Segregación escolar

"Somos siempre los mismos": la lucha de una escuela de alta complejidad de Barcelona para diversificarse

Un centro del Raval ansia captar grupos singulares y fortalecer su AFA para “darle un giro” a los nuevos cursos

Cuatro escuelas segregadas de Barcelona tendrán 'grupos singulares' el curso que viene

Alumnado de la escuela Collaso | Gil, en el barrio del Raval de Barcelona

Alumnado de la escuela Collaso | Gil, en el barrio del Raval de Barcelona / Ferran Nadeu

Jordi Rovira

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Hay un punto de decepción entre los docentes del Raval ante una situación que no tiene visos de solucionarse a corto plazo. La segregación del alumnado no remite y ninguno de los cuatro grupos singulares aprobados para el curso que viene estará en Ciutat Vella. Prueba del desencanto es que en una reunión de las diferentes escuelas del barrio se llegó a plantear no realizar jornada de puertas abiertas porque “no sirven para nada”.

Más de la mitad sí las hicieron, por ejemplo el Collaso | Gil, centro público de máxima complejidad ubicado en la calle Sant Pau. Este colegio del Raval trata de diversificarse desde hace años pero las fórmulas actuales no encajan con el Raval. “Hemos intentado atraer a familias autóctonas y que se matricularan juntas como ‘grupo singular’, pero no ha podido ser nunca, es complicado que surja esta demanda en las guarderías del barrio”, exponen fuentes del claustro. Los ‘grupos singulares’ son una herramienta piloto que llega a su tercer año en Barcelona ciudad y que lentamente crece: de 10 hogares participantes en 2022 a 57 este marzo.

Familias de clase media y autóctonas se coordinan para entrar juntas en un colegio cercano que registra una proporción de alumnado vulnerable muy superior a la de los centros del entorno. El colegio Collaso | Gil tiene un 70% de alumnado de familias procedentes de Pakistán o de Bangladés. “No tenemos niños rubios, pero no dejan de ser niños y niñas”, reivindica el equipo docente. Un grupo singular puede llegar a llenar "media clase o más" y "darle un giro" a ese curso, para iniciar una progresiva diversificación.

La escuela Collaso | Gil, en el barrio del Raval de Barcelona, aspira a diversificar su alumnado con un 'grupo singular'

La escuela Collaso | Gil, en el barrio del Raval de Barcelona, aspira a diversificar su alumnado con un 'grupo singular' / Ferran Nadeu

Sin un primer revulsivo, “cuesta mucho acabar con el estigma racial”. A las puertas abiertas de este febrero “acudieron una quincena de unidades familiares, tanto padres y madres autóctonos como inmigrantes”. Media decena más han hecho visitas personalizadas. Pero ya saben que los locales no acabarán matriculados este junio, pese a que se cumplen ya cinco años del Pacto contra la segregación escolar en Catalunya (2019).

“Somos siempre los mismos, no hemos observado ningún cambio en la visión de las familias catalanas. No se arriesgan, no acaban de confiar en nosotros… Vienen a ver la escuela, les gusta el centro y el proyecto, pero no se deciden a traerlos porque sus hijos serían minoría”, reconocen las mismas fuentes. Al menos no han vivido el mal trago de organizar actos de bienvenida y que no vaya nadie: “Sabemos de muchos casos… Por suerte a nosotros nunca nos ha sucedido”.  De hecho cada año llenan las plazas de I3 y les queda lista de espera, porque tienen mucha demanda.

La escuela Collaso | Gil del Raval de Barcelona tiene una alta demanda año tras año

La escuela Collaso | Gil del Raval de Barcelona tiene una alta demanda año tras año / Ferran Nadeu

Pequeñas buenas noticias

Hay más buenas noticias, de las que se ven poco pero son vitales. Gracias a los esfuerzos colectivos, en la última década varios centros del Raval han conseguido que los niños no formen grupos por países de procedencia, sino que ahora tienen más variedad de nacionalidades. “Esto se consigue, por ejemplo, estando en el patio con ellos y buscando dinámicas que permitan mezclarlos”, explican en el Collaso | Gil. Otro dato que invita al optimismo es que las familias del Raval suelen escolarizar a todos los hijos en el mismo centro, con independencia del progreso económico del hogar. Una confianza revalidada que anima a los docentes y que querrían que llegara al conjunto de padres y madres del Raval. 

El mejor altavoz en estos casos es la AFA del centro. Por ejemplo, detrás de al menos uno de los cuatro grupos singulares recién aprobados hay la activa labor de familias que ya forman parte del centro receptor y que animan a otras en las guarderías. El Collaso | Gil no dispone de este recurso, porque la asociación “está bajo mínimos” en cuantidad e implicación de los padres y madres.

Patio de la escuela Collaso | Gil, en el barrio del Raval de Barcelona

Patio de la escuela Collaso | Gil, en el barrio del Raval de Barcelona / Ferran Nadeu

Si existe es porque el centro ha reclutado a familias, una a una, para salvar las elecciones de constitución de la AFA de este año. “Ha costado muchísimo que se presentaran, el equipo social del centro ha ido detrás de las madres que tenían un perfil más propicio, aunque desconocieran la lengua”, expone el claustro, que a la práctica ejerce también como AFA cuando esta flaquea. Su estrategia para fortalecer la vinculación familias-centro es usar las propias instalaciones para ofrecer talleres y clases de catalán y castellano en horario lectivo: “Si hacen actividades aquí, poco a poco se vinculan”. Los resultados, confían, llegarán a medio plazo. O quizá antes, si les llegara un grupo singular providencial el año que viene.