Conversación íntima

David de Jorge: "Hubo un momento, con 40 años, en que no me hubiera importado morir" | VÍDEO Mesa para dos

En la cuarta entrevista de la serie 'Mesa para dos', el chef vasco relata al periodista Pau Arenós el calvario que vivió con una obesidad que le llevó a pesar 267 kilos

Mesa para dos. Capítulo 3: Entrevista con David de Jorge

Mesa para dos. Capítulo 4: entrevista con David de Jorge. /

Cata Mayor

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David de Jorge es un dechado de simpatía y buen rollo. Siempre ha desprendido una positividad contagiosa, y esa manera de ser es la que le ha granjeado tanto éxito allá por donde ha pasado, sea un restaurante o un programa de televisión. Y el mérito del socio y amigo de Martín Berasategui es que esa sonrisa ha permanecido incluso en los momentos más complicados de su vida, como una obesidad de larga duración que le llevó a alcanzar los 267 kilos.

Ese sobrepeso extremo le dificultaba cualquier tarea del día a día, hasta el punto que, confiesa, pensó que vivir no tenía mucho sentido. "Hubo un momento, con 40 años, que no me hubiera importado morir. Era tanto el esfuerzo que me suponía levantarme de la cama, vivir, respirar… que pensaba: 'Si me muero ahora igual es de puta madre'".

Lo cuenta, sin dramatismos, al periodista Pau Arenós en la cuarta entrega de la serie 'Mesa para dos', que patrocina Familia Torres. En la entrevista, grabada por Zeta Media Lab, explica que ese pensamiento ejerció de clic en su fuero interno, y a partir de ahí dejó de tocar fondo. "Cuando eres consciente de eso hay un resorte mental que se pone en marcha y te permite afrontar la solución y pedir ayuda".

La televisión le ayudó. "Tenía éxito y pensaba que no podía fallar al equipo. Y me di cuenta de que tenía que resolver esa situación o me moriría". Tuvo, además ayuda personal (de su entorno más cercano) y profesional (pasó por quirófano). Y así fue como dejó de ser esa "persona ahogada que necesitaba apoyarse en la encimera de la cocina porque no podía con su alma", que "vivía empachado" y que "igual estaba 20 minutos pensando cómo bajar de la cama".

"Antes -recuerda- me vestía en un sastre, todo el día estaba acalorado, y ahora experimento el frío, me puedo atar los zapatos y sentarme en cualquier silla del mundo (cosa que me emociona mucho)". Lo resume en una breve frase: "He vuelto a nacer".

Este David de Jorge, que pesa 136 kilos, es otro. Nada que ver con el "gran desastre físico y emocional" que padeció. "Como mejor con nunca, variado, aunque me alimentaría todos los días de liebre a la 'royale' y panceta, y desayunaría butifarra, porque aún estoy peleando con ese gordo que llevo dentro".

Pero ahora sale ganador de esa lucha buscando el equilibrio, de modo que si un día bebe vino, "al día siguiente no tomo", o si le apetece un bocadillo de chorizo, espera "muchos días" para comerlo de nuevo.

Tiene la suerte de ser cocinero, aunque parezca paradójico dada la gula que tenía. "Al ser chef, he tenido herramientas muy valiosas para darle la vuelta de manera satisfactoria, como saber cocinar los alimentos que me convienen de una manera para comerlos y disfrutarlos de una manera que no está al alcance de cualquiera. De este modo, cocinar me ha servido para que mi viaje de regreso sea muy placentero". Viéndolo sonreír, no hay duda de que así ha sido.