Medidas del consistorio en Poblenou

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Los vecinos ven insuficientes los planes del ayuntamiento, que tampoco agradan al sector del ocio nocturno por juzgarlos excesivos

Medianoche del jueves 9 de junio al viernes 10 en la calle de Pere IV, en el Triángulo Golfo de Poblenou

Medianoche del jueves 9 de junio al viernes 10 en la calle de Pere IV, en el Triángulo Golfo de Poblenou / CAPTURA VÍDEO SOS TRIÁNGULO GOLFO

Toni Sust

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El conflicto por el ruido nocturno no se detiene en Barcelona. Las quejas por los botellones, las terrazas y las aglomeraciones nocturnas en general siguen, y últimamente ha arreciado la protesta contra los conciertos. Ahora empieza el verano, un periodo que más bien incrementa el problema, y en las últimas semanas, el Ayuntamiento de Barcelona ha aprobado medidas en favor de la reducción del ruido nocturno que no nacen ahora.

Son las medidas que se anunciaron el verano pasado a raíz de los resultados de las mediciones de los sonómetros colocados en los puntos en los que el conflicto está vivo, que son muchos en la ciudad. Planes que se aplican en las zonas en las que se detectó un exceso de ruido de tres decibelios sobre los límites establecidos. En algunas siguen rigiendo por decreto, en otras la regulación se ha consolidado, lo que requería estas aprobaciones.

En Poblenou, en el Triángulo Golfo, este verano se ensayará, si nada cambia, un plan en gran parte ya existente en el pasado que prevé que los establecimientos de ocio se encarguen de evitar que sus clientes perjudiquen el sueño de sus vecinos. Si no se logra, el consistorio amenaza con avanzar dos horas el cierre de bares musicales de Pere IV de las 3.00 a la 1.00. Pero eso pasaría solo dentro de tres meses, es decir, después del próximo verano.

Terrazas

Entre estos planes validados recientemente figura el que afecta a Ciutat Vella, donde una serie de terrazas tendrán que cerrar ahora a las 23.00, cuando antes podían hacerlo a medianoche los laborables y a la una el fin de semana. Son terrazas de locales ubicados en la calle Miquel Pedrola i Alegre, en el barrio de la Barceloneta, y también en diferentes calles del casco antiguo, como Fonollar, Carders, Allada-Vermell y Tantarantana.

Un plan que generó agrias protestas del Gremi de Restauració, que aludió a otro hecho a tener en cuenta: llamó a frenar estas normativas a la espera de lo que decida el nuevo gobierno local de Barcelona, en el que todavía no está claro si Junts estará solo o con socios. En principio, el nuevo alcalde podrá replantear las medidas, pero no eliminarlas en las zonas en las que se ha detectado el exceso de ruido.

Exposición pública

Entretanto, otros planes han visto la luz, como el de la plaza de la Virreina, donde las terrazas deberán cerrar a las 23.00 los laborables y a medianoche los fines de semana. En Poblenou, el del Triángulo Golfo se publicó el viernes 26 de mayo, dos días antes de las municipales. Sus medidas son, entre otras, la ya citada, la reducción de horario de terrazas hasta las 23.00 de miércoles a sábado, pero en realidad ese no es el problema de la zona, que suele sangrar más por la herida de los botellones.

El plan del Triángulo Golfo de Poblenou –el consistorio lo denomina Triángulo Lúdico- está ahora en exposición pública, y, a tenor de lo que cuentan ambos sectores, será objeto de alegaciones por parte de los vecinos, que lo consideran insuficiente –entre otras cosas, querían que la terrazas cerraran todos los días a las 23.00-, y de algunos locales de ocio, que lo juzgan excesivo.

Tiendas cerradas

La principal novedad es por ahora solo la amenaza de avanzar horarios de cierre en los locales. En el Triángulo Golfo el problema se da en el espacio público. Por eso, además de adelantar el cierre de las terrazas, se decidió que las tiendas que venden alcohol tengan que cerrar de 22.00 a 7.00 y se acordó imponer el uso de materiales que minimicen el ruido a la hora de concluir la actividad. Tanto vecinos como empresarios del ocio creen que eso no cambia mucho las cosas, porque los jóvenes que quieren beber en la calle suelen traerse las botellas de otras partes de Barcelona y porque no hay muchas terrazas.

Lo más llamativo del plan está por confirmar, y es el acuerdo entre el Distrito de Sant Martí y los establecimientos de ocio para que estos se ocupen de minimizar el ruido que generen sus vecinos. Lo cuenta el gerente de Razmatazz, Lluís Torrents, que recuerda que en enero se emplearon vallas para acotar el espacio que los que van a las discotecas ocupen en la calle. La idea es que estén en la acera en la que hay locales, y menos vecinos, y que no se concentren en la vía pública.

Dice Torrents que en su día funcionó. Y agrega que otra vía para frenar las aglomeraciones en zonas habitadas sería cerrar la salida de Almogàvers de la parada de metro de Marina para que la gente vaya por la Meridiana. En realidad, subraya, los locales ya hace años que intentan minimizar las molestias a los vecinos, que invierten dinero en ello, pero está claro que para los residentes no ha sido por ahora una solución suficiente.

Tres meses

Ahora, cuenta Torrents, el acuerdo negociado con el consistorio parte de que los establecimientos tienen tres meses para demostrar que pueden lograrlo. Que pueden conseguir que los vecinos noten una mejora controlando a sus clientes. Pero si eso no pasa, prosigue, la amenaza del consistorio es avanzar dos horas el cierre de cinco bares musicales de Pere IV: Airbar, Open bar, BB+, Bar Coyote y Tequila Airbar. “Si lo hacen, los matan”, afirma Torrents: “Son las dos horas en las que más se trabaja”.

Según el gerente de Razmatazz, si el conflicto del ruido siguiera las discotecas serían las siguientes, aunque no hay plazo concreto para que les afecte ese cambio, que en su caso supondría adelantar el cierre de las 6.00 a las 4.00: “Sería mucho peor. Ahora la gente se va gradualmente. Con ese horario se irían todos juntos a las 4.00”. Y la molestia, concluye, sería peor.

Macrobotellones

Torrents afirma que los macrobotellones que se vivieron en Pere IV después del confinamiento ya no se dan. Algunos vecinos lo confirman, otros sostienen que los botellones no desaparecen, que solo se desplazan cuando se dan baldeos del servicio de limpieza, pensados precisamente para evitar las aglomeracioes nocturnas. Vecinos que desconfían de que los locales logren que el ruido baje. 

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