Localización icónica

Último atardecer en los búnkers del Carmel de Barcelona: “Es culpa de los turistas"

IMÁGENES | Nueva picaresca de los turistas en los búnkers del Carmel cerrados

A partir de este martes el mirador del Turó de la Rovira cerrará de 19:30 a 9:00 horas

Barceloneses acuden al lugar para "despedirse" de este paraje invadido por los extranjeros

Gisela Macedo

Gisela Macedo

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Este lunes, 1 de mayo, ha sido el último día sin cierre nocturno en los búnkers del Carmel de Barcelona. A partir de este martes, solo se podrá acceder a este espacio del Turó de la Rovira de 9:00 a 19:30 horas (en invierno será solo hasta las 17:30 h). Como muchos otros días, el mirador se ha llenado de jóvenes con la intención de pasar la tarde disfrutando del ‘skyline’ de la ciudad. La mayoría de ellos, turistas; aunque también han acudido algunos barceloneses que han visto con resignación como, de alguna manera, han perdido otro espacio de la ciudad.

Muchos de los visitantes desconocían que este era el "último atardecer" del Turó de la Rovira. Al enterarse del nuevo horario, los locales muestran su tristeza y rabia porque se haya tenido que llegar a este punto. "Esto es culpa de los turistas, que se creen que Barcelona es la ciudad de la droga y la fiesta. Vienen a hacer botellones y, al final, los que somos de aquí de toda la vida lo acabamos pagando", lamenta Joana Grau (15), vecina de Gràcia. Tanto ella como su amigo Joan Cases (17) coinciden en que este mirador ha cambiado a peor. "Antes no había gente y ahora está petado de guiris. En verano no te puedes ni sentar", aseguran. Son las 19:00 h y cuentan que no tardarán en irse, porque "se lía bastante por la noche y no es agradable, y menos si eres mujer. Los guiris se te acercan y no tienen problema en decirte cualquier cosa, aunque seas más joven que ellos", añade Joana.

Vienen a hacer botellones y, al final, los que somos de aquí de toda la vida lo acabamos pagando"

Mientras la joven relata estas experiencias, llega al recinto un grupo numeroso de extranjeros, todos equipados con bolsas y alcohol. Dos agentes de la Guardia Urbana que vigilan permanentemente el lugar se acercan a ellos para advertirles de que "no se puede beber en la calle". Los turistas no dan crédito ante tal afirmación y van a buscar un lugar para sentarse donde estén menos a la vista de la policía.

"Venimos a despedirnos"

Algunos barceloneses que sí se han enterado del cierre han acudido expresamente a los búnkers para aprovechar la oportunidad. Es el caso de Miriam (27) y David (26), una pareja del Carmel que hacía tiempo que no subía a este sitio, precisamente, por la invasión de turistas. Se les habían quitado las ganas, pero no han querido perderse el último atardecer: "Hemos venido para despedirnos. Es muy triste tener algo tan bonito al lado de casa y no poder subir por esto" comentan resignados. Cuentan que, antes de ponerse de moda este lugar, solían venir con sus amigos a pasar la tarde. "Charlabas mientras veías las vistas, te hacías cuatro fotos y bajabas. No como ahora, que vienen los turistas con las bebidas… Lo han explotado demasiado", afirman.

Hemos venido para despedirnos. Es muy triste tener algo tan bonito al lado de casa y no poder subir por esto"

Tal y como relata esta pareja de amigos, hubo un tiempo en que no todo era fiesta y molestias en el Turó de la Rovira. Para algunos ha sido el escenario de citas especiales. "Había gente que venía para pasar una velada romántica, con su mantelito y botella de vino. Se estaba tranquilo, ni Dios conocía esto. Luego empezaron con las fiestas descontroladas, los DJ y el ruido. Es una pena", explican Josep y Fermín Roig (64), hermanos y vecinos del Guinardó; quienes también recuerdan que, de pequeños, subían a jugar a las baterías y que era un lugar "solitario". Todo lo contrario a lo que es ahora.

Por este motivo, a pesar de no cerrar oficialmente el espacio, la Guardia Urbana lo ha desalojado en más de una ocasión el pasado mes de abril, cuando ha detectado que había un "exceso" de afluencia que haría "peligrar" el descanso de los vecinos -que llevan tiempo quejándose de los visitantes- y la integridad de los restos de las baterías antiaéreas de la Guerra Civil que se encuentran allí. Lo han hecho en el marco de un dispositivo especial para evitar que se celebren fiestas en este lugar.

"Cambiar el público"

De ahora en adelante, las opciones para ver la puesta de sol en los búnkers se reducirán a unos pocos días entre finales de noviembre y el mes de diciembre, en los que el atardecer se produce entre las 17:20 y las 17:30; hora en la que las autoridades procederán a desalojar el mirador en invierno, y a cerrar las seis puertas de la valla que lo rodea. "Es demasiado pronto", opinan los barceloneses presentes este lunes en los búnkers, entrevistados por este diario.

Para el amanecer sí que no hay tregua, ya que el horario de apertura para todo el año se ha fijado a las 9:00 horas. Demasiado tarde para verlo. Una lástima, puesto que la salida del sol se da por el mar en la capital catalana.

La concejala del distrito de Horta-Guinardó- en el ayuntamiento, Rosa Alarcón, explicó al anunciar el cierre que la intención es "cambiar el tipo de público que viene a este entorno", y sustituir a los jóvenes, la música y las fiestas por otros visitantes con fines más “culturales”, centrados en la visita de las baterías antiaéreas.