7.164 permisos en 2022

Hartos de vivir en un plató de cine en Barcelona: "No podemos ser ciudadanos normales cuando hay rodaje"

La proliferación de grabaciones provoca quejas por alteraciones a la movilidad, el estacionamiento y el descanso en calles de la ciudad donde abundan

Qué cobran Barcelona y otras ciudades catalanas por los rodajes de películas y series

Catalunya, un plató en expansión

Preparativos para el rodaje de un anuncio en el Poblenou, en Barcelona.

Preparativos para el rodaje de un anuncio en el Poblenou, en Barcelona. / FERRAN NADEU

Jordi Ribalaygue

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“Me ha pasado salir de casa y encontrarme en Nueva York. Con sus puestos de perritos calientes, sus taxis, sus quioscos y el humo saliendo de las alcantarillas”, cuenta Xavier, vecino de Diagonal Mar, en Barcelona. El barrio fue escenario para 74 rodajes en 2022: aunque fuera transfigurado en otra urbe, se situó entre las 10 zonas de la ciudad donde más escenas se ambientaron. El auge ha abierto una vía de ingresos crecientes, con 2.773 producciones radicadas en la capital en 2022 a las que se otorgaron 7.164 permisos para filmar. No obstante, la abundancia también alienta las quejas de los residentes donde los equipos de grabación se plantan con frecuencia.

“El primer trimestre de este año fue un poco exagerado. Hubo filmaciones una semana tras otra, con preavisos de solo 24 horas en la mayoría de ocasiones”, se queja Xavier, afincado en la calle Fluvià. “Mi casa la he visto en 50 planos diferentes de películas, series y anuncios”, recuenta el vecino, que atestigua que la rutina llega a alterarse cuando se interpone un set de rodaje: “Al cabo del año, no podemos ser ciudadanos normales durante un mes entero. Una grabación coincidió con la media maratón y fue tremendo… No podíamos salir con el coche y, con el rodaje, ni siquiera a pie. Teníamos que pedir permiso. A veces he ido a por pan y he tenido que dar una vuelta enorme porque estaban grabando, cuando solo tenía que cruzar la calle. Y para entrar o salir del garaje es complicado. No tienes acceso porque está cerrado”.

Una molestia común en las vías convertidas en plató es la pérdida de plazas de estacionamiento. “Normalmente el corte es de ocho de la mañana a ocho de la tarde, pero en la tarde anterior ya solemos tener a dos tíos poniendo vallas. Según cómo sean, tienes el lío montado si quieres aparcar”, explica David, residente en la calle Joan d’Àustria, en la Llacuna del Poblenou. Calcula que pueden albergar “20 ó 25” grabaciones anuales. “Hace mucho que hay. Recuerdo un anuncio de un coche en que nuestra calle era Tokio. Alrededor nuestro también se graba mucho, como en la calle Pallars: entonces somos la calle para el ‘catering’ y el párking. Interpretan que pueden hacer lo que quieran”, protesta.

“Mi padre tiene plaza de discapacitado y también aparcan ahí”, lamenta María del Pilar, con vivienda en Joan d’Àustria, donde perdura un rótulo que avisa de la prohibición de estacionar por una filmación de hace meses. “Cuando vuelves de trabajar y te encuentras los carteles, sabes que tendrás que dedicar tiempo a cambiar el coche de sitio”, da fe Stefano. “A veces avisan del corte la tarde de antes. Viajo por trabajo y, una vez, la grúa se llevó mi coche. Desde entonces, dejo las llaves a un vecino o al mecánico para que lo muevan si van a rodar”, comenta.  

“A veces cogen tanto sitio para grabar que hay que llevarlo al quinto pino”, refunfuña David. También reprocha que los equipos de rodaje no siempre ocupan todas las plazas que reservan y que, de vez en cuando, el ruido de los grupos electrógenos que nutren de corriente al set los despierte a las seis o las siete de la mañana. Stefano cree que las filmaciones proliferan en su calle no solo porque rezume estética urbana: “Somos pocos vecinos y, por eso, nos dan poca importancia. Sirve también para los botellones y las fiestas que soportamos. Valemos menos que una discoteca”.

“Privatización puntual”

La Barcelona Film Comission es la oficina del Ayuntamiento que auxilia a las producciones de filmes y series en la ciudad. El ente establece junto a otras instancias del consistorio las condiciones para minimizar “posibles molestias”. “Pero, efectivamente, los rodajes medios o grandes requieren de una privatización puntual de la vía pública para realizar su trabajo”, admite. 

Una grúa con unos focos para un rodaje en el Poblenou, en Barcelona.

Una grúa con unos focos para un rodaje en el Poblenou, en Barcelona. / FERRAN NADEU

En todo caso, el organismo destaca que no siempre acepta cada una de las pretensiones de las productoras. “Pero hay que comprender que, si la historia que se narra es de noche, se tendrá que grabar de noche… No podemos imponer el guion”, esgrime.

El Poblenou concentró 53 rodajes en 2022. Son usuales en Lope de Vega, Àvila y Badajoz, entre otras vías. “Hay casi cada semana. Son mañana, tarde y noche. Si no es en una calle es en otra”, observa Jero Lorenzo, miembro de SOS Triángulo Golfo, que agrupa a los vecinos hartos por las fiestas a deshoras en plena calle. 

“El problema que sufrimos se agrava cuando el despliegue de vallas y protecciones de los rodajes coincide con los botellones: cuando están muy borrachos, cogen las vallas, las mueven, las saltan… Y cuando vienen los vigilantes, se pelean o se discuten con ellos”, dibuja Lorenzo. Además del engorro por el ruido, menciona también alguna que otra intromisión: “Ha pasado que, de manera puntual, un equipo de rodaje ha pedido a algunos vecinos que entren en casa y cierren el balcón o la ventana. O, tomando el fresco, nos han dicho si podemos entrar en casa. O hemos tenido que esperar cinco minutos para entrar en casa porque realizan una toma”.

Idéntica injerencia relata Daniel Pardo, vecino de Ciutat Vella, el distrito que más grabaciones acumula: se registraron 782 en 2022, 126 más que en 2021. “Añade una capa más de incomodidad a las dificultades para desplazarse en unos barrios particularmente obstaculizados por la actividad económica intensiva, sobre todo por el monocultivo turístico”, opina. 

La Vila Olímpica también ha sido territorio predilecto para las cámaras. “Ha sido continuo desde 1994”, ilustra Jordi Giró, presidente de la Asociación de Vecinos del barrio. Comenta que, en los primeros años tras los Juegos, cundió una cierta invasión: “Cortaban toda una calle por un solo trozo. Si no venía ningún urbano, montábamos en cólera. Nos quejamos y ahora se organizan de otra forma. El 'boom' se ha normalizado y ya los hemos interiorizado. Ahora nos encontramos con rodajes dentro de las casas”.

Proyección internacional

La Barcelona Film Comission subraya que, solo contando 25 de las 696 producciones de películas y series de 2022, se regó a la ciudad con 91,4 millones de euros y 16.000 contratos. “En el conjunto del Producto Interior Bruto de Barcelona, los rodajes representan un 13%. Además, nos proyectan en el mundo”, recalca.

Xavier confiesa que recibió la misma respuesta, casi literal, del concejal de Sant Martí, David Escudé. “Nos dijo que tenemos que entender que Barcelona está muy bien posicionada con los rodajes, que difunde la marca Barcelona y que tenemos que ser un poco más tolerantes. Puedo serlo, pero el dinero que el ayuntamiento recauda con las grabaciones no revierten en mejorar el barrio”, opone. “No recibimos compensación de ningún tipo”, censura Lorenzo. 

Barcelona amasó 537.090,26 euros en tasas por grabación en 2022, más que en ningún año precedente. Sin embargo, David no siente que reviertan en una localización codiciada como su calle. “No puede ser que se hagan tantas filmaciones en la misma zona. A veces, son dos por semana. Se deben repartir”, sugiere. La misma idea expresan otras voces consultadas. La Barcelona Film Comission replica que “los espacios se pueden repetir tanto como escenario de rodaje como de estacionamiento de vehículos técnicos”. “Ni en Barcelona ni en ninguna otra ciudad del mundo hay una oferta limitada de espacios y de usos. Cada espacio que las productoras señalan tiene un porqué”, blande.

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