Alimentación saludable

Primer paso para comer mejor: escucha a tu cuerpo

Es tiempo de dietas, planes 'detox' y ayunos intermitentes, aunque quizás habría que comenzar por algo más básico: acallar las imposiciones externas y prestarse atención a uno mismo

La psicóloga y experta en nutrición Yolanda García considera vital emprender un diálogo interior antes de encarar propósitos demasiado exigentes que quizás no se cumplirán

También considera vital tratar los hábitos de alimentación poco saludables y las emociones como un todo, ya que están estrechamente vinculados

Los productos de temporada son claves para unos buenos hábitos de alimentación

Los productos de temporada son claves para unos buenos hábitos de alimentación

Eduard Palomares

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A estas alturas del mes de enero, ya tendríamos que ser capaces de ver si se cumplirán nuestros propósitos para el nuevo año o volverán a quedar en buenas intenciones. Y como ‘comer mejor’ suele ser uno de los objetivos más habituales ­–y menos conseguidos­–, quizás ha llegado el momento de plantearse si tiene algún sentido imponerse según qué cosas, al menos en el terreno de la alimentación.

Yolanda García, psicóloga, naturópata y especialista en nutrición, lo tiene claro: “El problema de los propósitos es que los asumimos como una obligación, algo externo, cuando deberían partir de un diálogo interno que nos impulse a cuidarnos a nosotros mismos”.

Es decir, la loable pretensión de perder algunos kilos, sentirnos mejor o tener una relación más sostenible con la comida no deberían responder a ninguna imposición social, más que nada porque así será imposible tener éxito. “Una de las cuestiones clave es saber si estos objetivos parten de un deseo o de un compromiso. Si no existe esto último, es muy difícil que se acaben cumpliendo, porque requieren un esfuerzo y un cambio de hábitos. Por eso, es fundamental establecer los ‘para qué’ o, dicho de otro modo, cuáles son los motivos que te impulsan a hacer un determinado cambio”, señala la especialista.

Y para ello no hay otra manera que escucharse a uno mismo, acallar las voces del exterior y reconectar con el propio cuerpo hasta “sentirlo, no pensarlo”.

Más ansiedad, peor alimentación

Algo que, por otro lado, es muy complicado en los tiempos que corren, no solo por vivir en una sociedad acostumbrada a las prisas, al estrés y al bombardeo mediático, sino porque los casi ya dos años de pandemia están teniendo un efecto de agotamiento, que también se traduce en más ansiedad, miedo y angustia. Y la comida suele ser un bálsamo erróneo para combatirlas.

Por eso, Yolanda García considera que alimentación y salud mental son dos conceptos que debe ir siempre ligados, porque el ser humano no puede separar su parte física de la emocional: “Si no eres feliz ahora, no lo serán porque pierdas unos cuantos kilos. Siempre les digo a mis pacientes que para perder peso tienes que llenarte antes de otras cosas”. Y se refiere al plano emocional, al espiritual, al intelectual, al social…

Comer cuando se tiene hambre y al 80%

Los cambios de hábitos requieren tiempo, y no existen las fórmulas rápidas ni milagrosas. Pero sí una premisa básica: “El cuerpo es nuestro templo y hay que cuidarlo como tal”. Así que la especialista, antes de embarcarse en dietas o ayunos, recomienda tres premisas que todo el mundo puede poner en práctica desde ya y que tienen un gran poder transformador.

En primer lugar, “comer solo cuando se tenga hambre, no en base a unos horarios impuestos”. Por lo tanto, si no se tiene hambre, no hay que forzarse a hacerlo, ni mucho menos cinco veces al día.También aconseja comer solamente hasta el 80% de nuestra capacidad, ya que “comer más de lo necesario sitúa al cuerpo en un proceso de inflamación continua”.

Y, finalmente, algo tan sencillo como “dejar de comprar en el supermercado y comprar solo ingredientes naturales y no procesados en el mercado”. Algo que, de hecho, vendría ser volver a las esencias, a la alimentación de nuestros abuelos, a lo que el cuerpo reconoce. “Las respuestas están en nuestro interior y encontrarlas es algo que mucha gente ve complicado, cuando en realidad es muy sencillo”, concluye.