Agresión en el Carmel

El vecino apalizado en los búnkers de Barcelona: "La valla no sirve para nada. Siguen subiendo cientos"

"Si no se cuelan, se quedan por los alrededores. Hay desidia", denuncia la víctima, apaleada por unos jóvenes a los que recriminó que saltaran la cerca

Vecinos del Turó de la Rovira denuncian una agresión por parte de un grupo que se colaba en los búnkers

El Carmel clama contra el turismo para rescatar los búnkers: “Nos han robado el barrio”

Joan Escaió, vecinos del Turó de la Rovira, muestra los moratones de la paliza que recibió de unos jóvenes que saltaron la valla de los búnkers, en Barcelona.

Joan Escaió, vecinos del Turó de la Rovira, muestra los moratones de la paliza que recibió de unos jóvenes que saltaron la valla de los búnkers, en Barcelona. / ZOWY VOETEN

Jordi Ribalaygue

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Joan Escaió, afincado en lo alto de Carmel, maldice a quienes lo atizaron el miércoles pasado por la noche. “Las caderas me duelen una barbaridad… Me dieron una patada de kárate en medio del pecho”, cuenta el hombre, mientras muestra el rosario de moratones que se le escurre por el brazo. Tiene 76 años y vive desde el día que nació en la casa pegada a la cima del Turó de la Rovira, donde los búnkers, foco de malestar vecinal por el turismo masivo que se desplaza más allá del centro de Barcelona. Es la segunda vez que quienes suben con ganas de fiesta lo apalean. “Hace dos años me rompieron la cara. Me tuvieron que poner 11 puntos. Pero este año ha sido el peor. Encima se han gastado 1,6 millones de euros en una valla que no sirve para nada”, despotrica. 

Unas cuantas decenas de vecinos del Carmel se han concentrado este lunes para condenar la agresión. Escaió expone que grababa a “20 o 25 personas” que se encaramaron a la verja que el Ayuntamiento instaló a principios de mayo para tratar de contener las aglomeraciones. La multitud atraída por las vistas de la ciudad que regala la cumbre lleva de cráneo a los vecinos desde hace años: solo en una noche de abril pasado, se desalojó a 1.300 personas.  

“Rosa Alarcón [exconcejal de Horta-Guinardó] dice que la valla va muy bien para los vecinos, pero quiero demostrar que no. Grabo con el móvil a los que saltan la valla, porque cada día siguen subiendo cientos de personas a hacer botellón. Es verdad que ahora hay un poco menos de gente que antes de la valla, porque los hay que son responsables y se van, pero otros no. Si no se cuelan, se quedan por los alrededores. Hay desidia”, se queja Escaió, que denunció el encontronazao del que salió mal parado a los Mossos d’Esquadra

La víctima relató a la policía que recriminó a un grupo de seis o siete jóvenes que asaltaran el cercado. “You don’t respect Barcelona! Closed is closed! [¡No respetáis a Barcelona! ¡Cerrado es cerrado!]”, les espetó, en inglés, como suele hacer para que los turistas lo entiendan. En cambio, los chicos se le encararon en castellano. Uno de ellos soltó una coz a Escaió que le hizo caerse de espaldas. En medio de la confusión, una chica de la pandilla le robó el móvil. El hombre trató de defenderse con la cadena de una moto pero, cuando se levantó, los muchachos ya habían huido.

“No he recuperado el móvil. Este me ha costado 1.500 euros”, exhibe Joan. Enseña en la pantalla del teléfono nuevo dónde el GPS del antiguo terminal chiva que se esconde: está dando vueltas siempre a la misma calle, no muy lejos, en Can Baró. Los Mossos contestan que, por ahora, la investigación no ha dado resultados. “Son ineficientes. ¿Cómo puede ser que no los atrapen si yo veo dónde están? Me dicen que, si se mueve, que llame al 112”, refunfuña. 

"Hecho puntual"

El distrito de Horta-Guinardó responde que la paliza que el vecino sufrió “es un hecho puntual”. “El Ayuntamiento lo condena contundentemente, pero no es un hecho habitual”, esgrime el consistorio, que añade que la presencia de la Guardia Urbana se mantendrá en la zona “como ahora”. “Ya fue reforzada especialmente durante la noche y los fines de semana”, resalta el distrito, que afirma que se ha puesto a disposición de Escaió. El vecino lo niega.

El Consell del Turó de la Rovira también discrepa con el distrito. El colectivo agrupa a vecinos hartos por el alud turístico y opuestos a la reja que envuelve la cresta. “La administración trata de relativizar, lo que constata la tolerancia que tiene con el sector turístico. Lo que le pasó a Joan le podría haber pasado a cualquiera. Es un ejemplo más de la violencia con la que nos encontramos”, advierte Fran Bernal, vicepresidente de la Asociación de Vecinos del Turó de la Rovira, crítico con el cercado: “No soluciona el problema, es completamente ineficaz. Seguimos sin poder dormir. El dispositivo policial que hubo hasta las elecciones se ha diluido. No es una cuestión de barrio, sino de ciudad. Se tiene que tratar como si fuera la plaza Reial, el park Güell o la Barceloneta, porque genera problemas de vecindad, suciedad y convivencia”.

Vecinos del Carmel, manifestándose para condenar la agresión sufrida por un residente en el Turó de la Rovira. 

Vecinos del Carmel, manifestándose para condenar la agresión sufrida por un residente en el Turó de la Rovira.  / ZOWY VOETEN

“No hemos notado ninguna mejora con la valla. Ha ido a peor, porque ahora tenemos a los turistas delante de casa”, sostiene Montse, residente en la calle Mühlberg, una de las que conducen a las baterías. Atestigua que ha recibido improperios y menosprecios: “A las tantas de la madrugada, tenemos música y gritos cada día. Ahora es de lunes a domingo, aunque son peores los viernes y los sábados. Me han tirado la valla de casa, han entrado en mi huerto, han tirado latas, se han orinado dentro, se han defecado… Ya son 12 años así, pero este año hemos visto a más gente y más vandalismo. Unos me dijeron que lo hacían porque ‘España es diferente’”.

María vive al lado de Montse. Explica que irrumpieron dos veces en su casa en los últimos años: la ha blindado para que no se repita. “Antes molestaban cuando bajaban borrachos, pero ahora los tenemos en el cogote. Encima están enfadados porque no los dejan entrar y, entonces, la toman con nosotros”, cree la vecina.

“Hubiera sido mejor que el dinero que se gastaron en la valla lo hubieran dedicado a poner policías. Con dos hubiéramos tenido bastante”, piensa Escaió, que teme que la cerca sea el preludio para sellar el paso a las baterías antiaéreas por completo. “Las han promocionado como lugar turístico y ahora nos han robado un trozo de Barcelona que es de todos. El siguiente paso será cobrar entrada”, sospecha.

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