Manresa (Casa Guinart, Catalina), que repite que "se ha ido alguien muy importante para el mundo de la hostelería y Barcelona porque quien iba a la Boqueria y no lo saludaba no podía decir que habia ido al mercado". "¿Quién no tiene una foto con él? ¡Era increíble!".
"Era feliz al pie del cañón"
Juanito también fue un espejo en el que se miraban todos por su manera de trabajar, siempre tan alegre y dicharachera. "Nos enseñó a todos", valora Adrià. "Fue un incondicional del trabajo, incansable. ¡Qué bien se lo pasaba bien allí! Era feliz al pie del cañón, un motivo para estar vivo, aunque útlimamente se había hecho mayor. Supongo que tener que dejar que trabajar había sido un poco traumático para él". comenta Gaig.
Puig, a pesar de haberlo tratado poco, siempre valoró su trayectoria. "Me gustan las personas que se hacen a sí mismas, como él, que además tuvo unos comienzos muy duros, y que aun así logró triunfar. Hay que sacarse el sombrero".
Homenaje en 2012: en un trono
Manresa, "muy apenado" por la pérdida, subraya que, "además de ser un gran profesional de la hostelería, era un referente por su empatía, sus ganas de trabajar, su ilusión, su fuerza...". "Nunca tenía una mala cara, era un tipo encantador, simpático... No pararía de decir cosa buenas de él".
Por eso participó en el homenaje que le hicieron en la Boqueria un domingo de julio de 2012. Los miembros del colectivo gastronómico Casacas Rojas pasearon a hombros a Juanito sentado en un trono de rey que habían conseguido en el Liceu y lo llevaron al son de trompetas y tambores hasta al pasillo central del mercado para homenajearlo con una comida en una mesa imperial de 50 metros en la que no faltaron bogavante, los garbanzos y el 'capipota' de Pinotxo, langostinos con romesco y mayonesa y una paella que cocinó el propio Manresa. "Todo homenaje ha sido poco para lo que nos ha traído este hombre a Barcelona", proclama el cocinero.
Aquel día estuvieron, entre otros, Ferran Adrià, el también desaparecido Juli Soler y Pere Monje (Via Veneto). Figuras que quisieron y pudieron devolver a Bayén en vida todo el cariño y buen rollo que había repartido él desde la barra del Pinotxo.
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