Denuncia por ruido en Sant Martí

La terraza de alquiler para fiestas de la calle de Enamorats que irrita a los vecinos

La Barcelona que no puede dormir por el ruido y el incivismo

Enamorats 116

Enamorats 116 / Jordi Cotrina

Toni Sust

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Desde hace dos años, los vecinos del número 113 de la calle de Enamorats, en Sant Martí, viven con excitación la cercanía del fin de semana. Para ser exactos, con un temor intenso. Porque, afirman, justo delante de esa finca, en Enamorats, 116, se encuentra un edificio bajo con una terraza que se alquila para fiestas.

Denuncian que cuando esas celebraciones tienen lugar se prolongan a menudo desde primera hora de la tarde hasta la madrugada, lo que genera un ruido que invade a los vecinos del 113, que impide dormir a los niños. Aseguran que residentes de otros bloques han compartido con ellos esa inquietud, y subrayan que el sonido llega mucho más a los pisos altos, que a veces desde la calle se aprecia mucho menos.

Pánico al fin de semana

También explican que han adquirido la costumbre de consultar a principios de semana la web en la que se oferta la terraza con el fin de comprobar cuál es la disponibilidad para alquilarla el viernes, el sábado y el domingo posteriores. Si está todo lleno, varios se buscan un plan fuera de Barcelona para no estar en casa cuando la música y los gritos reinen por doquier. Porque aseveran que eso es lo que pasa si hay fiesta.

En contraste, la versión del responsable de la terraza, que prefiere reservar su nombre, es que en los últimos tiempos apenas se han celebrado fiestas en ese espacio, que a las 22.00 acaban y que nunca le han puesto multas por ruido, con la excepción de una reunión que hizo con sus amigos en 2019, antes de la pandemia. También dice que es inquilino del edificio en el que se encuentra y que afirma que está legalmente facultado para alquilar la terraza por el contrato que firmó con la propiedad.

Después de la pandemia

Como en tantos conflictos de vecindad y ruido de los últimos tiempos, los afectados explican que los problemas llegaron cuando la pandemia empezó a despedirse, cuando el confinamiento dio paso a una semilibertad de movimientos, con restricciones horarias para el ocio nocturno en locales y establecimientos.

El inquilino indica que en realidad empezó a alquilar la terraza hace cuatro años. Según la información de la web de alquiler de espacios para eventos donde se anuncia, HolaPlace, se han celebrado 51 en su terraza, lo que supondría uno cada mes. Según los que residen enfrente, la frecuencia ha sido mayor, por lo menos en periodos recientes.

Sant Joan

Uno de los vecinos pone fecha al principio del conflicto, Sant Joan de 2021: “Vimos que había una fiesta con música a tope, con mucha gente. Al principio pensamos que era normal, después de estar encerrados tanto tiempo, pero pasaron las tres, las cuatro, las cinco de la madrugada. Después de eso ya no han parado”.

El piso que hay debajo de la terraza, siempre según los vecinos, se alquila como vivienda turística. El responsable del alquiler de la terraza lo niega: insiste en que él vive ahí. También niega que las fiestas se prolonguen hasta la madrugada. En la web, se indica que tienen que acabar a las 22.00, pero en Enamorats, 113 juran y perjuran que eso no es así. El anuncio, por cierto, también informa de que la responsabilidad por posibles molestias es de quien alquile la terraza, de unos 70 metros cuadrados.

Vacío legal

Los vecinos preguntaron en el Archivo municipal de Sant Martí si existía alguna licencia de actividad vinculada con el inmueble del número 116, y la respuesta fue negativa. El inquilino replica que se trata de un caso de alegalidad, que él no incumple ninguna norma, porque no hay norma que regule el alquiler de ese espacio. Así se lo ha advertido HolaPlace, relata.

La plataforma precisa que si le denuncian tiene que ser por otro motivo, por ejemplo por ruido, y le informa de ello en un mensaje que él aporta a este diario: “No existe una ley que prohiba alquilar la terraza de tu casa por horas”.

Los vecinos presentaron una instancia en la Oficina de Atención Ciudadana (OAC) de Sant Martí contra el ruido que causan los eventos de la terraza en mayo de 2022. A principios de julio pasado recibieron respuesta. La instancia era archivada porque ya existía una anterior: otra persona había denunciado en la OAC que en la propiedad funcionaba como piso turístico ilegal y se estaba investigando. El pasado 13 de julio, el administrador de la finca del número 113 presentó otra instancia en nombre de la comunidad pidiendo una inspección en el 116.

Vacaciones

Contactado por este diario, el ayuntamiento, en este caso el Distrito de Sant Martí, que podría dar luz sobre si existe una actuación reprobable en la organización de las fiestas, contesta que no está en condiciones de informar de cómo está el asunto que atañe al número 116 de la calle de Enamorats, porque los responsables de gestionarlo, los que disponen de los datos del caso, están de vacaciones.

El tema también ha llegado al Síndic de Greuges de Barcelona, y es de esperar que el consistorio constate después del descanso vacacional sí tiene intención de actuar para frenar las fiestas en la terraza o, por el contrario, dar la razón al inquilino y reconocer que puede organizarlas.

Pensión de invalidez

Porque el responsable insiste en que nada le impide legalmente actuar como ha estado haciendo. También asegura que los ingresos que recibe por el alquiler de la terraza no son elevados, “unos 500 o 600 euros al mes, más o menos”, por los que afirma que paga impuestos y con los que dice complementar la pensión de invalidez que recibe desde que un accidente laboral le impide trabajar.

Antes, cuenta, cobraba 35 euros por hora con ocho horas como máximo. Ahora, prosigue, la tarifa está en 50 euros la hora por un máximo de cinco horas.

Visitas de la Guardia Urbana

En estos años, añade, ha recibido “ocho o diez visitas de la Guardia Urbana”, que según su versión han levantado “dos o tres actas”. Nunca excepto aquel día de 2019 le han multado, reitera. Los vecinos subrayan que la última vez que se presentó la Guardia Urbana fue el pasado sábado. Y él inquilino apostilla que acudieron pero que no impidieron que la fiesta siguiera.

La disputa, en resumen, es entre los vecinos que sostienen que no pueden descansar cuando hay fiestas y el privado que asegura que las organiza para ingresar un dinero extra que dice necesitar para pagar el alquiler. En concreto, se da la paradoja, para pagar el alquiler de la casa de la terraza que le da ese dinero.

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