Elaboraciones sorprendentes

Las flores de azúcar de Patricia Schmidt entran en una galería de arte

La pastelera expone 11 piezas hiperrealistas en la exposición 'Inflorescència' de Pigment Gallery

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Patricia Schmidt posa con una de las flores de azúcar de la exposición 'Inflorescència', en Pigment Gallery.

Patricia Schmidt posa con una de las flores de azúcar de la exposición 'Inflorescència', en Pigment Gallery. / Ferran Imedio

Ferran Imedio

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Patricia Schmidt no lleva la cuenta de las veces que le han dicho eso de "¡eres una artista!" cuando han visto sus bonitas y cuidadas obras de pastelería. Algo parecido le comentó Ferran Adrià hace cinco años, cuando ella obsequió con una maceta llena de flores de azúcar a su mujer, Isabel. "Esto está más cerca del arte que de la pastelería. Deberían estar en una galería", susurró impresionado. Y Christian Escribà, pareja de Schmidt y amigo íntimo de Adrià, tomó nota del comentario. Hace unos meses, contactó con el galerista Ferran Josa, quien, impresionado con sus piezas, no dudó en montar en Pigment Gallery (Trafalgar, 70) 'Inflorescència', una exposición en la que 11 flores de la brasileña dialogan con las pinturas de Marcelo Fuentes y Rosa Artero.

El hiperrealismo de las flores de Schmidt es asombroso. Casi dan más ganas de regarlas que de comerlas. Y eso que están elaboradas con pasta de azúcar. "Aunque técnicamente es complicada, resulta muy agradecida a la hora de trabajar porque permite crear formas muy delgadas y consigue imitar la transparencia de los pétalos", explica este referente internacional de la "artesanía del azúcar", tal como ella define su trabajo.

La pastelera compra las flores y las congela para hacer los moldes. Según las necesidades, usa gelatina para conseguir texturas realistas o echa mano de sémola de trigo para reproducir los pistilos, por ejemplo. En cualquier caso, todo es comestible. Se trata de un trabajo mucho más laborioso que el que lleva a cabo con las flores que coronan los pasteles de bodas que hace por encargo, "más sencillas porque no tienen capullos, hojas ni tallo".

Nada que ver con lo que se puede contemplar hasta el 19 de mayo en Pigment Gallery, que nació de un encargo que casi le obligó a hacer un curso de botánica. Allí puedes ver cactus, orquídeas, flor de algodón... De todos los colores habidos y por haber.

Entre dos y tres días de trabajo

También asombra, además del aspecto, la longevidad, ya que pueden mantenerse en perfecto estado durante años y años si se guardan en buenas condiciones, es decir, al abrigo de la humedad ambiental. Por eso se exponen en cajas de metacrilato, lo que potencia la sensación de estar delante de una escultura o una pieza de orfebrería. "Conservo la primera que hice hace 26 años, cuando vivía en Inglaterra, y está igual que el primer día. Si la guardas bien, dura el tiempo que sea", comenta.

Schmidt quiere experimentar ahora con sabores y aromas para rematar el trampantojo, que puede llevarle entre dos y tres días de trabajo. De momento, sus flores solo saben a azúcar. Pero está al tanto de una esencia japonesa que podría aportar el olor y el gusto que quiere imprimir a sus obras. "Es mi proximo reto", anuncia.

Mas allá del éxito comercial que puedan tener sus obras (cada pieza expuesta en 'Inflorescència' se vende por entre 900 y 1.100 €), Schmidt se queda con la "experiencia" de ver los gestos de sorpresa, incredulidad y admiración de quienes descubren que, efectivamente, esas flores no son de verdad, sino de azúcar. Es una artista.