Cambio climático

"Hay cepas que ya no tienen uvas": así sufre el mundo del vino la sequía

Bodegas y denominaciones de origen explican cómo la escasez de lluvias afecta al trabajo en el campo y en la bodega

Así serán las viñas del futuro: viticultura regenerativa contra el cambio climático

Una ruta por 5 bodegas de La Rioja para empaparse de la cultura del vino

La cuenca mediterránea es una de las zonas que más padecen este nuevo escenario

La cuenca mediterránea es una de las zonas que más padecen este nuevo escenario

Javier Sánchez

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Antaño, las gentes del vino miraban hacia arriba para tratar de predecir la lluvia. Ahora, por contra, el gesto cambia de dirección: el cuello se dobla hacia abajo para escudriñar las previsiones de la aplicación 'Tiempo' del teléfono móvil. En cualquier caso, la preocupación sigue siendo la misma: el campo necesita agua y en ausencia de esta comienzan los problemas.

Datos del Gobierno lo dejan claro: 2022 fue un año “muy seco”. Tan solo en dos años anteriores de la serie histórica (2005 y 2017) había llovido menos. El ejercicio anterior, 2021, también fue calificado como “seco”. Entre los últimos, solo aparece como “normal" en precipitaciones el atípico 2020, que precisamente solo tuvo de ordinario el volumen de agua caída.

Las perspectivas para este 2023 tampoco son muy halagüeñas. “En lo que llevamos de 2023 las precipitaciones acumuladas están un 20% por debajo de lo normal y en 2022 llegaron a ser de un 40% menos respecto a la media”, señala Kepa Sagastizabal, director técnico de las navarras Bodegas Marco Real.

No hace falta ser un experto en cambio climático ni en agricultura para deducir que un año sin paraguas no trae nada bueno para los cultivos. El mundo del vino también padece esta nueva situación: cosechas adelantadas, menores producciones e incluso problemas para que el desarrollo de las vides llegue a término.

El Mediterráneo sufre

La cuenca mediterránea es una de las zonas que más padecen este nuevo escenario. Josep Maria Pujol-Busquets, propietario y enólogo de Alta Alella, lo corrobora. En su finca, Can Genís, resguardada por el parque natural Serralada de Marina y a un paso del mar, en Alella (Barcelona) la situación es complicada.

“En el Mediterráneo siempre ha habido ciclos de sequía, pero en las casi 50 vendimias que he hecho a lo largo de mi vida jamás había visto cepas viejas -que necesitan menos agua- muriéndose. Estamos en un momento verdaderamente crÍtico”. Desde el Consejo Regulador de la DO Cava confirman que ”la sequía está afectando a gran parte de la denominación de origen”.

El mundo del vino también padece el cambio climático.

El mundo del vino también padece el cambio climático. /

“Algo muy importante es que no sabemos si las hojas de las plantas van a ser capaces de proporcionar nutrición a los kilos de uva que vienen en camino. Nos encontramos incluso con cepas sin uva. Esto conduce a una vendimia no homogénea. Estamos convencidos de que tendremos que acabar vendimiando Varias veces la misma parcela”, añade Pujol-Busquets.

En la DO Cava explican que “la producción de uva en las parcelas de viñedo en las zonas donde la pluviometría es más baja de lo habitual es un hecho”. Lo que sí matizan es que este contexto “no tiene influencia en la sanidad de la uva que llega a recolectarse, que conserva su calidad”.

Frente a esta situación, no valen soluciones cerradas. El sentido común dictaría que, ante mayores temperaturas y menores precipitaciones, lo más sensato sería adelantar la vendimia. “En principio, eso es lo que preveíamos, pero quizá tendremos incluso que terminar por retrasarla para llegar a un buen grado de madurez”, cuenta el propietario de Alta Alella. Una situación verdaderamente esquizofrénica.

Bajo precipitaciones extremas

Nos movemos a La Rioja, en el corazón de la España vinícola. “La sensación de sequía continuada es evidente”, reconoce Roberto Vicente, enólogo de Bodegas Izadi. Vicente señala además que lo preocupante es también “cómo se están produciendo las lluvias: cada vez son más largos los periodos en los que son mínimas o inexistentes y cada vez es más habitual presenciar asistir a temporadas con precipitaciones torrenciales acompañadas de fuertes vientos y granizo, que afectan gravemente a los cultivos y a los suelos, provocando pérdidas en la cosecha”.

Roberto Frías, encargado de viticultura del Grupo La Rioja Alta (que también elabora Áster en Ribera del Duero), coincide en que "la distribución anual de las lluvias está cambiando y, en los últimos años, se están produciendo más eventos extremos como tormentas”. Es decir, niveles de agua globales que pueden ser similares pero peor repartidos.

El enólogo de Bodegas Izadi explica que en los viñedos se produce una notable irregularidad, con la coincidencia de “racimos ya cuajados, racimos terminando de cuajar y racimos en flor”. El suelo no miente: “Paseamos por el campo y vemos cultivos sin cosechar que apenas levantan dos palmos del suelo…”, añade.

En los años 90 del siglo XX hubo cuatro o cinco años bastante secos que afectaron el viñedo.

En los años 90 del siglo XX hubo cuatro o cinco años bastante secos que afectaron el viñedo. / EPE

También mira hacia otras zonas para señalar nuevas amenazas para los vinos. “En California, Australia o Portugal, la sequía continuada junto a las altas temperaturas están provocando grandes incendios, que tienen un efecto negativo en la calidad de la uva. El efecto del fuego causa lo que se conoce como ‘smoke tain’ o sabor a humo. Es decir, que en los vinos aparezca un gusto ahumado sin haber pasado por barrica”.

Un futuro incierto

No se trata solo de apuntar ejercicios secos en la agenda sino de mirar también hacia el futuro. César Saldaña, presidente del Consejo Regulador de las Denominaciones de Origen de Jerez y Manzanilla de Sanlúcar, advierte de que “en los años 90 del siglo XX hubo cuatro o cinco años bastante secos que afectaron el viñedo, una situación que después cambió gracias a ejercicios marcados por una pluviosidad alta”. Saldaña resalta que lo que sucederá en los próximos años “es una incógnita”, aunque su opinión personal es que “los años lluviosos volverán”.

Esta “tormenta perfecta” (nunca mejor dicho) de catastróficas desdichas climáticas hace que el trabajo se complique tanto en campo como bodega. Para los que tienen el recurso de tirar de regadío, aún hay esperanza. En Jerez, sin embargo, existe prohibición de recurrir a él, según consta en los pliegos de la denominación de origen, lo que obliga a que el equipo de las bodegas hile fino para que el vino resultante tenga la calidad habitual.

Poniendo buena cara al mal tiempo, hay quien destaca los (escasos) beneficios de que no llueva para la sanidad de las plantas. Frías, del Grupo La Rioja Alta, señala que “en años con escasez de agua, la sanidad de la uva es mejor debido a que los hongos que causan las enfermedades no prosperan en condiciones de baja humedad ambiental”.

Coincide con él Sagastizábal, de Marco Real, que cuenta que, en años secos, “hay una menor incidencia de enfermedades como pueden ser las de los hongos ‘mildiu’ o ‘bitritis”.

No se trata solo de apuntar ejercicios secos en la agenda sino de mirar también hacia el futuro.

No se trata solo de apuntar ejercicios secos en la agenda sino de mirar también hacia el futuro. / EPE

La España verde resiste

Pero no todo el territorio sufre igual. Rafa Somonte, director técnico de Dominio de Tares (Bierzo) explica que “la alta pluviometría de la zona, unida a que muchas vides son viejas y no necesitan de mucha agua” permiten esquivar (por ahora) el problema.

También se salvan de la quema en territorios emergentes como la costa cántabra, donde Esther Olaizola, de Bodegas Miradorio, encabeza un proyecto tan inusual que la falta de lluvia incluso viene bien. “Nuestra zona -Ruiloba, pueblo situado al lado del mar- es especialmente húmeda, por lo que la sequía viene acompañada de muchas más horas de sol, algo que nos beneficia en cuanto a cantidad y en cuanto a calidad”.

Más sorprendente resulta el caso de la denominación de origen Rueda, diseminada a lo largo de un extenso territorio que incluye zonas de Valladolid, Segovia y Ávila. Según Carlos Yllera, presidente de la DO, “todo apunta a que la campaña finalizará con precipitaciones por encima de la media”.

Eso sí, lo que no niega Yllera es que “el cambio climático es un fenómeno que se está produciendo y que va a seguir afectando tanto el desarrollo de la planta como recolección en el viñedo”. Reformulando el refrán que dice que "nunca llueve a gusto de todos” podríamos señalar que, en el mundo del vino, (casi) nunca llueve para disgusto de todos.