VICIO PICANTE

Las patatas más bravas de Barcelona

Seleccionamos 15 bares y restaurantes donde sudarás de gusto con la tapa por excelencia

Ferran Imedio

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Nos vamos de tapas. Nos sentamos a la mesa. Pedimos al camarero. Esto, esto, esto… Y siempre, siempre, caen unas bravas. Si no las encargas tú lo hace tu amigo, tu familiar, tu pareja. Son el platillo estrella de cualquier tapeo. El primero que atacas. Son un vicio, un capricho culpable para quien cuida su dieta.

Las bravas te hacen sudar de gusto cuando pican (porque deben picar siempre, por algo se llaman así). Ideales para entrar en calor en estas semanas más frías. ¿Hay mejor manera de combatir el frío que hincarle el diente a algún plato picante?  ¡Sal a la terraza y disfruta!

¿Y qué hay más popular y a mano que una buena ración de patatas bravas? En este reportaje seleccionamos las que más nos gustan, algunas realmente originales. Son bravas que merecen un bravo, aunque sabemos que faltarán muchas, empezando por las de Bar Tomás, cuya fama nos obliga a obviarlas.

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1. SANT ANTONI GLORIÓS

Francesc Gimeno, Mandu, le puedes plantar un fajo de billetes sobre la mesa y/o ponerle una pistola en el pecho y pedirle a cambio la receta de sus bravas. No servirá de nada porque no suelta prenda sobre el secreto de su éxito. «Se irá conmigo a la tumba», repite una y otra vez el chef de este local de Sant Antoni que antes fue un bistronómic llamado Bohèmic. Fue allí donde las parió, y al reinventar el restaurante con una fórmula más accesible, las mantuvo en la carta. No podía ser de otro modo porque sus bravas son de órdago. Confitadas, con la fritura justa, suaves, tiernas, con un puntito incluso dulce y con unas salsas cremosas de vicio. Manso, 42.


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2. CAÑOTA

Casa de Tapas Cañota, que este año celebra las bodas de plata, apuesta por la diversión desde la misma puerta, donde hay unos personajes que parecen salidos de un cómic. En realidad son los mismos que aparecen en una carta con la que sus propietarios intentan que los comensales alcancen el nirtapa. Y una de las más celebradas son las bravas, que ganan casi siempre las votaciones mensuales entre los clientes. ¿Las patatas (gallegas, por cierto) se fríen como en el resto de restaurantes del mundo? ¡Aquí no! Se hacen al caliu. Y se aliñan con una salsa brava parida por Albert Adrià. El resultado es un bocado más ligero y diríase que más sano que el resto de bravas de la competencia. Pero igualmente tentador y sabroso, pero sobre todo a tu gusto porque acabas poniéndole la pimienta que quieres en la mesa. Lleida, 7.


3. EXTRA BAR

Uno de los últimos grandes bares de tapas que han aterrizado en Barcelona (en concreto, en el barrio de Gràcia) no olvida en su carta una ración de buenas bravas. Los dueños del restaurante La Pubilla han abierto este minúsculo local con platillos de sabores mayúsculos, y las patatas que preparan allí son uno de sus éxitos. Vienen servidas en un pequeño bol y se comen pinchándolas con unas brochetas. Por cierto, pican lo suyo. Pero así deben ser, ¡por algo se llaman bravas! Torrent de l'Olla, 79.


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4. BIERCAB

Las bravas siempre apetecen con una cerveza a mano. Pues imagina si tienes 30 tiradores para escoger cuál bebes. Y más si son birras artesanas. El súmmum. Eso sucede en Biercab. Además, en este local las cocinan que da gusto de tres maneras: cortadas en gajos y muy picantes (llamadas Impresionantes); las que ves en la foto, cortadas en cuadraditos y con mojo picón rojo que pica moderadamente (en la carta se anuncian así: «Bravas muy BRAVAS… Te atreves??»); y con queso, pico de gallo y salsa brava, llamadas Ronald. Muntaner, 55.


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5. 1881 PER SAGARDI

En pocos sitios podrás zamparte unas señoras bravas con unas vistas así. Subes a la cuarta planta del Museu d'Història de Catalunya y te plantas en la terraza con vistas al Port Vell de Barcelona. Una maravilla que solo se puede mejorar hincando el diente a unas bravas como las que preparan aquí, de sabores auténticos. Alargadas y sabrosas, se pueden disfrutar acodado en la barra frente al horizonte: Montjuïc al fondo, los barcos delante de tus narices, el paseo de Colom y los terrados del casco antiguo a tu derecha, la Barceloneta a tu izquierda... Plaza Pau Vila, 3.


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6. COMAXURROS

Podríamos decir que son patatas bravas, pero no. Acaso podemos calificarlo de trampantojo. Parecen unas bravas pero no lo son, aunque tengan un recuerdo a ellas por la salsa. En realidad son churros, como todo el repertorio de este local, algunos de ellos ciertamente rarunos, como los que llevan sobrasada y queso y los que van con frutos del bosque. En esta línea rompedora aparecen los churros bravos. Salados, picantes, diferentes. ¿Un mordisco? Muntaner, 562.


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7. EL TIET

Esta 'taver-teca', como la definen sus responsables (vendría a ser algo así como taberna donde dan de comer y de beber: juega con las palabras catalanas, taverna y teca, o sea, comida), tiene un rollo 'vintage' que pega mucho con las bravas. Pero es un 'vintage' nada rancio, igual que sus tapas, muy ricas y bien trabajadas por el chef Iván Rodríguez Vivancos, que ha pasado por las cocinas de restaurantes como Drolma, Claris, Chitón, La Lavandería, Can Fabes y Reno. Y en la carta reinan las bravas, que llegan a la mesa servidas en una minisartén, con palillos y una salsa memorable. Puedes maridarlas con un vino de alguna DO catalana, pues su carta se centra en ellos. Còrsega, 382.


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8. WOKI PLAYA

El local de la Barceloneta ha cambiado de filosofía. Si antes servía woks para llevar (un negocio que del fue pionero en la ciudad hace una década), Woki Playa juega desde hace unos meses con ingredientes de proximidad, frescos y en gran parte ecológicos para elaborar tapas de toda la vida, además de arroces y frituras. Y en esa filosofía se enmarcan sus sabrosas patatas bravas, que pueden degustarse a pie de paseo marítimo o en el primer piso, con unos espectaculares ventanales con vistas al mar. Paseo Marítim de la Barceloneta, 1.


9. SENYOR VERMUT

Este local del Eixample izquierdo (se ha convertido en un referente del tapeo pese a ser relativamente nuevo en la ciudad. Pero es normal cuando se prueban sus bravas, hechas con mucho mimo y presentadas en una cazuelita. Porque allí todo lo hacen con un cariño supremo. En el caso que nos ocupa, elaboran las bravas con patatas agrias cortadas a dados, servidas con una salsa de lo más picante y adornadas con unas tiras de pimiento verde por encima. Provença, 85.


10. LA MUNDANA

Acaso el restaurante más animado, movido y estimulante de Sants tanto a nivel gastronómico como de ambiente (fue escogido mejor restaurante del 2016 por los lectores de El Periódico). Alain Guiard y su socio, Marc Martin, han conseguido convertir este local en un must no solo del barrio sino de toda la ciudad a base de tapas tan simpáticas y sabrosas como sus bravas, que son de lo más especiales: dos lingotes de patata chafada aderezada con pimienta espelette (hay que cortar cada trozo que te vayas a meter en la boca) sobre los que reposan una salsa brava no muy picante y un allioli de ajo negro ahumado. Vallespir, 93.


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11. PAN & OLI

Si quieres otras bravas distintas pero divertidas, vuelve a Sants. Las encontrarás en este establecimiento consagrado a las tapas y los platillos con cierto punto de creatividad. Pero ojo, ten preparada una cuchara en vez de un tenedor porque te las servirán… ¡en un vaso! Como lo lees. El cocinero de la casa, Carlos Ortiz, confita las patatas a 80-100 grados durante un buen rato (entre cuatro y cinco horas), y las coloca deshechas en la copita junto a la salsa clásica, a base de ajo, guindilla y pimentón, y embellecidas con unas esferificaciones de vinagre. El resultado no puede ser más tentador y sabroso. Galileu, 30.


12. CERVECERÍA MORITZ

¿Te has preguntado alguna vez por qué siempre está tan lleno este restaurante? Da igual el día o la hora. La Cervecería Moritz está siempre a tope de clientes con ganas de tapear y cervecear. De comer unas bravas como las que prepara Jordi Vilà, el chef que manda allí y en Alkimia (en el piso superior). En la Moritz las sirve de dos maneras: al estilo catalán, con allioli y aceite rojo picante, y al estilo madrileño, en este caso con mayonesa y salsa de tomate picante. Ronda de Sant Antoni, 39.


13. BODEGA MONTFERRY

Las patatas bravas de este local sin pretensiones, asequible, accesible, tradicional, del barrio de Sants, tienen un puntito distinto al resto. Son patatas agrias aliñadas con chipotle y romero que recomendamos que las acompañes con un vermut o con un vino a granel de la casa, ya que los que sirven aquí valen mucho la pena. Violant d'Hongria, 105.


14. TAPEO BAR

No te confundas con el restaurante Tapeo (calle de Montcada, 29). Aunque es de los mismos dueños, Daniel Rueda y Natàlia Ferran, es otro concepto (bar de toda la vida) y está en otro lugar. Sus bravas llevan chipotle, una apuesta no muy común en Barcelona, que se suma a la oferta de la casa, a base de tapas y platillos, encurtidos, sándwiches, conservas, ahumados, salazones, vinos, cervezas, finos… Assaonadors, 25.


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15. AROLA

Cuando las bravas eran solo eso, bravas, Sergi Arola se inventó una versión que ha sido copiada hasta el infinito y más allá. El chef catalán simplemente les dio la vuelta y metió la salsa dentro de la patata. Un éxito fulgurante que aún hoy se mantiene en la carta del restaurante de aire chic-informal que lleva su nombre en el Hotel Arts y que puede probarse cada día. Los domingos también aparecen en el menú Sunday, Vermut & Tapas, que se disfruta en la terraza con vistas al mar mientras suena la música de un pinchadiscos. Avenida Marina, 19-21.

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