Sin memorial
La familia de Shamira, dolida por el vaciado súbito del altar junto a la palmera del Raval
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Meritxell M. Pauné
Periodista y jefa de 'Gran Barcelona'
Periodista especializada en información local de Barcelona y Catalunya. Responsable de la sección 'Gran Barcelona' desde septiembre de 2022. Antes, en los diarios TOT Barcelona y La Vanguardia, entre otros. Profesora de Periodismo digital en la UIC tres cursos y puntualmente del máster del Observatori de la Cobertura de Conflictes. Colaboradora en prensa vecinal ('Carrer', 'Cap a peus') tertulias de televisión y radio (betevé, Catalunya Ràdio, Ràdio Estel...), libros de historia local ('Retrats per la memòria', 'Objetivo Venus', 'Josep Maria Huertas Claveria i els barris de Barcelona') e investigaciones académicas (Observatori de la Cobertura de Conflictes, Periodismo UAB).
El pequeño altar que recordaba la muerte de Shamira por una palmera caída en el Raval está prácticamente vacío desde hace una semana. El viernes pasado, 11 de agosto, una brigada del Ayuntamiento de Barcelona limpió por completo el alcorque donde amigos, familiares y vecinos habían recordado a esta joven de 20 años con fotografías, velas y dedicatorias.
La súbita 'limpieza' de este memorial espontáneo –mucho más en profundidad que el resto de la plaza– ha indignado a la familia de la chica, que fue el viernes pasado al lugar de los hechos a depositar unos cirios y rosas procedentes del ramo fúnebre. La noche anterior había acudido el padre de la víctima, antes de retornar a su localidad de residencia, y ese viernes iban la madre y los abuelos. Encontrar vacío por sorpresa el tronco cortado del árbol que mató a Shamira les enojó sobremanera.
“En los pequeños detalles es dónde muchas veces se ve la empatía, es muy triste que tras un sepelio precioso, después quieran borrar de un plumazo el recuerdo de mi nieta, quitando todo el altar que había en el lugar donde falleció de manera tan trágica e injusta”, asevera a EL PERIÓDICO el abuelo de la joven, Carlos García. Cuando acudieron solo decoraban el alcorque una vela y su nombre escrito en tiza rosa, probablemente de los chicos de la calle que visitan el lugar desde el accidente.
Recalca que hubieran entendido que existan protocolos de limpieza y retirada de recordatorios, pero critica la “poca sensibilidad” de no avisarles antes “para poder recoger sus cosas”. Por ejemplo había un jersey suyo e imágenes de los últimos años, periodo del que no disponen de muchas fotografías.
Fuentes municipales aseguran a EL PERIÓDICO que el consistorio sí dio aviso de la retirada del memorial, pero no a la familia sino solamente a la asociación Metzineres. Dedicada a ayudar a mujeres sin domicilio y afectadas por adicciones, era una de las entidades sociales que atendía a Shamira los últimos dos años. Organizó un acto de recuerdo 24 horas después de la muerte, aunque el altar ya se había formado antes de forma espontánea y siguió recibiendo visitas los días posteriores.
“Se mantuvo 8 días”, defiende el consistorio
Cuando la familia de Shamira encontró el altar vacío fueron a la sede de Metzineres, donde en ese momento tampoco supieron explicarles la situación. El local está ubicado a una calle de distancia del lugar de los hechos, la plazoleta Emili Vendrell, pero sus integrantes tampoco pudieron acudir a recoger ningún objeto antes de la limpieza. Tampoco lograron localizar por teléfono a la responsable municipal con quién habían hablado la semana previa.
“El altar se mantuvo 8 días, hasta después del funeral, y desde entonces el servicio de limpieza recoge cada día el lugar”, subraya el consistorio. Este viernes 18 de agosto el alcorque tenía encima una nota manuscrita que decía “Shamira, no te olvidamos, descansa en paz”, una vela casi consumida, restos de flores y una figurita de un ángel. Alrededor del tronco, decenas de colillas de tabaco desmerecían el gesto de afecto.
¿Una placa in situ?
Padres, abuelos, hermanos y allegados no se resignan a que la plazoleta olvide el accidente: “De justicia sería que dónde estaba ese altar, el Ayuntamiento coloque una placa en recuerdo de Shamira”, apunta García. Es más, hay consenso familiar en rechazar que solo se recuerde a la joven en el local de alguna asociación de las que fuera usuaria, alternativa que el consistorio sí sospesa “si alguna entidad lo considera”.
Portavoces municipales evitan confirmar ni desmentir si habrá una placa u otro tipo de recordatorio, así como dónde se ubicaría. “En septiembre se volverá a hablar con la familia, pero el Ayuntamiento no acostumbra a poner placas por accidentes”, señalan. No se hizo con la víctima mortal de la palmera que cayó hace tres años en el parque de la Ciutadella. Ni siquiera con las 16 víctimas mortales del atentado del 17A en la Rambla. Tampoco con los miles de accidentes de toda índole y crímenes que suceden en una capital como Barcelona. Recordar in situ todos los hechos trágicos ciertamente transformaría el paisaje de la ciudad.
Relación embarrancada
El entorno familiar de Shamira se reencontró en Barcelona tras el fallecimiento e hizo frente común para celebrar un funeral emotivo con parlamentos y fotos de infancia en el distrito de Sant Martí. También mantuvieron un encuentro privado con las amistades y profesionales sociales que poblaban su día a día tras la mayoría de edad. Las dos vidas de Shamira se acercaron un poco para despedirla.
En cambio, la relación con el consistorio se ha enfriado con el paso de los días. La reacción inicial del consistorio, que les llamó para darles el pésame y asumir el gasto funerario, fue bien recibida. Aún más que destinara personal del Centro de Urgencias y Emergencias Sociales de Barcelona (CUESB) al funeral, tras una crisis de ansiedad la víspera. “¡Un 10, estas profesionales!”, celebra el abuelo, que también menciona la visita discreta de una teniente de alcaldía al tanatorio.
No obstante, tras la incineración llegó el primer desencuentro. Según la familia, dos hermanos se quedaron sin relicario con cenizas porque no lo cubría el pago municipal. Según el consistorio, se incluyeron tres recordatorios por unidad familiar y “todo lo que la familia ha pedido”. Luego llegó el vaciado del altar y las evasivas sobre la colocación de una placa. Hoy la relación está embarrancada y va camino de tribunales.
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